viernes, 23 de abril de 2010

Zapatero y Rajoy en clave generacional

A pesar de que la crisis parece haber hundido electoralmente a Zetapé, no tengo nada claro que el PP vaya a ganar las próximas elecciones. Sin duda sería lo más razonable a la vista de cómo está la nación, pero hay una circunstancia generacional que no me encaja, y que para mí tiene mucha importancia.

La historia se desarrolla sobre la sucesión progresiva de generaciones. Las generaciones no actúan como tales, sino que aparecen encarnadas en determinados individuos que, al margen de sus circunstancias personales, son hijos de su generación. Hace algunos años, antes de las elecciones del 14-M de 2004, y también antes del 11-M, escribí un artículo (que finalmente no publiqué) titulado “La generación emergente” en el que señalaba que Zapatero y Rajoy pertenecen a generaciones diferentes (Rajoy a la de los nacidos entre 1946 y 1961, y Zapatero –pese a que nació en 1960- a la de los nacidos entre 1961 y 1976). Les adjunto más abajo el artículo, pero al margen de lo que en él digo, hoy me resultaría muy extraño desde el punto de vista de la lógica sucesión generacional que Rajoy ganara a Zapatero. Este acontecimiento no sólo supondría la primera ocasión desde que se instauró la democracia en que un nuevo presidente es más mayor que su predecesor, sino que el poder vuelve a un representante de una generación previa a la que hoy gobierna. Si finalmente esto se produce merecerá un análisis mucho más profundo que el de una simple respuesta masiva al malestar de los ciudadanos con un nefasto gobernante. Quizá sigamos inmersos en la disyuntiva a la que me refería en 2004 y resulta que los españoles se van dando cuenta de que el camino de Zapatero conduce al abismo y urge rectificar.

Este es el artículo escrito antes del 11-M de 2004:

"La generación emergente

Es una verdadera lástima que ante las próximas elecciones uno tenga la sensación de que hay mucho en juego, demasiado. El papel de España en el mundo puede ser muy distinto si ganan los socialistas o los populares. Otro tanto sucede con la estructura institucional del Estado. Si Zapatero se ha comprometido a aprobar cualquier propuesta de modificación del estatuto catalán que salga del Parlamento de Cataluña, es evidente que probablemente tendría que reformarse la Constitución. En el terreno educativo también parece que los socialistas pretenden deshacer varias iniciativas adoptadas por el PP en esta legislatura, y a mi juicio la educación es un problema de Estado en el que no se puede ir dando bandazos.

Esta falta de consenso ante problemas de Estado es un síntoma de que se ha entrado en una nueva fase de la historia de España. La transición ha quedado atrás y conviene darse cuenta de ello. Algunos colectivos de actores se quejan de que se está produciendo un retroceso del derecho a la libre expresión. Sin embargo, esta época en la que nos adentramos se caracteriza sobre todo porque los partidos políticos comienzan a sentirse libres de ciertos condicionamientos del pasado, y lanzan mensajes que antes se procuraba evitar. Este año han ondeado las banderas republicanas, algo impensable hace poco; los nacionalistas han dado un paso al frente para dejar atrás la Constitución del 78; el PP ha perdido el miedo a hablar de España con orgullo, sin temor a ser tildado de franquista; de los socialistas no sé muy bien qué decir, pues para mí es una incógnita su discurso y su posible actuación.

Probablemente, este cambio se debe a que la generación de los que hemos nacido entre 1960 y 1976 -siguiendo el método de cálculo generacional propuesto por Julián Marías- comienza a abrirse paso en los distintos puestos de responsabilidad de la sociedad. Se trata de una generación que conoció el franquismo en su niñez y que se ha formado en la democracia. Zapatero pertenece a esa generación, al igual que Camps y el ministro Costa.

Esta generación no tiene marcado su horizonte de actuación con la misma necesidad histórica que la generación de Suárez y González, y que la generación de Aznar y Rajoy. Estos políticos pertenecen a las dos generaciones de españoles que han ocupado los puestos de responsabilidad durante los gobiernos de la transición. Dos generaciones que en diferente medida han conocido el franquismo, y que sabían que su misión histórica consistía en sentar las bases institucionales de la reconciliación nacional, consolidar la democracia y hacer prosperar a España en el marco de Europa. Rajoy pertenece a la generación de Aznar y pretende profundizar en esta línea. Dejando al margen sus cualidades personales, refleja a la perfección el carácter de su generación.

El candidato popular ha dicho que todavía hay muchas cosas por hacer en España. Estas palabras quizá podrían interpretarse como un mensaje que manda a la generación emergente en el que dice que el proyecto de su generación no está ni mucho menos concluido, que hay mucho por hacer y anima a sumarse a él. En definitiva, defiende la continuidad de un proyecto que abarca varias generaciones. Estoy convencido de que su generación siente, vive, dicho proyecto, el proyecto de la transición. Conocieron la muerte de Franco desde las aulas universitarias, mientras que muchos de los que pertenecemos a la generación emergente veíamos Barrio Sésamo cuando Tejero irrumpía en el Congreso de los Diputados. Su proyecto, insisto, es la Constitución y la europeización de España.

