Acabo de leer un artículo que va en la
línea de las reflexiones realizadas en el último post. Se lo recomiendo.
sábado, 25 de enero de 2014
jueves, 23 de enero de 2014
¿Recuperación?
Es curiosa la ola de euforia a la que algunos políticos y medios desean que nos subamos los ciudadanos. Las previsiones del FMI parecen confirmar la recuperación
al reconocer que hemos decrecido este año una décima menos de lo previsto y que
el año que viene la economía crecerá. Sí, saben cuánto, ¿no? En efecto, el 0,6
este año y el 0,8 el que viene, pero el titular es que el FMI triplica las
previsiones de crecimiento para España. No, no crean que quiero ver el vaso medio
vacío, pues de inmediato he de decir que es verdad que la situación no tiene
parangón con el abismo al que nos asomamos hace apenas algunos meses; que el
Gobierno está actuando con sensatez dentro de su escaso margen de maniobra; y que se trata de un crecimiento asentado en buenos cimientos. Identifiquemos todo lo
positivo y ponderemos su importancia.
1. Empecemos por la prima de riesgo. De estar desbocada ha pasado a
permitir un endeudamiento mucho más barato a nuestras empresas, y las
últimas emisiones de deuda pública confirman que el Estado la “coloca” a
un interés mucho más bajo. A ello hay que añadir que nuestros títulos de deuda
pública están empezando a interesar a inversores extranjeros. Cabría suponer
que esto es porque confían en la recuperación de la economía, pero si cuando la
prima estaba disparada se decía que ello no se correspondía con la situación
real de la economía española, creo que igualmente ahora conviene no engañarse.
Lo que ha sucedido es que la Unión Europea, y más concretamente Alemania, han
cambiado de postura y se han sumado a las tesis del Banco Central Europeo.
Finalmente ha imperado la sensatez, que se ha traducido en la relajación de las
exigencias de cumplimiento del déficit público, y en la aceptación de la
política de Mario Draghi de defensa activa del euro por parte del Banco Central
Europeo. Los mercados han creído a Draghi porque Alemania ha comprendido que el
euro es lo suficientemente ventajoso para ellos como para aflojar el lazo con
que nos tienen atados. Les basta con un tirón de correa de vez en cuando.
2. Exportaciones y turismo. Es
indiscutible la mejora de nuestro sector exterior. La devaluación interna en
los salarios, la estrategia de internacionalización y la reestructuración de las
empresas que han sobrevivido a la crisis y de las nuevas que están emergiendo
son, junto a la puesta en marcha de nuevas iniciativas empresariales que
penosamente (por dificultades de financiación) se han ido abriendo paso, la
mejor noticia de esta crisis. Por otra parte, el turismo ha sido una fuente de
ingresos muy importante en el último año hasta el punto de habernos vuelto a
situar como la tercera potencia mundial en número de visitantes.
3. El déficit público sigue siendo elevado, pero parece que estamos muy
próximos a cumplir con los objetivos relajados de Bruselas. Afortunadamente,
como decía antes, se han dado cuenta de que nadie se beneficia poniendo metas inalcanzables. El esfuerzo en este terreno ha sido brutal, con un
tremendo coste social.
4. El sector financiero parece que ya no va a darnos más sustos, e incluso
se otean alegrías como la nacionalizada Bankia. Esperemos que la “sangre”
monetaria irrigue la economía.
A grandes
rasgos estos son los elementos más destacados que desgraciadamente se traducen
en un crecimiento escuálido, debido a que el consumo no puede despegar y el
gasto público permanece en la senda del ajuste. Por ello, aun reconociendo lo
positivo, realmente el panorama que diviso me sigue pareciendo enormemente
preocupante. En los próximos años encontrar un puesto de trabajo estable y bien
remunerado va a ser muy difícil en España, y no digo nada si se tiene más de 45
años. Algunos jóvenes van a tener que seguir emigrando, aunque confío en que se
consolide el nuevo impulso emprendedor (sin ir
más lejos, observo con satisfacción los “maratones” de creación de empresas que
se llevan a cabo en mi Universidad y que están suponiendo la puesta en marcha
de interesantes iniciativas empresariales). La población activa va a seguir
disminuyendo y las necesidades sociales van a aumentar de una forma muy
acusada. Aquí es precisamente donde veo el principal problema de los próximos años.
