Hace unos cincuenta años, en Madrid, hubo una manifestación que congregó a un millón de personas en las calles madrileñas. Eisenhower visitaba España y daba un respaldo definitivo al régimen de Franco. Este acontecimiento histórico puede mostrarnos que no es difícil reunir a un millón de personas en una manifestación, especialmente cuando se dominan los resortes del poder.
Sin embargo, parece que muchos siguen sin enterarse e interpretan los movimientos sociales desde esquemas periclitados. Así, tradicionalmente se ha pensado que las manifestaciones masivas muestran el sentir de una sociedad. En algunos casos puede ser cierto, pero actualmente me parece que este tipo de manifestaciones convocadas por partidos políticos son más bien el reflejo de una preocupante falta de vigor social, y del sometimiento a las consignas de los partidos políticos. Si se piensa en los miles de ayuntamientos que en Cataluña están gobernados por partidos nacionalistas (incluyo al PSC), es fácil controlar y movilizar a un millón de personas. Los organizadores de actos y manifestaciones presionan activamente a todo tipo de conocidos para que asistan (un servidor, y seguro que muchos de ustedes también, ha conocido ese tipo de presión). La sociedad se manifiesta con mucha más libertad a la hora de votar. El millón de asistentes (o los que realmente fueran, que quizá sean menos) a la manifestación de ayer en Barcelona representa el núcleo del nacionalismo catalán, es decir, alrededor del quince por ciento de la población. Sólo así se explica que a la hora de votar el Estatut más de la mitad se quedara en casa.
¿No cabe extraer ninguna enseñanza de la manifestación de ayer? En mi opinión, ninguna sorpresa, y sólo una conclusión importante que vengo señalando reiteradamente en el blog: los españoles estamos huérfanos de partidos políticos verdaderamente nacionales, porque el PSOE no lo es, como todo el mundo sabe, y el PP hace sus cálculos en clave autonómica y dimite de una posición política verdaderamente nacional.
Sin embargo, parece que muchos siguen sin enterarse e interpretan los movimientos sociales desde esquemas periclitados. Así, tradicionalmente se ha pensado que las manifestaciones masivas muestran el sentir de una sociedad. En algunos casos puede ser cierto, pero actualmente me parece que este tipo de manifestaciones convocadas por partidos políticos son más bien el reflejo de una preocupante falta de vigor social, y del sometimiento a las consignas de los partidos políticos. Si se piensa en los miles de ayuntamientos que en Cataluña están gobernados por partidos nacionalistas (incluyo al PSC), es fácil controlar y movilizar a un millón de personas. Los organizadores de actos y manifestaciones presionan activamente a todo tipo de conocidos para que asistan (un servidor, y seguro que muchos de ustedes también, ha conocido ese tipo de presión). La sociedad se manifiesta con mucha más libertad a la hora de votar. El millón de asistentes (o los que realmente fueran, que quizá sean menos) a la manifestación de ayer en Barcelona representa el núcleo del nacionalismo catalán, es decir, alrededor del quince por ciento de la población. Sólo así se explica que a la hora de votar el Estatut más de la mitad se quedara en casa.
¿No cabe extraer ninguna enseñanza de la manifestación de ayer? En mi opinión, ninguna sorpresa, y sólo una conclusión importante que vengo señalando reiteradamente en el blog: los españoles estamos huérfanos de partidos políticos verdaderamente nacionales, porque el PSOE no lo es, como todo el mundo sabe, y el PP hace sus cálculos en clave autonómica y dimite de una posición política verdaderamente nacional.
8 comentarios:
Llevo 4 dias con la insufrible tarea de leer (no estudiar) la sentencia del TC sobre el Estatut.
Me sorprende negativamente que los partidos del arco se dediquen a achacar al oponente una derrota que realmente es una derrota global. No ha perdido el PP o el PSOE. Ha perdido España.
En realidad 14 artículos han sido declarados inconstitucionales y 24 deberán ser remodelados… Los nacionalistas están cabreados porque daban un peso específico mayor a los artículos recurridos (como la inconstitucionalidad de la preferencia lingüística catalana, liquidar el sueño de un “poder judicial catalán” e incluso que la sentencia ha avalado en varios momentos la “indisoluble unidad del Estado”, tumbar lo relativo a las competencias en materia de Cajas de Ahorro y Tributos locales y la figura del defensor del pueblo catalán)
La negativa a entrar en el fondo de la cuestión sobre el término “nación” incluido en el preámbulo del Estatuto se justifica con razones abracadabrantes, afirmando que se encuentra en el preámbulo y carece de valor normativo, para acto seguido, aludir en varias ocasiones a la “indisoluble unidad de España”.
En materia lingüística la sentencia es suficientemente ambigua, como es típico en nuestra democracia desde su fundación: mientras se niega explícitamente la legalidad del “uso preferente del catalán”, la sentencia establece el “uso normal del catalán”, lo que obliga a la Generalitat a modificar varias leyes promulgadas en los últimos tres años, sin que existan garantías de que tal modificación se realizará.
La sentencia, al haberse retrasado cuatro años llega en un momento en el que la Generalitat ya ha desarrollado muchos de los artículos recurridos. La confusión, el caos y las interpretaciones unilaterales que se van a generar durarán por espacio de años a causa del retraso y de la ambigüedad de la sentencia.
