sábado, 5 de enero de 2008

Comentario a un párrafo de Juan Manuel de Prada

En su artículo “Las vacas flacas”, publicado en ABC este sábado, Juan Manuel de Prada incluye el siguiente párrafo:

“Cada pueblo tiene los gobernantes que se merece; y, desde luego, el pueblo español se merece que los socialistas sigan gobernándolo otros cuatro años. Que ahora, en vísperas de las elecciones, la crisis económica se convierta en la única esperanza de su fracaso nos confirma este aserto. Un pueblo capaz de vender su primogenitura por un plato de lentejas merece quedarse sin primogenitura y sin plato de lentejas. Y el pueblo español ha transigido con todo, con tal de seguir metiendo la cuchara en el plato de lentejas de la prosperidad económica: ha transigido con la descomposición del tejido nacional, ha transigido con la ignominia de la negociación con una banda de criminales, ha transigido con la irresponsabilidad de unos gobernantes empeñados en resucitar los fantasmas del cainismo. Un pueblo capaz de transigir con tanta podredumbre es un pueblo despojado de fibra moral, reducido a pura animalidad invertebrada; y ya se sabe que a los animales basta con aprovisionarles el pesebre para tenerlos satisfechos”.

Yo no tengo excesiva simpatía por mis compatriotas, principalmente por cuestiones que algunos considerarían menores, tales como nuestra incapacidad para hacer de España un país en el que se respeta el medioambiente, el silencio, las buenas maneras y tantas otras cosas que brillan por su ausencia mientras nos seguimos tragamos esa filfa de que como en España no se vive en ninguna parte. Ahora bien, creo que De Prada no está siendo completamente justo. Como cualquier español medianamente sensato, he vivido con enorme preocupación las andanzas, ocurrencias y felonías varias del orate monclovita desde que se convirtió en Presidente. Este nefasto gobierno, entre otras cosas, ha menoscabado gravemente la cohesión nacional, ha dilapidado la herencia económica que recibió, ha contribuido a banalizar el matrimonio y se ha comportado de forma irresponsable e ignominiosa en la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, no es cierto que el pueblo español haya transigido con todo ello. En reiteradas ocasiones ha salido a la calle a protestar contra muchas de estas medidas y todavía no ha tenido oportunidad de pronunciarse en las urnas. Si en las próximas elecciones Zapatero vuelve a gobernar, entonces sí que tendrá razón De Prada en su aseveración. En lo que sí que tengo que dar la razón a mi coetáneo es en que parece mentira que tenga que ser precisamente la crisis económica, que ya empieza a arreciar con fuerza, el principal motor del cambio de tendencia de los electores. Ahora bien, hay que ser justos y añadir que en marzo de 2004 los españoles arriesgaron ese plato de lentejas, que tenían más seguro con la gestión económica del PP, y decidieron –quizá en un arrebato emocional- que había razones más importantes que las estrictamente económicas a la hora de gobernar una nación.

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