Cualquiera que tome contacto con la sanidad pública y con la situación relativa
a bienestar social se dará cuenta de que el asunto empieza a desbordarse con el
envejecimiento de la población. Más pensionistas, es decir, más gasto en
pensiones y también más necesidades médicas y de asistencia de todo tipo. Caminamos
hacia una sociedad con niveles elevados de paro, grandes
desigualdades sociales y, sobre todo, incapaz de hacer frente a las necesidades
de las capas más desfavorecidas de la población y en especial de los mayores. Si
queremos dar respuesta a estas situaciones, o aumentamos el gasto público en
sanidad y bienestar social o diseñamos una estrategia de acción social
solidaria que movilice a la sociedad. Ese fue el centro del discurso del Rey
Guillermo de Holanda que generó tanto debate. La actual situación económica nos
impide relajar el proceso de ajuste, pero al mismo tiempo el descontento
ciudadano va a aumentar y presionar para que se pongan en marcha políticas
incompatibles con el proceso de ajuste que Bruselas sigue exigiéndonos para salvaguardar el maldito euro (soy como el conejito de Duracell), así que
sigo sin ver nada claro el horizonte.
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Sociedad
miércoles, 18 de diciembre de 2013
jueves, 12 de diciembre de 2013
Las preguntas de la consulta catalana
Todo el mundo puede entender qué
implica ser un Estado independiente, pero nadie puede tener claro qué
consecuencias tendría para Cataluña y para el resto de España esa condición de
Estado “no independiente” que permite la pregunta que se pretende formular.
¿Qué sería Cataluña en ese caso?, ¿un Estado federado dentro de una España
federal?, ¿un Estado libre asociado?, porque Estado, lo que se dice Estado, suele
identificarse con una organización que se atribuye el monopolio de la violencia
legítima en su territorio, un monopolio que por consiguiente presupone la
independencia.
Dice Mas que es una pregunta
clara (más bien querrá decir que claro que es una pregunta), y que ha sido consensuada.
En ese consenso está la clave para entender el bodrio. CiU ha insistido de
manera recurrente en que Cataluña necesita “estructuras de Estado”. Su anhelo
es una soberanía compartida entre Cataluña y el resto de España, y un estatus de
Estado libre asociado. En definitiva, lo previsto en el plan Ibarretxe, es
decir una independencia libre de las cargas que comporta la independencia. Así
se explica la primera pregunta, que es fiel reflejo del independentismo sin
independencia que caracteriza a CiU. Y luego viene la pregunta -esta vez muy clara- de ERC “¿quiere
usted que ese Estado sea independiente?”, que queda parcialmente desvirtuada al no saber qué
comporta el Estado “no independiente”. Se han superado a sí mismos. Semejante
ejercicio de ilusionismo dejará perpleja a la comunidad internacional, sobre
todo a países como Canadá, que para este tipo de consultas exige claridad, pero
de la de verdad, y no preguntas de la señorita pepis. Si tanto costaba preguntar directamente “¿Desea que Cataluña sea un
Estado independiente?” es porque realmente CiU sabe cuáles son las
consecuencias de la independencia y no desea afrontarlas.
Imagino lo que vendrá a partir de
ahora. Recurso al TC y prohibición de la consulta, que con grandes protestas acatará la Generalitat para acto seguido convocar unas elecciones que supondrán la
investidura de un presidente de la Generalitat de ERC que realizará una
declaración unilateral de independencia apoyada en una resolución del parlament
de Catalunya. A partir de ahí se puede especular. Un colega me
decía mientras almorzábamos que no se utilizará la violencia y Cataluña se
independizará, que además es lo que él considera más adecuado, pues es una
cuestión que a su juicio no merece una sola gota de sangre. Yo creo que la
respuesta del Gobierno puede estar condicionada por el resultado de esas
elecciones, pero lo más probable es que no tenga más remedio que suspender la
autonomía y utilizar las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, o incluso
el ejército para hacer cumplir la Constitución.
