miércoles, 18 de julio de 2007

Celtíberos en el París del 56

Me cuenta mi padre una situación que vivió durante su luna de miel en París, en el año 56. En la capital francesa residía exiliado un tío abuelo mío, un importante político republicano que había decidido no regresar a España en tanto Franco no la diñara. Franco y él habían nacido el mismo año, así que era un reto a ver quién aguantaba más. Finalmente, Franco le sacó unos cinco años de ventaja y tengo a mi tío enterradito en París. Mientras estuvo allí, mis padres y otros parientes se beneficiaron de su hospitalidad. Al llegar a París les esperaba un coche oficial con banderitas y todo, y durante un mes disfrutaron de la ciudad del amor.

Un día mi tío –que, por cierto, era masón- iba a ir a una reunión política de españoles en Francia y le preguntó a mi padre si deseaba acompañarle, a lo que él accedió gustoso. Su impresión al llegar a la reunión nos la podemos imaginar. Así me la narró: “Fue entrar allí y sentir que me había trasladado a España. Todos fumando y gritando como en una taberna. Despotricando del adversario político, echándose las culpas de haber perdido la guerra. Tu tío era de Izquierda Republicana y no podía ver a los socialistas”. Han pasado varias generaciones, pero el sello de identidad celtibérico permanece indeleble.

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