El problema de la generación emergente es que cualquier proyecto lo tiene que asumir intelectualmente porque no siente la necesidad vital de emprenderlo, como sí sucedía con las anteriores. Fijémonos en la generación del 98. El regeneracionismo no fue simplemente un discurso que caló, sino que nació de la experiencia vital que supuso la pérdida de Cuba y Filipinas. ¿Y la generación de los años 20? La turbulenta agitación social que culmina con la dictadura de Primo de Rivera también constituyó una experiencia vital, al igual que sucede con las generaciones que vivieron el trauma de la guerra civil y la época franquista. La generación emergente es la única que se ha formado sin conocer experiencias significativas en la vida nacional que la orienten en un sentido o en otro. Es como un niño rico que no ha sabido buscarse la vida, y que espera que todo siga como hasta ahora. No tiene clara cuál es su misión histórica, y por eso hace falta que acoja intelectualmente -a falta de vitalidad- un proyecto.

Ahora bien, percibo un acontecimiento que quizá la sacuda vitalmente de su modorra histórica. No me refiero a las elecciones del catorce de marzo, pese a su indudable trascendencia, sino al inminente desafío nacionalista que se va a desencadenar virulentamente una vez hayamos traspasado esa fecha. Este desafío probablemente marque el destino de la nueva generación. Quizá sirva de espoleta para que se despierte la necesidad vital y no sólo intelectual de contar con un proyecto nacional para España -al que ya me referí en otro artículo publicado en este Diario- en el que se embarque la que, según se dice, es la generación mejor formada de la historia de España.

La indefinición que envuelve la actitud de Zapatero es la propia de su generación. ¿Hacia dónde vamos? La generación de Rajoy lo tiene claro, la de Zapatero, veremos."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente artículo, pues a poca gente se le habra ocurrido que sociologicamente la generacion del candidato tenga una importancia a la hora de la eleccion. Solo un apunte: por pura logica (inductiva) es imposible que siempre el nuevo presidente sea mas joven que el anterior. En algun momento esa progresion tendra que romperse.

(por cierto, que le va y que le viene al PP una manifestacion a favor de Garzon? reafirmarse como los demas quieren en su identidad franquista? que le va al PP con las peonadas en andalucia, ahora que empieza a ganar votos alli)
Nada mas simple para eliminar la partitocracia que la lista de candidatos de cada partido sea completa en el boleto electoral y que cada cual vote a "su presidente" y el orden de su lista de candidatos elegidos.

Falta (o mejor dicho, no es tema) de tu analisis, las "nuevas generaciones" creadas por las "viejas generaciones", como la generacion de jovenes actuales que cree que los comunistas no existian en la guerra civil (eran todos republicanos "a secas") y que los republicanos querian "la democracia" (aun no he visto ningun documento historico, ninguna pancarta de la guerra con esa palabra), y que los franquistas mataban (no morian) y los republicanos morian (y no mataban). Gracias a las innumerables series y peliculas de una cinematografia espanyola vendida a la mentira historica, los republicanos no solo tenian ideales politicos respetables, sino que eran moralmente perfectos (todos los republicanos son buenisimos en las peliculas).

La educacion (y la ensenyanza audiovisual) reinada con maestria por el PSOE ha generado clones de la generacion abuelo-zp (me refiero a su abuelo republicano) de 15 a 30 anyos de edad. Del mismo modo que el PNV ha clonado la generacion de la posguerra civil en el pais vasco y CiU y ERC ha hecho lo mismo con los catalanes.

Si el PP ganara las elecciones, y no se dedicara a instaurar una nueva "educacion para la ciudadania", los gozos del PP seran cortos, pues viene toda una generacion con el cerebro lavado, con la sutileza de que PSOE=republicano bueno de la guerra y PP=franquista/simpatizante nazi.

En resumen, el tema generacional esta tambien ligado a la clonacion de pensamientos generacionales a traves de los medios y de la educacion.

Creo no equivocarme al decir que los difuntos republicanos tienen ya ha sus "hijos" politicos como gran fuerza en espanya. Aunque esos hijos no sepan que tanto rojos como azules buscaban el poder de su bando, importandoles una mierda la democracia o cualquier otro valor loable, la falacia que zp ha conseguido incrustar en muchos de nuestros jovenes va a costar de arrancar.

Que misera de PP, cuando como esta el patio no tiene una mayoria absoluta aplastante.
Que habil el PSOE, que ni con chuzos de punta le tiembla su circo.

N. Flamel