martes, 30 de junio de 2015

Gracias, Tsipras

El órdago griego, caso de que finalmente se materialice en la salida de Grecia del euro, es un golpe de suerte si sirve para acabar con el euro. Ni Suecia, ni Reino Unido, ni Dinamarca están en el euro. Fueron listos, pensaron las consecuencias que tendría en clave nacional, que es la que sigue presidiendo el funcionamiento de la Unión Europea. No se puede violentar la realidad, y el euro ha sido un intento temerario de forzar la realidad. Cuanto antes se acabe con esto muchísimo mejor. Volvamos a las monedas nacionales y, a partir de ahí, repensemos la Unión Europea fortaleciendo los lazos de solidaridad, los proyectos educativos, y las políticas comunes de inmigración y defensa. Por ahí vamos bien, no con el funesto euro. ¿Me olvido de las consecuencias? No, naturalmente que el proceso será muy duro, muy difícil, pero es necesario mientras los Estados sigan siendo soberanos y no prime la búsqueda del bien común (la negativa a mutualizar la deuda, los eurobonos, fue la prueba del algodón). No estamos preparados para lo que exige el euro, así de sencillo.