martes, 1 de mayo de 2012

Un mensaje de esperanza

Hace poco leí que una mujer intervino en un programa de radio para mandar un mensaje de ánimo a todos aquellos que se sienten desesperados por la situación económica que atraviesan. El marido de esta mujer se había suicidado veinte días atrás, dejándola viuda y con dos hijas pequeñas. Su testimonio fue terrible y el problema que puso sobre la mesa me parece de la máxima importancia. Como comentaba con mi amigo Óscar, es alarmante el aumento del número de suicidios que está provocando la crisis. Al igual que hizo esta mujer, me gustaría mandar a todos aquellos que están al borde de la desesperación un mensaje de esperanza. Pienso mucho en todas las personas que se levantan sin saber qué va a ser de ellas y de su familia, que están recurriendo a ayudas de amigos, familiares o de instituciones de beneficencia. Aunque sea difícil, es importante ver toda la realidad, porque ésta casi siempre deja un resquicio para la esperanza. 

Es importante comenzar por contextualizar correctamente el momento actual. Estamos atravesando una dura crisis. Se dice que es la más devastadora que hemos conocido en los últimos treinta años. Sí, pero si repasamos la historia de una nación es difícil hallar amplios períodos de tiempo sin momentos de grave dificultad. Aunque es duro e indignante, porque estamos pagando -sobre todo los más débiles- la negligencia de políticos y las actuaciones irresponsables, temerarias y dolosas de los financieros, lo que estamos viviendo es algo normal que terminaremos superando. Cuando digo esto no pienso sólo en términos generales, sino también en las personas directamente afectadas. Sí, me dirijo a ti, desconocido amigo que acabas de perder tu empleo y no sabes cómo pagarás la hipoteca. Podrás salir adelante, pero para ello hay que redescubrir qué es lo verdaderamente importante. Y esto me lleva a la segunda cuestión. En efecto, tras haber contextualizado, lo segundo es darse cuenta de todo lo bueno que todavía tenemos, y que probablemente es mucho más de lo que la negatividad que nos invade nos permite ver. Seguimos vivos, y afortunadamente en España hoy no se muere nadie de hambre. Esto es importante no olvidarlo. Estamos vivos y podemos comer, tener el pan de cada día. Si esto es así y además gozamos de buena salud, la vida, si la afrontamos con optimismo, inteligencia y buena voluntad para abrirnos un nuevo camino, nos dará una oportunidad. Claro que es zozobrante pensar en que tienes que empezar otro camino con cuarenta o cincuenta tacos, pero no hay más remedio, y lo importante es afrontar el reto con la debida actitud. Debemos liberarnos de esos esquemas que pensábamos que debía seguir nuestra vida para “ir bien”, y partir de lo esencial. ¿Se acuerdan de la entrada “La granja”? Les aconsejo que la relean. Muchas personas no han puesto en marcha una granja, pero la crisis les ha llevado a retornar al mundo rural, a centrarse en lo esencial, y a comenzar una nueva vida.

Cada vez me apetece menos opinar de todos los políticos. Me provoca bochorno que los socialistas que nos han llevado a este desastre se quejen del PP. Que el PP no reconozca que silenció deliberadamente muchas de las medidas que está adoptando, por mucho que los socialistas les ocultaran un déficit que en buena medida podían conocer. Me ha provocado bochorno leer esta semana como los dirigentes valencianos, tras gobernar una comunidad autónoma durante más de quince años, son incapaces de hacer autocrítica y tienen la poca vergüenza de presentarse como adalides de una “nueva administración” tras aprobar los nuevos recortes. No hay que desconocer estos hechos, ni olvidar que están destrozando nuestra democracia. Ante estos sinvergüenzas convertirse en “antisistema” no es una opción. Lo que hay que hacer es recuperar nuestra democracia votando con sensatez, o absteniéndose, si no hay otro remedio. Pero aquí y ahora los que verdaderamente importan son todas esas personas desesperadas en las que se está cebando la crisis y que carecen de esperanza. Amigos, el suicidio no es una opción. Vivan la dolorosa experiencia a fondo, con intensidad, siendo conscientes de ella. Hay que mirar a los ojos de la crisis y aprovecharla para comprender mejor qué es la vida. Mucho ánimo a todos. De todo corazón.

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