Hay escritores que desdeñan los nuevos lectores electrónicos (ereaders) para leer libros digitales (ebooks). Creen que no pueden compararse con el placer que proporciona leer sobre el papel, poder tocar una página y guardar el libro en la biblioteca disfrutando de su cálida y arropadora presencia en el salón de la casa o en el estudio. Todo ello es más importante que la ventaja evidente de soportar menos peso entre las manos o de poder llevar en ese dispositivo cientos o miles de libros. Puedo entenderlo hasta cierto punto, porque es verdad que la visión de una biblioteca es algo verdaderamente bonito, sobre todo cuando es obra de una persona y revela sus lecturas. Por eso me parecen más interesantes las bibliotecas que almacenan lecturas reales que aquellas que adquieren proporciones elefantiásicas, e incluyen ejemplares que nunca han tenido la fortuna de hallar un lector. Recuerdo, por ejemplo, que cuando visité la casa de Thomas Mann en Lübeck me llamó la atención el armario que albergaba sus libros. Estaba repleto, pero tratándose de un armario es obvio que incluía una cantidad limitada de ejemplares, aquellos libros que más influyeron en el gran escritor alemán.
Cuando hablamos de libros y de lectura para mí lo más importante es poder leer a gusto un libro. Su presencia física es secundaria. Por ello me sorprende –sobre todo en los escritores- esa obsesión por “el físico” en una actividad absolutamente espiritual. Me interesé por los lectores electrónicos por dos motivos: por una parte, mi dedicación a la investigación hace que viaje cargado de libros, lo cual es siempre incómodo. Además, hay libros de derecho –sobre todo hispanoamericanos- que es más fácil adquirir en formato digital que en papel. En segundo lugar, al margen de la investigación, quería saber si leer un texto en tinta electrónica podía resultar cómodo (nada de Ipad o tablets con pantalla retroiluminada que cansa la vista y consume más batería). Así que me puse a indagar sobre el tema y llegué a la conclusión de que me convenía adquirir uno de estos lectores que me permitiera realizar anotaciones sobre el texto. Quería uno que tuviera una pantalla de 9 pulgadas porque pensé que me resultaría más cómodo, pero finalmente opté por uno de 6, el Samsung E65. Me compré algunas novelas digitales (ebooks) y empecé a leerlas en el formato Epub. Pues bien, confieso que estoy disfrutando leyendo en este formato Epub y tamaño de letra segundo empezando por la izquierda. ¡Un auténtico placer! Una de las novelas que me compré fue “Los pilares de la tierra”, de Ken Follet, que tan buenas críticas ha recibido. Curiosamente mi mujer me lo regaló en papel –no sabía que lo tenía en digital-, así que tengo la posibilidad de leer la novela con el ereader o en papel. Pues me resulta muchísimo más cómodo leerla en el ereader. Así que yo desde luego lo tengo claro: me paso al ereader, porque a mí lo que me gusta es leer.
1 comentario:
Mi primera novela en libro electrónico fue Los hombre que no amaban a las mujeres cuando lo comentaba, se sorprendían de que estuviera leyéndolo en una pantalla de 3,5 pulgadas; pero lo cierto es que una vez te introduces en la historia y ésta te atrapa que el formato y que el soporte sea electrónico o digital carece de importancia. Desde entonces he leído varios libros en mi aparato, en el que también puedo realizar anotaciones. Definitivamente oponerse a este sistema es absurdo. El debate entre tinta electrónica u otro tipo de dispositivos también pensados para el ocio y el entretenimiento lo encuentro menor, la tecnología avanza muy rápido y los sistemas se irán perfeccionando, siendo ambos cada vez más eficientes en el uso energético y manejo de la pantalla. Échele un vistazo a esta aplicación Calibre. Tal vez pueda usarla con su dispositivo. Podrá crear, administrar y cargar e-books de manera realmente fácil.
Publicar un comentario