Ayer acudí en Alicante a la manifestación contra el golpe de Estado liderado por Sánchez. Ya es absolutamente evidente que una mayoría parlamentaria se ha ciscado en la Constitución y ha roto las bases en las que se funda el Estado de Derecho. Decidí desplazarme al centro de Alicante en tranvía. Mi vagón se fue llenando de ciudadanos que íbamos al mismo sitio conforme avanzaba el trayecto. La media de edad era bastante alta. Nos pusimos a hablar de política. Al principio escuchaba, porque me interesa mucho más saber lo que piensan otras personas. Bien entrada la conversación de los que tenía junto a mí, simplemente les hice una observación que podía parecer pesimista: “El problema es que llegamos tarde. Nunca se le debió dar esta oportunidad a Sánchez”. Por lo menos pudimos compartir nuestra indignación. Gente corriente, nada de ultras como pretenden hacer creer el tirano y sus voceros. Alguno no tenía inconveniente en decir que en el pasado había votado al PSOE y se sentía engañado. Es tan evidente lo que está sucediendo que, como escribía en la última entrada, ya no cuela el argumentario de la sección socialista-comunista-independentista que se ocupa de blanquear el golpe en los medios de comunicación.
La inmensa mayoría de los ciudadanos sabemos que si debemos
esperar cuatro años para volver a tener la palabra en las urnas nos
encontraremos con que los golpistas ya habrán conseguido sus objetivos. Un
amigo, catedrático, compartía conmigo el viernes su preocupación. Se acordaba
del golpe del 23-F, pero me decía que aquello duró unas horas y esto puede
durar años. Algunos se resisten a hablar de dictadura, creen que este
calificativo es exagerado y da argumentos a los que critican las
movilizaciones. No es así. El parlamento no representa la voluntad de los
ciudadanos: el acuerdo es un pacto entre partidos para conseguir sus objetivos sin
respetar los fundamentos del Estado constitucional de Derecho. Y el parlamento
pretende domeñar al poder judicial infundiendo miedo a los jueces. Este miedo
irá extendiéndose a otras instancias y veremos hasta dónde llega. El Tribunal
Constitucional ya ha sido tomado, así que los ciudadanos se sienten indefensos
e impotentes viendo cómo se les está robando lo que muchos creían que era una auténtica
democracia, creencia que habrá que examinar si era cierta. Quizá estábamos
instalados falsamente en ella. Por consiguiente, sólo hay un camino: resistir y
seguir con la movilización pacífica contra el tirano.