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Actualidad política
miércoles, 11 de diciembre de 2013
A propósito de la excarcelación de Ricart
Miguel Ricart, uno
de los asesinos de las niñas de Alcacer, fue condenado por unos crímenes
cometidos hace veintiún años cuyo recuerdo todavía nos estremece. Parecía
destinado a permanecer en prisión treinta años, pero la sentencia del Tribunal
Europeo de Derechos Humanos, que ha considerado que la aplicación retroactiva
de la “doctrina Parot” efectuada por el Tribunal Supremo viola el art. 7 del
Convenio Europeo de Derechos Humanos, ha supuesto su excarcelación. No estamos
ante un caso como el de Bolinaga, cuyo cáncer terminal se esgrimió
para dejarlo en libertad y sigue vivito y coleando más de un año después.
Ricart ha cumplido su condena conforme a derecho. Pero es verdad, los ciudadanos somos muy libres de
seguir pensando que, aunque haya cumplido su condena, Ricart sigue siendo un
asesino. Podemos, si así lo deseamos, negarle la entrada en nuestro bar,
cerrarle la puerta del taxi, decirle que nuestro hotel no tiene habitaciones
para él, no darle empleo, mirarle con odio si lo reconocemos, y mil perrerías
más para que abandone España y, si fuera posible, este mundo. Nada nos impide
estigmatizarlo de por vida haciéndole sentir nuestro rechazo para prolongar su
castigo. Por su parte, los familiares de las niñas pueden negarse a perdonarle.
El derecho no puede impedir el odio (salvo supuestos extremos contemplados como
delito en el Código Penal), el desprecio y, por tanto, ninguno de los
comportamientos citados. ¿Pero es justo tratar así a Ricart, aunque haya
cometido terribles crímenes?
Cuando el
delincuente cumple la pena establecida por la sociedad no se hace acreedor a
ningún tipo de perdón. Ese cumplimiento por sí mismo no lo hace merecedor de ninguna consideración
especial, ni le protege, como antes decía, del odio y del desprecio. Podría
pensarse que se limita a saldar la deuda que tenía contraída con la sociedad en la
medida establecida por la propia sociedad, pero ni siquiera se puede
trazar una analogía completa entre el cumplimiento de una pena de cárcel por
crímenes brutales y el pago de una deuda, pues una deuda puede tener su origen
en acciones lícitas, que dejen fuera de lugar cualquier valoración moral del
deudor; e incluso si la deuda tuviera su origen en un comportamiento ilícito,
en muchos casos tampoco estaría justificada esa indagación moral (como, por
ejemplo, la deuda generada por una multa de tráfico). En la mayoría de casos,
cuando el deudor salda una deuda está justificado que se le deje tranquilo.
Esto es precisamente lo que parece que no puede admitirse en el caso de
crímenes brutales como el de las niñas de Alcacer. ¿Cómo ignorar que un
“monstruo” anda suelto? ¿No es absurdo pretender que la gente cierre los ojos
ante algo así? A Ricart debería bastarle con estar libre, que no nos pida más.
Esa sería la principal prueba de respeto, su libertad. ¿Qué opinan? El asunto es delicado. Les daré mi opinión.
De entrada me parece dudoso que la persecución y la información constante sobre la localización de Ricart no viole algún derecho fundamental. Dejando esto al margen, considero un espectáculo bochornoso ver a un periodista mendigarle unas declaraciones, o dar cuenta de todos sus movimientos hasta el detalle de referir si ha pasado la noche en las vías del tren de cierta localidad. Desde luego si Ricart tuviera un cierto afán por reinsertarse y enmendar los errores que cometió en su juventud se dará cuenta de que eso va a ser imposible. Sí, podemos odiar y despreciar a Ricart y a cualquier criminal, por mucho que haya cumplido su condena, pero al hacer eso nos convertimos en una sociedad incapaz de darle la posibilidad de redimirse. Y una sociedad así no me gusta nada. Se puede considerar que ciertos delincuentes no admiten reinserción y está justificado que la sociedad se proteja de ellos. Ahora bien, más allá de estos casos soy contrario a la cadena perpetua. Penas severas para delitos graves sí, pero debe permanecer abierta la posibilidad de reinserción. Por tanto, fijemos la "deuda" que genera el delito, pero luego respetémosla no ofreciendo espectáculos de persecución y acoso a quien ha cumplido su condena. Por otra parte, pienso que no se gana nada despreciando u odiando, pero allá cada cual con su conciencia. Alguno me objetará que quizá no diría lo mismo si Ricart se instalara en mi barrio, y mucho menos si mi hija hubiera sido una de sus víctimas. Es verdad, no me haría gracia tener a Ricart de vecino, pero ni organizaría una estrategia para hacerle la vida imposible con el fin de que hiciera las maletas, ni participaría en algo así. Antes me iría yo. Y en cuanto a que no diría lo mismo siendo víctima, con las reservas que implica tener que imaginar una situación tan dura, con sinceridad creo que si el asesino de mi hija viniera a mí, se mostrara sinceramente arrepentido y me pidiera perdón, le perdonaría. Nada más autodestructivo que vivir con odio.
