jueves, 7 de noviembre de 2013

El cierre de RTVV

Con recursos suficientes para sanidad y educación, casi todo el mundo considerará positivo contar con una radiotelevisión pública (al margen de si la gestión es privada) valenciana que preste atención prioritaria a noticias, eventos y tradiciones valencianas, y en la que el valenciano sea la lengua vehicular. Ese debería haber sido desde el principio el objetivo de la RTVV: un servicio público que ofreciera contenidos audiovisuales de calidad utilizando con eficiencia los recursos públicos. Sin embargo, los políticos, primero del PSPV y luego del PP, la utilizaron para sus fines partidistas, y la calamitosa gestión desarrollada sobre todo durante el gobierno del PP la ha conducido a un callejón de difícil salida que los errores cometidos en la tramitación del ERE han convertido en paredón insalvable. Los trabajadores que se felicitaban del fallo del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana debían haber previsto que ello abocaba a la empresa al cierre, y cuando esa misma tarde se conoció la decisión del Consell toda la plantilla se dio cuenta de que se iban a la calle sin remedio. Sí, sin remedio, por mucho que los partidos de la oposición aprovechen la ocasión para hacerles creer que hay alternativas al cierre. Ayer, Enric Morera, de Compromís, en un debate con Serafín Castellano, Chimo Puig y Marga Sanz no tenía reparos en presentar una de esas “alternativas”: reclamar al gobierno central el pago de la “deuda histórica” que se tiene contraída con Valencia, y que, según él, superaría los 10.000 millones de euros. Con ese dinero, sostenía Morera, incluso sólo con los intereses que corresponderían al año por esa cantidad, el asunto estaría resuelto. Soy el primero es manifestar mi indignación con la infrafinanciación que padecemos los valencianos, un verdadero escándalo comparado, por ejemplo, con comunidades como Cantabria (por referirme a las de régimen común, pues lo del concierto navarro y el cupo vasco es un atraco bochornoso), y la sociedad valenciana debería hacer valer sus argumentos desde la lealtad, pero con seriedad, energía, constancia y coherencia. Ahora bien, pretender dar esperanzas a los trabajadores esgrimiendo semejante “solución” de los mundos de yuppie no parece el mejor aval para alguien que aspira a desempeñar en breve tareas de gobierno. Por otra parte, con la sentencia del TSJ sobre la mesa, cualquiera puede entender que ahora no es posible sentarse a negociar un nuevo plan de viabilidad. La gestión calamitosa de la empresa, el chapucero ERE y la sentencia han hundido sin remedio RTVV. Todos los implicados deberían ser conscientes de su grado de responsabilidad, y no poca tienen unos sindicatos que han actuado con una escalofriante insensatez al no ser capaces de medir las consecuencias de sus actos, incluso teniendo razón.

Lamento mucho el cierre de RTVV, y espero que pronto podamos contar con un servicio público austero y eficiente de radiotelevisión pública valenciana, pero Fabra ha acertado plenamente. Es más, estamos ante una decisión que por primera vez permite ver en él un líder. El cierre es una demostración de la mala gestión del PP, pero decidir bien es tomar la mejor decisión posible en función de las circunstancias. Una vez conocido el fallo del TSJ, Fabra podía haberse visto tentado a recular, explicar y tratar de convencer a Rajoy de que no podía asumir el coste político del cierre y acto seguido rogarle a Montoro que, puestos a incumplir el objetivo de déficit, aprovechara para añadir unos milloncetes al FLA y fiarlo todo al cambio en el modelo de financiación. Ha estado muy lúcido al negarse a seguir ese camino. La prioridad de Fabra ha sido tomar la mejor decisión posible y no justificar las vergüenzas de gobiernos anteriores, por mucho que pertenezcan a su partido. El acierto se ha visto aumentado con la reacción de la oposición. Bien está, faltaría más, que aprovechen para criticar duramente la gestión del PP en este tema y de paso en todos aquellos que estimen conveniente. Bien está también que demanden una radiotelevisión pública de calidad, y que se afanen en anunciar que no dudarán en destinar a ello dinero público. Pero es una torpeza grave y absolutamente innecesaria criticar la decisión del cierre cuando realmente no hay alternativa sensata. Por congraciarse con los trabajadores de RTVV, que además no lo merecen, porque han demostrado un comportamiento incompatible con la deontología profesional exigible a un periodista durante muchos años –incluyo los del gobierno Lerma-, han quedado en evidencia frente al conjunto de los ciudadanos valencianos, muchos de los cuales pueden empezar a pensar que Fabra, a pesar de que no es precisamente Cicerón, igual es más sensato que una oposición que reclamando una rectificación de la decisión adoptada parece incapaz de darse cuenta de que no nos podemos permitir una televisión pública de 1.600 trabajadores.

1 comentario:

Unknown dijo...

Estoy totalmente de acuerdo con todo, la pena es que no se haya oído ni una sola voz en este sentido, sin entrar en la política de Fabra, esta decisión le honra, sin embargo sus rivales políticos han intentado sacar provecho de la situación y no se dan cuenta de que la gente no es tonta y esta cansada de la hipocresía de la clase política y ya no se creen nada... o si?
En fin!