La Consellería de Educación de la Generalitat Valenciana está organizando una votación en los colegios e institutos -creo que en ambos, aunque no estoy seguro- para que los padres puedan elegir la lengua vehicular de la enseñanza de sus hijos. Sabemos que, para desgracia de nuestros hijos, en la educación pública hay fanáticos que desean imponer el valenciano y no es fácil lograr que suelten esa “presa” que retienen con las mandíbulas bien apretadas. Se están movilizando en los medios de comunicación, en las redes sociales, con el fin de hacer ver que el gobierno de Mazón está generando un problema donde no lo hay, e incluso se han podido ver altercados, como si las familias rechazaran la iniciativa. La Consellería debe seguir adelante con esa consulta, que tiene el respaldo absolutamente mayoritario del pueblo valenciano. Nada más sensato que dejar libertad a los padres para que decidan en cuál de las dos lenguas oficiales prefieren que se eduquen sus hijos. Solo los intolerantes y los fanáticos pueden hacer problema de algo así. Mucha gente votó al PP con ese objetivo. Deben cumplir con lo prometido.
lunes, 24 de febrero de 2025
martes, 18 de febrero de 2025
Cuidado con la compasión
Es natural sentir compasión por el sufrimiento ajeno. Esa tendencia natural se ve reforzada por una educación que nos enseña a apiadarnos y a ayudar a los más débiles en la medida de lo posible. Está muy bien sentir compasión y desear mitigar el sufrimiento ajeno, pero la compasión encierra un peligro nada desdeñable: puede ser utilizada para manipularnos. Es más, muchas veces no será necesario que alguien trace un plan maquiavélico: nosotros mismos nos causaremos daño para evitar el sentimiento de culpa que suele invadir a quien no actúa como se supone que debería hacerlo una persona compasiva. Por eso hay que tener mucho cuidado.
Es curioso comprobar el cambio que se ha producido con
relación a la compasión. La sociedad española de hace algunas décadas era mucho
más compasiva que la actual, pese a que hoy encontremos numerosas asociaciones
de voluntarios que realizan una encomiable labor social. El individualismo ha
propiciado la quiebra de vínculos familiares y sociales generando marginación y
situaciones de gran necesidad que quienes ponen en marcha estas asociaciones
tratan de combatir. Antes, la compasión y la solidaridad que la acompaña tenía mucha
más vigencia social. Por ejemplo, era habitual que las familias acogieran en la
propia casa a los padres o a los suegros mientras que hoy en día es habitual
desentenderse de ellos, sobre todo cuando carecen de ingresos, y escuchamos
casos en los que se les deja abandonados en algún hospital. Y podríamos seguir
citando situaciones parecidas.
La menor vigencia social de la compasión ha sido
sustituida por una acusada tendencia a utilizarla como instrumento de
propaganda o de manipulación que quizá tenga su origen en las políticas
orientadas a proteger a colectivos vulnerables. No cabe duda de que una
sociedad sana debe ayudar a aquellos que más lo necesitan, porque la
solidaridad –que puede incluso superar las fronteras de un país cuando está
basada en la caridad o en la filantropía- es una exigencia constitutiva del
modo de vida político. Es justo luchar contra toda discriminación carente de
justificación, y se deben adoptar las medidas necesarias para paliar, cuando
sea posible, las dificultades que padecen los enfermos, discapacitados, pobres,
ancianos, etc. . Muchas veces eso se traducirá en reconocerles “derechos” y no está
mal que sea así. Como casi siempre, el problema surge cuando se pierde el
equilibrio y, en lugar de comprender los perfiles del derecho atribuido, se
pretende abusar de él utilizando para ello la compasión.
Contaré un caso en el que se observa esta idea. En
las últimas décadas hemos mejorado muchísimo la accesibilidad a los edificios.
Los edificios nuevos deben cumplir con la exigente normativa en esta materia.
Por lo que respecta a edificaciones antiguas, se han aprobado normas que
obligan a que las Comunidades de Propietarios acometan obras que mejoren la
accesibilidad cuando algunos propietarios o inquilinos en situación de
necesidad así lo exijan. Tienen derecho a ello, pero es posible abusar de ese
derecho. Es lo que aconteció en la urbanización en la que vivo. Dispone de rampas
de acceso que permiten acceder a cualquier persona en silla de ruedas. A pesar
de ello, un vecino ha exigido la instalación de barandillas que bordeen toda la
rampa alegando que lo necesita por razón de una determinada enfermedad. En mi
opinión, la exigencia carecía de sentido porque alguien aquejado de dicha
enfermedad no puede ir caminando solo y, en cualquier caso, un sencillo andador
podía solventar perfectamente el problema. No obstante, quizá esté equivocado.
Se puede explicar por qué la instalación es necesaria y con sumo gusto
cambiaría de parecer. El problema es que no hubo siquiera posibilidad de
examinar el asunto. La apelación a la compasión o, mejor dicho, a la falta de
compasión de aquellos que cuestionaban la necesidad de la obra supuso un
salvoconducto para, de inmediato, acceder a la petición, pese a que la obra
tenía un coste de muchos miles de euros. No importaban las razones. Si uno osa
cuestionar la petición de un enfermo se le tilda de mala persona, de dureza de
corazón, con el fin de hacerle sentir culpable.
