El resultado de las elecciones andaluzas supone un cambio trascendental no sólo en Andalucía, sino en el conjunto de España. Es evidente el rechazo de los andaluces a los valores y a las políticas de la izquierda, y el respaldo a un gobierno moderado que ha atraído incluso a votantes socialistas, quizá por convencimiento y/o tal vez para frenar a Vox. Solo así se puede explicar el ascenso del PP, que absorbe a Ciudadanos y suma once escaños más. En Andalucía hay si cabe mayor hartazgo que en el resto de España con al acoso que representa la ideología de género y el ataque a los valores tradicionales. Sin embargo, el votante andaluz no ha considerado necesario recurrir a Vox, lo cual es una gran noticia no sólo para Moreno Bonilla, sino para Feijóo.
Lo sucedido ayer afecta al conjunto de España, porque cualquier
dirigente territorial del PSOE puede darse cuenta del coste que tiene mantener
a Sánchez en la Moncloa con podemitas e independentistas. García Page ya dijo
con toda claridad hace pocas semanas que el PSOE se había entregado a Sánchez y
con ello dejaba entrever que eso tendría un coste electoral en su comunidad y
también en otras. Por lo que respecta a la Comunidad Valenciana, el bochorno de
ver a Mónica Oltra saltando mientras se aferra al cargo le puede suponer a Puig
perder la Generalitat, por no mencionar los turbios asuntos de su hermano. El
PSOE puede en poco tiempo dejar de gobernar en varias autonomías y con
ese horizonte es de prever que en el partido vuelva a plantearse lo que en su día
vio el Comité Federal: Sánchez es malo para el PSOE porque sólo le interesa seguir
en el poder. Es difícil que no se empiecen a escuchar voces críticas ante las
derrotas electorales que se avecinan.
Por su parte, Feijóo está demostrando que lo único que
necesitaba el PP era recordar sus valores esenciales: defensa de la nación
española articulada en comunidades autónomas, respeto a los derechos fundamentales
sin imponer una agenda ideológica, y una gestión basada en la iniciativa
individual evitando asfixiar a los ciudadanos con impuestos. Si esto lo
defiende un líder y no un niñato como Casado, el éxito está garantizado,
siempre que no haya escándalos de corrupción. Casado impidió a Díaz Ayuso festejar en solitario su victoria, mientras que ayer Feijóo permaneció en Madrid y dejó que Moreno Bonilla disfrutara tranquilamente de su victoria, como era justo. ¡Qué diferencia! El resultado no ha podido ser
mejor para España.
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