domingo, 27 de marzo de 2011

Domingo Ortega

Supongo que sólo unos pocos aficionados al toreo sabrán quién era Domingo Ortega. Yo tampoco lo sabía hasta hace unos meses, porque, aunque me gustan los toros y sé apreciar razonablemente una buena faena, no entiendo demasiado. Ni siquiera he presenciado una corrida en directo. Pero cada día me interesa más y disfruto viendo algunas faenas en You Tube.

Supongo que habrán oído hablar de la importancia que tiene torear despacio. El arte de la tauromaquia es tan fugaz que la lentitud es un regalo de esos pocos toreros que son capaces de convertir el toreo en un arte. No he conocido muchos toreros contemporáneos que toreen despacio, que den los pases con majestuosa lentitud. José Tomás me entusiasma, pero veo en él más quietud que lentitud. No supe lo que es torear despacio hasta que vi la película “Tarde de toros”, en la que se recogen pasajes de las faenas de tres toreros, dos de los cuales han pasado a la historia del toreo, Antonio Bienvenida y Domingo Ortega. ¡Menos mal que grabé la película! En el cuarto toro de la tarde hay cuatro pases de Ortega en los que es una delicia verle torear. Lento, lentísimo en comparación con los actuales toreros. Parece increíble que se pueda dirigir la embestida de un toro con tanta suavidad y lentitud. Sin aspavientos y sin citar, sencillamente acomodándose a su embestida y llevándolo. Una verdadera maravilla.

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