jueves, 12 de julio de 2007

¿Cómo se rompe una nación?

Es trágicamente divertido ver cómo ZP muestra el engaño a la gente y buena parte de la grey española lo toma con mansedumbre, sin ni siquiera hacer un amago de empitonar a semejante subalterno encaramado en lo más alto del escalafón. Nos larga Zetapé, "veis, se ha aprobado el Estatuto catalán y no se ha roto España. Rajoy es un profeta del desastre y un desastre como profeta". Se relame en la suerte pronunciando esta última frase que le habrá proporcionado algún mamón de su gabinete con el grado de doctor en trabucar las ideas y el lenguaje. Hoy podría seguir su faena: "En Cataluña se va a aprobar una Agencia Tributaria y, como ven, no pasa nada, España no se rompe". Es tal el revoltijo intelectual de este sujeto que confunde una nación con una cosa física. Pero, vamos a ver, ¿cómo cojones se rompe una nación? La nación básicamente requiere tres cosas: identidad, búsquedad del bien común y solidaridad entre sus miembros. Cuando se cambia el nombre a la nación u otros símbolos de identidad parece que algo ha cambiado y eso lo ve fácilmente la gente. Pero una nación se destruye también cuando impera el espíritu de facción, es decir, cuando prima el interés particular sobre el general. ¿Acaso no estamos viendo que eso sucede en España? Muchas comunidades autónomas están buscando su propio interés, y, como esto siga así, otras irán a la pitanza de las competencias y dineros estatales al grito de maricón el último. Crear la Agencia Tributaria catalana con las aviesas intenciones que confiesan los nacionalistas es cargarse la nación, aunque los símbolos de identidad y las fronteras no se alteren. ¿Y de la solidaridad que les voy a decir? Soy valenciano y me manifesté en defensa del Plan Hidrológico Nacional. Ya me dirán ustedes si este subalterno no merece que España deje de ser vaca y vuelva a ser toro bravo para empitonar al fulano y mandarle al otro barrio.

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