Tenía muchas expectativas puestas en
“El crack cero”, la película que Garci estrenó el año pasado al parecer sin
mucho éxito. El dato de que no tuviera ninguna nominación en los premios Goya o
el que pasara como una exhalación por las salas de cine no me parecía relevante
dada la malevolencia que percibo hacia el cine de Garci entre sus compañeros de
profesión (la alusión de la presentadora de los Goya, Silvia Abril, a que “El
crack cero” recibía “cero” nominaciones fue de pésimo gusto). Quería ir con mi mujer a verla (le venía hablando de "El Crack" y "El crack dos", que ella no había visto) en el cine, pero no nos dio tiempo, así que durante el confinamiento la compramos y por fin pudimos verla y, en mi caso, compararla con las dos anteriores.
A ambos nos gustó. Me parece una buena película y
disfruté con ella, pero creo que no alcanza el nivel de las otras dos, en buena
medida porque el Germán Areta de Carlos Santos no está a la altura de la
interpretación de Alfredo Landa. Garci ha alabado la actuación de Santos, y
quizá sea buena, porque no soy ningún experto en el arte dramático, pero a mi
juicio no está a la altura porque ofrece una imagen del personaje carente del
casticismo que le da Alfredo Landa. El Germán Areta de Landa puede ser frío,
reservado, pero encaja en las partidas de mus, en su relación con el barbero,
en la bronca al camarero, en sus ademanes, gestos y miradas. Carlos Santos, pese a imitar su forma de fumar y caminar, nos
ha presentado a un Areta extremadamente frío, parece más bien un detective de
película americana. Hasta su forma de hablar se aleja del de la ciudad que tan bien
conoce.
Cada actor puede darle al personaje
sus propios matices hasta el punto de alterarlo sustancialmente, como sucede
con las interpretaciones de James Bond. Ahora bien, a Germán Areta no le puedes
quitar el casticismo, porque eso es sencillamente destrozarlo. Y para darle ese matiz
hace falta una forma de hablar, de moverse y de mirar -no basta solo con fijar la mirada- que, lamento decirlo,
Santos no ha sabido lograr. Lo mismo sucede con el actor que interpreta al
“abuelo”, Pedro Casablanc, que está a años luz de José Bódalo, también debido a
esa ausencia de casticismo a la que me vengo refiriendo. Pero curiosamente hay
una agradable sorpresa, Miguel Ángel Muñoz me convence totalmente en su papel
de Cárdenas, “el Moro”. Y también me han gustado mucho las actuaciones de
Patricia Vico y Ramón Langa.
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