El “nuevo Estatut” fue redactado por una clase política degenerada y miserable que había aprendido a utilizar sistemáticamente el nombre de “Catalunya” para avalar sus rapacidades y justificar sus desmanes. Desde que Jordi Pujol a principios de los años 80 movilizó a la ciudadanía catalana en su defensa para evitar el procesamiento en el caso Banca Catalana, teniendo el cinismo de afirmar que se intentaba llevar al banquillo “a Catalunya”, siempre el nacionalismo catalán ha jugado con la emotividad y el sentimentalismo catalán para tapar sus vergüenzas.
Estos son los que han hecho el Estatut. Como si un atracador diseñara el sistema de seguridad de una institución bancaria. El Estatut será “legal”, pero sus impulsores no son “legítimos”: pertenecen a esa clase política de la que Catalunya debe liberarse si quiere dejar atrás los bloqueos y los ensimismamientos nacionalistas.
Estamos en verano y España ha ganado el mundial. Pocos estarán pendientes de las movilizaciones. Vendrá septiembre y la proximidad de campaña electoral excitará los ánimos de nuevo. Es difícil pensar que en Catalunya ocurrirá una especie de revuelta cívica.
En cuanto al Estatut asistiremos en los próximos años a historias interminables de leyes y reglamentos establecidos para desarrollarlo y que serán recurridos nuevamente ante el constitucional… que mostrará la misma diligencia en elaborar sentencias que ha evidenciado en esta espera angustiosa de cuatro años.
En realidad, no es el Estatuto el que hay que reformar ahora, sino toda la estructura autonómica del Estado que todo el mundo conviene en aceptar que es demasiado costosa y absolutamente inviable. Es el Estado de las Autonomías el que ha fracasado y ya va siendo hora de reconocerlo.
Ya me gustaría que alguien continuara y actualizara la obra (sincera, desgarradora, pero descatalogada) de Jose Antonio.
El modelo actual de España es insotenible por multitud de cosas.
Es hora de abrir un debate en el que todos los españoles podamos decidir que queremos que sea España.
A partir de ahí, España debería recuperar o otorgar definitivamente competencias como justicia, educación, economía...
Mi opinión es que para afrontar una España del siglo XXI, todo el país debe tener los mismos derechos y las mismas obligaciones exactamente y me parece ridículo plantearse una división de la única Nación reconocida en la Constitución.
Aunque no se compartan las ideas de los intervinentes, conviene invertir 10 minutos de nuestra vida en observar a políticos de verdad. Solo basta con pinchar sobre mi nick para deprimirse.
Deprimirse por ver políticos auténticos. Que han sido sustituídos hoy por una casta política parasitaria e intelectualmente nula (salvo excepciones muy escasas).
Ciertamente deprime ver lo que fue nuestra clase política, y ver en lo que se ha convertido esta casta política que oscila entre el color gris, y el color ROSA.
Sin duda, excelentes parlamentarios. No hay comparación posible con los actuales individuos que supuestamente nos representan.
Grandioso discurso de D. Blas Piñar. Añado una cosa que aún le da mas valor.
Sube al estrado sin papeles, ni chuletas. Eso hoy sería impensable.
Sino que le pregunten a gente como Montilla.
Que pena me da que no se supera valorar en la época a políticos de la talla de Piñar. Tal vez porque el pueblo español estaba obnubilado con eso de la libertad y ahí nos hemos quedado. Libres para optar por la ignorancia, el ruido y el desdén.
Es cierto que también había políticos con garra en la izquierda de la época, y hasta en el CDS o como se llamaba entonces UCD.
Vaya video. Yo más que depresión siento envidia, envidia por una época que no viví. Por unos grandes políticos que no escuché.
Y tristeza por tener que poner las noticias y ver a una masa bipartidista peleándose por dominar la hucha de los españoles.
Creo que las cortes actuales son aburridas porque ya no hay nadie que, como el SEÑOR PIÑAR cuestione al sistema, cuestione la constitución, cuestione la imposibilidad filosófica de conjugar nación y nacionalidades.
Todos están muy cómodos en esta memocracia bipartidista coronada. Será porque soy joven, pero creo que serían mucho más interesantes unas cortes donde se definiera, de una vez por todas, la misión de España.
Si señores, toda una revolución nacional.
Mientras tanto, nos queda el lamento y la pataleta. Eso si, en voz baja, no sea que nos etiqueten como "malos".
¡Poco menos del 30% de la población! O sea que para igualarlo deberia haber una manifestacion de 10 a 12 mill. de espanyoles. Sóc espanyol per imposició tot i que no m'ho sento de cap de les maneres. Respecteu-nos i us respectarem.
Un manifestant.
Estimado visitante:
Creo que le fallan las matemáticas. La población residente en Cataluña asciende a 7.300.000 aproximadamente. Un millón de manifestantes equivale alrededor del 15% de la población, justo la mitad de lo que usted dice. En una región como Cataluña dominada por el poder político y carente de vigor social -no hay más que ver la decadencia cultural de Cataluña- es pan comido para los políticos nacionalistas poner a un millón de personas en la calle.
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