Ana Pastor podía haber ordenado que el Senador de Podemos retirara la bandera republicana, pero no lo hizo. Acertó, sin duda. Con su actitud dejó claro que en España -al menos así debería ser- no se le tiene miedo a las ideas, que nadie es silenciado por ser republicano, ni siquiera cuando esto se hace delante del Rey en la sesión de inauguración de la legislatura. Magnífico ejemplo de grandeza democrática que empequeñece y deja en evidencia la mala educación y la falta de respeto institucional de los políticos de Podemos, como bien ha apuntado Albert Rivera.
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