Las tesis políticas de Rousseau siempre me han resultado en su mayor parte inaceptables. Eso no significa que no diga verdades como puños. Su defensa de la democracia directa y asamblearia como cauce de la voluntad general es una utopía. No obstante, a la vista del panorama que en España nos ofrece la democracia representativa cada vez tengo más simpatías por los procedimientos asamblearios y por las propuestas que abogan por hacer posible la democracia directa a través de las nuevas tecnologías. Nuestros representantes, más que actuar como tales, secuestran nuestra voluntad de una manera escandalosa e impúdica. ¿Acaso no es inadmisible lo que acaba de suceder con el trasvase del Ebro a Barcelona? Zapatero exige a Rajoy que reconozca que va a hacer el trasvase del Ebro, dando por descontado que él se opone a cualquier trasvase. Pues bien, a poco más de un mes de haberse celebrado las elecciones, ya tenemos ahí el trasvase a Barcelona, por mucho que lo quieran maquillar deformando el lenguaje. ¿Y esto es democracia? Rousseau entendía que la democracia representativa no era una verdadera democracia. En el Contrato Social afirma lo siguiente: “El pueblo inglés se piensa libre; se equivoca mucho; sólo lo es durante la elección de los miembros del Parlamento; en cuanto han sido elegidos, es esclavo, no es nada. En los breves momentos de su libertad, el uso que hace de ella bien merece que la pierda”. Cuando escuché que el PSOE iba a aprobar el trasvase a Barcelona me vino a la cabeza la frase que acabo de citar. ¿Qué democracia es esta en la que nuestros representantes nos ocultan sus verdaderas intenciones y una vez recibida la confianza hacen lo que se les antoja con la esperanza de que se nos olvide o de que no tengamos mejor alternativa que votar en el futuro?
sábado, 19 de abril de 2008
sábado, 5 de abril de 2008
La terrible foto de Zapatero
lunes, 31 de marzo de 2008
Vergonzosa afirmación de Rajoy
miércoles, 19 de marzo de 2008
La entrevista al caníbal de Rotemburgo
Anoche, Documentos TV, un programa de La 2 que presenta Pedro Erquicia, emitió un documental sobre el caníbal alemán de Rotemburg que cumple cadena perpetua por haber matado a un hombre, contando con el consentimiento de la víctima, y haber comido su carne durante un mes. El documental recoge el testimonio del caníbal, que explica con todo detalle el proceso psicológico que le llevó a desear comerse a una persona, lo que sucedió cuando se encontró con la víctima, e incluso cómo sabe la carne humana y cómo la cocinó. Les aseguro que todavía estoy impactado por todo lo que escuché. Este caso es una demostración del grado de complejidad y perversión que puede llegar a alcanzar la mente humana.
Así que tenemos a un hombre con el ferviente deseo de unirse a alguien comiéndoselo, y a otro hombre que no imagina mayor placer que ser comido vivo. Se citaron en Rotemburgo y fueron a casa del caníbal. Llegados a la casa la víctima se desnudó y le preguntó a su compañero de “juegos” qué le parecía su cena. Subieron al cuarto donde tendría lugar el descuartizamiento y la víctima imploró que le cortara el pene y fuera a la cocina a guisarlo para disfrutarlo ambos. Después de ciertas dudas, y tras afilar la navaja, el caníbal le seccionó el pene. La víctima chilló y la sangre manó con fuerza, como si fuera un surtidor. El caníbal dividió el pene en dos partes y bajó a la cocina a prepararlo, pero como la carne estaba tan tierna y húmeda, el guiso resultó incomestible, lo cual decepcionó a ambos. A los veinte minutos, la víctima, que seguía desangrándose, se quejó de que ya no le dolía la herida. Se tumbó en la bañera y a las cuatro horas perdió el sentido. Aún estaba vivo cuando el caníbal lo degolló y lo descuartizó guardando su carne en un frigorífico. Se dispuso a hacer realidad su fantasía preparando un guiso con un pedazo de carne extraído de la espalda que acompañó de patatas, coles de Bruselas y un buen vino. Todo ello servido en su mejor vajilla y en un ambiente romántico a la luz de las velas. Dice el caníbal que la carne sabe muy parecida a la de un cerdo, aunque un poco más fuerte. Estaba muy buena, confiesa a su entrevistador en la prisión. Durante un mes siguió comiendo la carne almacenada, y buscó nuevas víctimas en Internet, llegando a confesar a sus interlocutores que ya tenía experiencia. Uno de ellos le denunció, la policía fue a su casa, encontraron la carne y lo detuvieron.
lunes, 17 de marzo de 2008
El bulo de los nuevos pecados y el reciclaje de la basura
Todo proviene de la entrevista que publica Il observatore romano, periódico oficial del Vaticano, a un obispo. En el curso de la misma éste viene a decir que con el paso del tiempo surgen nuevas formas de pecar, lo cual no significa ni que el concepto ni la lista de pecados haya cambiado. Entre esas novedades que presenta nuestra sociedad el obispo se refiere a los avances biotecnológicos, a la protección del medioambiente o al consumo de drogas. De ahí la prensa sensacionalista extrae un titular: "No reciclar la basura será pecado".
