El pasado fin de semana viajé con mi mujer a la serranía de Cuenca y ambos quedamos gratísimamente sorprendidos por su belleza. En ocasiones, el paisaje recordaba al de los bosques escandinavos plagados de pinos, aunque también hay muchas encinas y otros árboles que ofrecen preciosas combinaciones de colores en esta estación. El recorrido en coche entre el nacimiento del río Cuervo y Las Majadas fue una experiencia inolvidable. Afortunadamente, no nos cruzamos con ningún vehículo, porque no sé cómo nos las hubiéramos arreglado para pasar. Teníamos la sensación de profanar la Naturaleza. En cualquier momento podría haberse desprendido una roca o uno de los muchos árboles que bordeaban la carretera, que seguía el curso de un riachuelo de aguas cristalinas. Cada tramo que lográbamos superar suponía un alivio y nos generaba una sensación de gratitud hacia los árboles. Atravesamos zonas de “reserva” muy próximas al parque cinegético “El Hosquillo”, que luego supimos que había protagonizado un episodio de “El hombre y la tierra”, de Félix Rodríguez de la Fuente. Se nos cruzaron por la carretera algunos ciervos jóvenes que huían alertados por el ruido intruso del motor. Todo era de una belleza sobrecogedora.
La serranía de Cuenca tiene una gran riqueza forestal que va
en aumento: se ven muchos pimpollos que no sabríamos decir si habían sido
plantados por el hombre o son fruto de la generación espontánea del bosque. Siempre
se habla de los incendios y, claro, la gente piensa que estamos camino de
convertirnos en un desierto cuando la masa forestal ha aumentado notablemente
en España y también en el conjunto de Europa (impresionante la reforestación de
Escocia en las Highlands). Esto nos hizo pensar en el escaso eco que tienen las
buenas noticias. Pueden parecer propaganda, como sucedía con el NO-DO. No
obstante, sin llegar a ese extremo, sí que sería bueno hacer un esfuerzo por
destacarlas, ya que de lo contrario los ciudadanos dejamos de tener una
impresión correcta de la realidad, además de que sólo destacar las desgracias
puede llegar a abrumar. Sí, el cambio climático es una amenaza y hay que trabajar
para revertirlo. Pero hay motivos para la esperanza: las energías renovables
están ahí y se van abriendo paso. Me gusta ver cada vez más placas solares y
ser adelantado por coches eléctricos. Muy pronto en nuestras ciudades podremos
respirar aire puro y será una maravilla disfrutar de ello.
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