La salud mental ha cobrado mucho protagonismo en los medios de comunicación debido a los estragos que causó la pandemia. Si esta atención obedeciera a una sincera preocupación por el bienestar del prójimo deberíamos alegrarnos, pero me parece que algunos políticos han encontrado en ello un filón para criticar la política sanitaria. No dudo de que puedan existir razones fundadas para esas criticas, porque probablemente falte sensibilización y buenos profesionales y medios para cuidar de la salud mental de la población. Sin embargo, en cuestiones de salud más vale prevenir que curar. Lo verdaderamente preocupante es que nuestra sociedad propicia las enfermedades mentales. Esa es la clave del asunto en la que se debe indagar para proteger la salud mental. Por ejemplo, estamos destrozando a niños y jóvenes al haberlos desprotegido frente al peligro de las nuevas tecnologías. Luego, cuando la adicción y la falta de sueño se convierten en patologías, se demandan profesionales de la salud mental para solucionar el problema. Pero, repito, lo importante es eliminar aquello que provoca la enfermedad siempre que sea posible.
Para abordar con radicalidad este problema el relativismo representa una dificultad muy seria. Un relativismo que, por contradictorio que parezca y sea, se presenta como una verdad incuestionable. Hoy se extiende sin límite en nuestra sociedad y puede generar un problema importante a los profesionales de la psicología y de la psiquiatría, ya que en su profesión deben tener presente qué es lo “normal” y qué se aleja de la normalidad hasta un punto que se convierte en “patológico”. El relativismo puede llegar a impedir -ya lo está haciendo- que se hable de "normalidad". Por eso me parece que cada vez será más habitual que estos profesionales renuncien a realizar un diagnóstico o, cuando menos, a comunicárselo abiertamente al paciente. En el caso de enfermedades psiquiátricas como la esquizofrenia puede que sea más sencillo distinguir lo normal de lo patológico, pero pensemos en todos estos niños y niñas que creen estar en el cuerpo equivocado. Para un psicólogo afirmar que esa creencia es patológica es una heroicidad, porque pueden ser acusados de tener fobia a los transexuales, por poner un ejemplo.
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