martes, 13 de agosto de 2013

Previos a una reflexión sobre el amor

Veré si encuentro un hueco los próximos días para desarrollar una breve reflexión sobre el amor, tema sobre el que he pensado largamente en los últimos años. De los muchos textos que merecerían comentarse, he querido transcribir uno de Anthony de Mello incluido en su polémico (por herético, en sentido riguroso) libro “Autoliberación interior”. Antes de exponer mis opiniones sobre este texto y sobre otros a los que tendré que referirme les invito a que lo lean con calma y, si les apetece, realicen algún comentario.

“Donde hay amor no hay deseos. Y por eso no existe ningún miedo. Si amas de verdad a tu amigo, tendrías que poder decirle sinceramente: “Así, sin los cristales de los deseos, te veo como eres, y no como yo desearía que fueses, y así te quiero ya, sin miedo a que te escapes, a que me faltes, a que no me quieras”. Porque en realidad, ¿qué deseas? ¿Amar a esa persona tal cual es, o a una imagen que no existe? En cuanto puedas desprenderte de esos deseos-apegos, podrás amar; a lo otro no se lo debe llamar amor, pues es todo lo contrario de lo que el amor significa.

El enamorarse tampoco es amor, sino desear para ti una imagen que te imaginas de una persona. Todo es un sueño, porque esa persona no existe. Por eso, en cuanto conoces la realidad de esa persona, como no coincide con lo que tú te imaginabas, te desenamoras. La esencia de todo enamoramiento son los deseos. Deseos que generan celos y sufrimiento porque, al no estar asentados en la realidad, viven en la inseguridad, en la desconfianza, en el miedo a que todos los sueños se acaben, se vengan abajo.

El enamoramiento proporciona cierta emoción y exaltación que gusta a las personas con una inseguridad afectiva y que alimentan una sociedad y una cultura que hacen de ello un comercio. Cuando estás enamorado no te atreves a decir toda la verdad por miedo a que el otro se desilusione porque, en el fondo, sabes que el enamoramiento sólo se alimenta de ilusiones e imágenes idealizadas.

El enamoramiento supone una manipulación de la verdad y de la otra persona para que sienta y desee lo mismo que tú y así poder poseerla como un objeto, sin miedo a que te falle. El enamoramiento no es más que una enfermedad y una droga del que, por su inseguridad, no está capacitado para amar libre y gozosamente. La gente insegura no desea la felicidad de verdad, porque teme el riesgo de la libertad y, por ello, prefiere la droga de los deseos”.


Anthony de Mello

1 comentario:

Lola Padilla dijo...

Gran fragmento de Anthony de Mello, Tomás.De hecho ya he hablado de algo de esto en mi entrada la "Luz del amor". Me gusta. Y espero como lectora que lo admira, su reflexión entrada en faena sobre el amor.