De entrada me parece dudoso que la persecución y la información constante sobre la localización de Ricart no viole algún derecho fundamental. Dejando esto al margen, considero un espectáculo bochornoso ver a un periodista mendigarle unas declaraciones, o dar cuenta de todos sus movimientos hasta el detalle de referir si ha pasado la noche en las vías del tren de cierta localidad. Desde luego si Ricart tuviera un cierto afán por reinsertarse y enmendar los errores que cometió en su juventud se dará cuenta de que eso va a ser imposible. Sí, podemos odiar y despreciar a Ricart y a cualquier criminal, por mucho que haya cumplido su condena, pero al hacer eso nos convertimos en una sociedad incapaz de darle la posibilidad de redimirse. Y una sociedad así no me gusta nada. Se puede considerar que ciertos delincuentes no admiten reinserción y está justificado que la sociedad se proteja de ellos. Ahora bien, más allá de estos casos soy contrario a la cadena perpetua. Penas severas para delitos graves sí, pero debe permanecer abierta la posibilidad de reinserción. Por tanto, fijemos la "deuda" que genera el delito, pero luego respetémosla no ofreciendo espectáculos de persecución y acoso a quien ha cumplido su condena. Por otra parte, pienso que no se gana nada despreciando u odiando, pero allá cada cual con su conciencia. Alguno me objetará que quizá no diría lo mismo si Ricart se instalara en mi barrio, y mucho menos si mi hija hubiera sido una de sus víctimas. Es verdad, no me haría gracia tener a Ricart de vecino, pero ni organizaría una estrategia para hacerle la vida imposible con el fin de que hiciera las maletas, ni participaría en algo así. Antes me iría yo. Y en cuanto a que no diría lo mismo siendo víctima, con las reservas que implica tener que imaginar una situación tan dura, con sinceridad creo que si el asesino de mi hija viniera a mí, se mostrara sinceramente arrepentido y me pidiera perdón, le perdonaría. Nada más autodestructivo que vivir con odio.
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Sociedad
miércoles, 4 de diciembre de 2013
"Cuaderno de un esquizofrénico"
En la película "Atrápame", el padre del protagonista, al recibir un premio, toma la palabra y pronuncia un breve discurso: "Dos ratoncitos cayeron en un cubo de nata; el primer ratón enseguida se rindió y se ahogó, el segundo ratón decidió pelear, y se esforzó tanto que finalmente transformó la nata en mantequilla y consiguió escapar". No sé si alguno de los seguidores de este blog habrá tenido curiosidad por bucear en "Cuaderno de un esquizofrénico", el blog de mi amigo Óscar referenciado en este blog. Si es así, año tras año, día tras día, habrán podido seguir su lucha, los momentos difíciles, incluso al borde de la tragedia, y los días en que tímidamente salía el sol. Hoy recuerdo los tiempos en que le animaba a escribir un blog, y me siento feliz al ver que la trayectoria que en él se refleja se asemeja a la de ese ratón que de tanto pelear acabó transformando la nata en mantequilla.
(Felicidades en tu 44 cumpleaños)
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Personal
jueves, 7 de noviembre de 2013
El cierre de RTVV
Con recursos suficientes para sanidad
y educación, casi todo el mundo considerará positivo contar con una
radiotelevisión pública (al margen de si la gestión es privada) valenciana que
preste atención prioritaria a noticias, eventos y tradiciones valencianas, y en
la que el valenciano sea la lengua vehicular. Ese debería haber sido desde el
principio el objetivo de la RTVV: un servicio público que ofreciera contenidos
audiovisuales de calidad utilizando con eficiencia los recursos públicos. Sin
embargo, los políticos, primero del PSPV y luego del PP, la utilizaron para sus fines partidistas, y la calamitosa gestión desarrollada
sobre todo durante el gobierno del PP la ha conducido a un callejón de difícil
salida que los errores cometidos en la tramitación del ERE han convertido en paredón insalvable.