La compasión distorsiona la realidad en numerosas
ocasiones, nos impide ver con claridad la situación y nos hace juzgar equivocadamente
a las personas. Los enfermos pueden ser dignos de compasión, pero eso no los
convierte en buenas personas. En cierta ocasión tuve una conversación con una
psicóloga que me dijo abiertamente que las personas enfermas suelen ser muy
egoístas. Me sorprendió no tanto el contenido de la afirmación, sino el valor
de decir algo así, que sin embargo era fruto de su experiencia personal. No
siempre es así, naturalmente, pero una situación difícil no siempre hace que
aflore lo mejor de una persona, por lo que hay que tener cuidado.
Personalmente, me he encontrado con personas enfermas egoístas y manipuladoras,
pero también con enfermos que nunca han pretendido sacar provecho de su
enfermedad.
Los ejemplos en los que la compasión distorsiona son
innumerables. Se pueden imaginar las situaciones que puede vivir un profesor con
estudiantes que refieren todo tipo de circunstancias personales para pedir un
trato especial. Buscan el sentimiento de compasión del profesor para lograr su
objetivo. No les importa en absoluto que el profesor pueda sentirse mal porque
desearía hacer el favor al estudiante, pero se da cuenta de que lo que se le
pide va más allá de la flexibilidad y es manifiestamente ilegal, además de
injusto frente al resto de estudiantes.
Una buena persona (y también una sociedad justa) debe ayudar a aquellos que más lo
necesitan, pero no olviden este
consejo: ¡cuidado con la compasión!
jueves, 13 de febrero de 2025
Trump puede hundir a Europa o hacerla despertar
Cuando Zapatero llegó al poder, junto a la derogación del
Plan Hidrológico Nacional -que nunca se olvide-, la primera decisión que adoptó
fue retirar las tropas españolas desplegadas en Irak. Aquello sumió a España en
el descrédito internacional más absoluto y de ser un leal aliado de Estados
Unidos pasamos a convertirnos en un país poco fiable, en un traidor. Ha sido
imposible recuperarnos de aquello, pero es que ni siquiera lo hemos intentado
seriamente porque hemos renunciado a jugar un papel importante en la escena
internacional.
Trump, curiosamente, se acaba de marcar una actuación digna
de Zapatero. Ha renunciado a mantener el firme compromiso con la
defensa de Europa, el "atlantismo" del que se nutre la OTAN. Tratará de
estrechar vínculos con el Reino Unido e Israel -sus verdaderos aliados-, y
dejará de ver a Rusia como un rival para resquebrajar su alianza con China, el
gran enemigo para Trump. Por supuesto, la integridad territorial de Ucrania le va a importar muy poco y dejará que sean los europeos quienes finalmente
asuman la defensa de ese país. Si la Unión Europea se sumara al Reino Unido y se
involucrara más en la guerra de Ucrania las posibilidades de confrontación con
Rusia aumentarían, algo que sin duda los europeos no estamos dispuestos a
asumir si Estados Unidos no nos apoya.
En definitiva, que estamos probando la idea clásica del yanqui
libertario que nos exhorta a que nos comportemos como adultos, a que cada palo
aguante su vela. A eso hay que estar, y eso no sólo cuesta dinero. No basta con
aumentar el gasto, sino que hay que estar dispuesto a arriesgar vidas. ¿Cómo
vamos a permitir que esos hijos “seleccionados” para que disfruten de una vida
con smartphone y holguras de todo tipo vayan a ser reclutados para morir en una
trinchera? No nos cabe en la cabeza. ¿A quién hay que pagar para que nos
defienda? Es la típica pregunta de una sociedad que piensa que el bien común es
cosa de otros, que sabe que alguien vendrá a limpiar la basura. Pues resulta
que no, que la vida es lucha, competencia. Que hay que esforzarse por lograr
acuerdos y por vivir en armonía, pero que a veces eso exige firmeza, parar los
pies a quien abusa.
La situación que se abre paso con la nueva estrategia de Estados Unidos pone de relieve lo nefasto que para la Unión Europea has sido el Brexit y la importancia sumar de nuevo al Reino Unido al proyecto europeo, pues este país estará muy incómodo ante la sintonía de Trump con Putin. Urge estrechar la cooperación entre los países de la Unión Europea, sobre todo en materia de defensa y rechazar en las urnas a aquellos proyectos que sintonicen con Trump y todavía más con Putin. ¿Qué tipo de “patriotismo” es el de Vox cuando apoya a un tipo que actúa como Zapatero en Irak? No, Abascal no es ningún patriota ni hay ningún futuro para Europa en líderes que justifican a Putin. El PP hace bien en no respaldar a Trump. Debería ser mucho más explícito, al igual que el Partido Popular Europeo. Es el momento que Europa necesitaba para atreverse a replantearse su futuro, que necesariamente pasa por una política exterior y de defensa común. Pero para ello es necesario recuperar valores sanos: sacrificio, excelencia, honor y familia. Sin eso no hay esperanza.
Hay que prestar atención a lo importante
Hace dos días, el informativo televisivo de Antena 3 que se emite a las 15:00 horas abrió con estas dos noticias: el juicio de Rubiales y, pásmense (o quizá no), el tocamiento sexual de Mapi León (futbolista) a una futbolista rival en un lance del juego. Impresionante. Este criterio periodístico de considerar que estas son noticias de gran trascendencia pública dan la imagen de que la sociedad española es puritana e inquisitorial. Sin embargo, no es verdad. La gente está harta de todo esto. No es de recibo la trascendencia que se le está dando a la estupidez cometida por Rubiales y convendría dejar estas noticias en un segundo plano.