De todo esto me enteré ayer en misa. El cura concluyó la celebración aclarando este punto. Hizo muy bien. Y ahora yo se lo transmito a ustedes. ¡Hay que leer el blog de De Soca para estar bien informado! Y no me resisto a concluir este post sin ofrecer la definición de pecado del catecismo y reflexionar brevemente sobre el reciclaje de la basura. "El pecado es una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana. Ha sido definido como ‘una palabra, un acto o un deseo contrarios a la ley eterna’".
Examinemos la conducta de no reciclar basura. Si ella se debe a que el Ayuntamiento no ha puesto contenedores y el reciclaje exije en ese caso un esfuerzo irrazonable, me atrevería a afirmar que no es pecado. Sin embargo, si existen esos contenedores y conociendo su existencia no se recicla, habría que preguntarse qué mueve a esa persona a no reciclar cuando sabe que daña el medioambiente y, por tanto, al prójimo. Probablemente le mueve la pereza, que es uno de los siete pecados capitales. Fíjense como no reciclar la basura es una nueva manera de pecar.
viernes, 14 de marzo de 2008
El adiós de Zaplana
jueves, 13 de marzo de 2008
La batalla de las ideas
Hay que comenzar destacando la distinción de Ortega entre ideas y creencias. Podría decirse que la idea representa una interpretación intelectual de la realidad de la que se es plenamente consciente y por ello es susceptible de ser debatida, criticada o defendida. La creencia, por su parte, se mueve en otro terreno: se cuenta con ella muchas veces sin reparar en su existencia. Por ejemplo, todos creemos mientras estamos sentados que el suelo no se hundirá. Contamos con ello y vivimos sin reparar en esta creencia. Si el suelo que pisamos dejase de ser seguro se originaría una profunda crisis, lo cual demuestra que es más grave una crisis en el ámbito de las creencias que en el de las ideas. Esta distinción capital entre ideas y creencias tiene importancia filosófica, social y psicológica. Así, por ejemplo, el psicólogo Albert Ellis funda su Terapia Emotiva Racional en la necesidad de descubrir las creencias irracionales que condicionan nuestras ideas, nuestros pensamientos negativos que nos hacen sufrir, y trabajar sobre ellas para “reprogramar” nuestra mente.
Las ideas y las creencias están muy relacionadas. Como acabo de señalar, Ellis sostiene que las creencias condicionan las ideas. Efectivamente, así es. Una idea que es defendida y gana la batalla en la opinión pública puede ser progresivamente interiorizada y actuar como una creencia que moldee nuestra manera de pensar. Por ejemplo, hoy se discute el concepto de familia. Hay diversas posiciones ideológicas que disputan sobre la cuestión. Si triunfa la idea de que una familia es una comunidad de amor con independencia del sexo, es posible que en los próximos años la aceptación pacífica de dicha idea se convierta en una creencia desde la cual interpretemos el mundo, de manera que ponerla en duda nos parezca poco más o menos tan absurdo como afirmar que el suelo se abrirá a nuestros pies.
Quizá les parezca exagerada esta conclusión, pero piensen en algo que ha sucedido esta semana. La Iglesia actualizó su lista de pecados sociales calificando como tal el consumo de drogas o no reciclar la basura. ¿Cuál fue la reacción de la gente? Fíjense que no pusieron gesto serio y reflexionaron intelectualmente sobre la cuestión, sino que se lo tomaban a pitorreo. La falta de sentido de pecado ha arraigado de tal forma en nuestra sociedad que se ha convertido en una creencia, y considerar pecaminosas determinadas conductas habituales se toma a cachondeo por mucho que lo afirme el Papa. Igualmente, el arraigo de la falta de pudor y de la libertad sexual explica que Zerolo se sienta cómodo al hablar de sus orgasmos. Cada vez es más fácil para un homosexual “salir del armario”. Incluso se le aplaude. Somos precisamente los católicos los que hoy debemos esforzarnos por “salir del armario” y no ocultar nuestra condición de cristianos.
Las ideas de hoy son las creencias de mañana. Si el PP olvida esto está condenado a nadar contra corriente, a tener complejo (así se explica el maricomplejines de Jiménez Losantos) al defender sus ideas en un ambiente poco propicio (debido a las creencias vigentes) hacia ellas. O incluso corre el riesgo de presentarse como un partido desideologizado, como un partido eminentemente tecnocrático. Para mí resultaba inaceptable escuchar a Rajoy decir que lo que verdaderamente importa es la economía y llegar a fin de mes. Por ahí no se va a ningún lado. Hay que tener ideas y defenderlas.