Los trabajadores que se felicitaban del fallo del Tribunal Superior de Justicia
de la Comunidad Valenciana debían haber previsto que ello abocaba a la empresa al cierre, y cuando esa misma tarde se conoció la decisión del Consell toda la plantilla se dio
cuenta de que se iban a la calle sin remedio. Sí, sin remedio, por mucho que
los partidos de la oposición aprovechen la ocasión para hacerles creer que hay
alternativas al cierre. Ayer, Enric Morera, de Compromís, en un debate con
Serafín Castellano, Chimo Puig y Marga Sanz no tenía reparos en presentar una
de esas “alternativas”: reclamar al gobierno central el pago de la “deuda
histórica” que se tiene contraída con Valencia, y que, según él, superaría los
10.000 millones de euros. Con ese dinero, sostenía Morera, incluso sólo con los
intereses que corresponderían al año por esa cantidad, el asunto estaría
resuelto. Soy el primero es manifestar mi indignación con la infrafinanciación
que padecemos los valencianos, un verdadero escándalo comparado, por ejemplo,
con comunidades como Cantabria (por referirme a las de régimen común, pues lo
del concierto navarro y el cupo vasco es un atraco bochornoso), y la sociedad
valenciana debería hacer valer sus argumentos desde la lealtad, pero con
seriedad, energía, constancia y coherencia. Ahora bien, pretender dar
esperanzas a los trabajadores esgrimiendo semejante “solución” de los
mundos de yuppie no parece el mejor aval para alguien que aspira a desempeñar
en breve tareas de gobierno. Por otra parte, con la sentencia del TSJ sobre la
mesa, cualquiera puede entender que ahora no es posible sentarse a negociar un
nuevo plan de viabilidad. La gestión calamitosa de la empresa, el chapucero ERE y la sentencia han hundido sin remedio RTVV. Todos los implicados deberían
ser conscientes de su grado de responsabilidad, y no poca tienen unos
sindicatos que han actuado con una escalofriante insensatez al no ser capaces
de medir las consecuencias de sus actos, incluso teniendo razón.
Lamento mucho el cierre de RTVV, y espero que pronto podamos contar con un servicio público austero y eficiente de radiotelevisión pública valenciana, pero Fabra ha acertado plenamente.
Es más, estamos ante una decisión que por primera vez permite ver en él un
líder. El cierre es una demostración de la mala gestión del PP, pero decidir
bien es tomar la mejor decisión posible en función de las circunstancias. Una vez conocido el fallo del TSJ, Fabra podía
haberse visto tentado a recular, explicar y tratar de convencer a Rajoy de que
no podía asumir el coste político del cierre y acto seguido rogarle a Montoro
que, puestos a incumplir el objetivo de déficit, aprovechara para añadir unos milloncetes
al FLA y fiarlo todo al cambio en el modelo de financiación. Ha estado muy
lúcido al negarse a seguir ese camino. La prioridad de Fabra ha sido tomar la mejor decisión posible y
no justificar las vergüenzas de gobiernos anteriores, por mucho que pertenezcan
a su partido. El acierto se ha visto aumentado con la reacción de la oposición.
Bien está, faltaría más, que aprovechen para criticar duramente la gestión
del PP en este tema y de paso en todos aquellos que estimen conveniente. Bien
está también que demanden una radiotelevisión pública de calidad, y que se
afanen en anunciar que no dudarán en destinar a ello dinero público. Pero es una torpeza grave y absolutamente innecesaria criticar la decisión del cierre cuando realmente no hay alternativa sensata.
Por congraciarse con los trabajadores de RTVV, que además no lo merecen, porque
han demostrado un comportamiento incompatible con la deontología profesional
exigible a un periodista durante muchos años –incluyo los del gobierno Lerma-,
han quedado en evidencia frente al conjunto de los ciudadanos valencianos,
muchos de los cuales pueden empezar a pensar que Fabra, a pesar de que no es
precisamente Cicerón, igual es más sensato que una oposición que reclamando una rectificación de la decisión adoptada parece incapaz de
darse cuenta de que no nos podemos permitir una televisión pública de 1.600
trabajadores.
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