Sánchez, jugador de ventaja, ha abusado hasta la náusea del formato del debate sobre política energética celebrado en el Senado este martes. Tenía todo el tiempo a su disposición y no ha dudado en emplearlo. Semejante exceso lo deja en evidencia ante cualquier ciudadano con un cierto sentido de la proporción. El Presidente hablaba y hablaba tratando de desacreditar al líder de la oposición, pero eran golpes al aire que lo desfondaban. Como ya no interesa sacar a pasear a la “ultraderecha”, Sánchez acusaba a Feijóo de insultar, de mentir sin despeinarse (como lo oyen), de catastrofismo, e incluso me he quedado perplejo al ver como se hacía el harakiri refiriéndose a la mala gestión de Feijóo en Galicia.
No había visto a Sánchez tan desorientado y nervioso como
con Feijóo en la Tribuna: le interpelaba desde el escaño y hacía gestos, pese a
que Feijóo sólo disponía de quince minutos para replicarle. Y no crean que el Presidente del Senado que moderaba el debate se mostró
flexible en vista de la desproporción de tiempo entre uno y otro. No. Le
interrumpía sin miramientos para que concluyera mientras Feijóo evitaba
descentrarse y perder los nervios. Lo mismo hizo en los cinco minutos de los
que dispuso Feijóo para responder a lo dicho por Sánchez en su segunda
intervención cercana a la hora de duración (la primera excedió ese tiempo).
Sencillamente bochornoso.
Bastaron esas dos intervenciones de Feijóo, especialmente la
segunda, para que se viera lo que es tener pegada dialéctica. Aunque comenzó
nervioso y dubitativo, se recompuso y los diez últimos minutos de la primera
réplica sirvieron para dejar a Sánchez grogui. Fue suficiente con aludir a las
rectificaciones de Sánchez adoptando medidas propuestas por el PP, recordar la inflación de dos dígitos, la gravísima situación de algunas industrias y mostrar la división existente en el Gobierno. La segunda
intervención de Feijóo fue magistral y les animo a verla si tienen oportunidad.
Dejó a Sánchez K.O. Daba igual que luego tomara la palabra para superar el récord
de Fidel Castro. Estaba derrotado. Le lanzó un directo al mentón citando frases
de líderes de Bildu, ERC y Podemos, y replicando a las críticas de Sánchez
sobre su mala gestión en Galicia, la mayor temeridad de Sánchez. Feijóo le recordó su experiencia y las cuatro mayorías absolutas en contraste con la experiencia de Sánchez antes de ser Presidente: concejal en Madrid. Estaba viendo a Pedro Sánchez tendido en la lona con una muela sanguinolenta al lado de su cabeza. Brutal, y sin
un solo insulto, con una elegancia y una solvencia propias de un político que
merece ser Presidente del Gobierno. En esa línea acabó su intervención, señalando el
lugar de Sánchez: la oposición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario