Carlos Alcaraz tiene un enorme margen de mejora. En mi opinión, jugó regular la final, pero tiene tanto talento que se puede permitir jugar así y ganar. Se precipitó en numerosas ocasiones, abusó de la dejada, y estuvo a punto de perder un tercer set que, si se lo lleva Ruud, hubiera cambiado el partido por completo. De hecho, el noruego tuvo dos bolas de set que Alcaraz salvó con brillantez en la red. Luego a Ruud le temblaron las piernas en el tie break y perdió el set. Alcaraz se entonó en el cuarto y acertó con el servicio ganando puntos con la rapidez que deseaba desde el principio. Si Ferrero logra que tenga paciencia trabajando el punto y cometiendo menos errores no forzados estamos ante un campeón para la historia.
Algunas declaraciones de Alcaraz dejan entrever una
saludable humildad que le puede llevar muy lejos, pero es divertido comprobar
que todavía es un chaval. No sé por qué le ha dado por imitar la forma de
aplaudir de Nadal: en lugar de aplaudir con los dedos golpeando la palma de la
mano, choca las palmas como si se dedicara al flamenco, igual que Rafa. También
le ha copiado el sprint del inicio de partido. Gracias a Dios no le imita con
el gesto del pantalón, las botellitas y los múltiples tics del mallorquín.
Llegó el momento de la entrega de trofeos y temía que lo mordisqueara, pero afortunadamente
no lo hizo. Sé tú mismo, Carlos, y ¡enhorabuena, campeón!