martes, 12 de julio de 2011

Una reflexión más sobre educación

El otro día escuché una noticia que no me sorprendió. Se decía que un millón de jóvenes españoles jamás podrán incorporarse al mercado laboral porque abandonaron sus estudios o fracasaron. Inmediatamente recordé un tópico habitual de los últimos tiempos y me pregunté: “¿En qué quedamos? ¿Nos sumamos a la cantinela de que es una tragedia que la generación mejor formada de la historia no encuentre trabajo, o más bien un número escandalosamente alto de nuestros jóvenes no sabe hacer la “o” con un canuto y está condenada a chapucillas y vida perrofláutica?”. Yo, desde luego, estoy convencido de que los jóvenes cuya edad oscila entre los 20 y los 30 años tienen peor formación que las generaciones precedentes, lo cual resulta gravísimo. Es decir, muchos han fracasado, y los que no han fracasado tienen peor formación. El panorama es aterrador y da una idea del ingente trabajo que nos espera a los españoles. Echo de menos que a la hora de solicitar concreción respecto a reformas estructurales como la del mercado laboral no se le pregunte a Rajoy qué tiene previsto hacer para salvar, no ya mejorar, la educación.

Además de todas las ideas que sobre este tema he ido vertiendo a lo largo de diferentes entradas –qué es educar, la importancia de hablar y escribir, etc.-, añadiría algunas claves de puro sentido común. En primer lugar, es fundamental recuperar la claridad en la evaluación del alumno. El alumno y sus padres deben saber en todo momento si su hijo es de los mejores, de los buenos, de los regulares, de los malos o de los muy malos. Claridad sin eufemismos ni tonterías para evitar supuestos traumas. Afortunadamente, después de más de una década con la estupidez del “necesita mejorar” o “progresa adecuadamente”, se han vuelto a implantar las notas que yo conocí en el colegio, es decir, “Sobresaliente”, “Notable”, “Bien”, “Suficiente”, “Insuficiente”, y no sé si también han incluido el “Muy Deficiente”, el famoso MD que podía garantizar un guantazo paterno. Ese cambio es capital porque, en segundo lugar, es necesario que a los padres les afecte profundamente el fracaso de sus hijos cuando no hay razón objetiva que lo justifique, y ello sólo puede suceder si se enteran de que su hijo está fracasando. En tercer lugar, es imprescindible que los malos estudiantes no impidan el aprendizaje de los buenos estudiantes (como ven, una vez más, estoy hecho un carca –a mucha honra- hablando de buenos y malos). Eso no significa necesariamente separarlos, porque una forma muy inteligente de hacer que ambos mejores es lograr que los buenos ayuden a los malos. Aquí es donde hay que calibrar adecuadamente la actitud antes de optar por la segregación. En definitiva, claridad sin discriminación, beligerancia frente al fracaso injustificado, compañerismo, disciplina y mecanismos de apoyo para mejorar a los rezagados.

3 comentarios:

Aspirante a ciudadano dijo...

Venimos pagando la enfermedad de la titulitis que incubó la generación de nuestros padres, y que nos ha contagiado a todos. Habría que procurar descubrir una vacuna contra dicho mal que nos sigue aquejando ahora, bajo el rolloconcepto ése de: La Formación. Como principio de solución propongo: Establecer un numerus clausus en las universidades públicas, aplicar una severa ley contra vagos, maleantes y hostigadores en los Institutos de Enseñanza Media, y fomentar la Formación Profesional bajo el eficiente modelo franquista de las Artes y Oficios con salida profesional a través de la figura de antaño del aprendiz. Como nota final, observo demasiada indolencia en los campus españoles ("estudiantes" dilapidando miserablemente el tesoro tiempo jugando al tuenti o tumbados indolentemente en el césped) En fin... un auténtico desastre sin visos de mejoría.

Miñón dijo...

Son oportunas las consideraciones que has hecho. Lo más grave de todo esto es que la mala calidad de la enseñanza pública perjudica a los que tiene menos oportunidades sociales para prosperar. Se les estafa, sin más. Un alumno que cae en una mala clase de un mal instituto deberá hacer un sobre esfuerzo para aprender algo.
Por otro lado, deberíamos criticar los supuestos conocimientos científicos de la pedagogía contemporánea. También de la pseudociencia llamada psicología. Si aceptamos esta perspectiva la LOGSE y sus sucedáneos nos convencerán una y otra vez. No olvidemos que toda esta pedagogía está presente también en los colegios concertados y en los privados. Aquí nadie se libra.
Una diferencia: los concertados y los privados selecciona alumnos. Así cualquiera.

Mercurio dijo...

Sus reflexiones acerca de la educación en España son siempre interesantes y acertadas, ya que es una realidad publica y notoria nuestro fracaso educativo y la poca calidad de capital humano que aportamos a este nuestro país . No queda otra que mirar hacia aquellos que obtienen resultados diferenciadores y adoptarlos con cariño para beneficio de todos, porque como todo sabemos en la base se encuentra la esencia del resultado futuro; el secreto es obvio, parece que los finlandeses son poseedores de el y lo utilizan maravillosamente a la vista de los resultados obtenidos. Esta claro que el aprendizaje académico inicial lo proporcionan los profesores de primaria en españa hasta la fecha un profesor se gestaba entre 3 o 4 años frente a los 6 que cuesta alumbrar un profesor finlandés, con esto no quiero ni mucho menos cargar la culpa de tal sonoro fracaso al docente español, ni mucho menos, pero si destacar la importancia de la formación de los futuros educadores de niños para poder obtener las maximas herranientas para poder transmitir el conoconocimiento y poder detectar con facilidad las necesidades de cada niño.
En Finlandia la piedra angular de su éxito son los profesores, que son auténticos expertos en pedagogía, grandes educadores vocacionales que cooperan activamente con los alumnos y con los padres construyendo un sistema transparente donde las partes interesadas se involucran en beneficio de la tarea educativa y formativa de los retoños finlandeses , encauzandolos cuando se despistan o quedan rezagados del resto de la manada. Todos, padres,alumnos, profesores y una apuesta al potencial humano hacen de los finlandeses personitas muy bien formadas y por tanto educativamas competitivas y productivas para ellos mismos y su país. Lo dicho, para una buena educación, vocación, motivación por la ensenanza para poder "motivar el aprendizaje" y cooperación como base serian los ingredientes para obtener un resutado mas que aceptable. Un saludo para usted y los incondicionales de su blog.