sábado, 14 de enero de 2012

La crisis en la calle

El precio de la gasolina y la conveniencia de combatir el sedentarismo me anima a ir y volver caminando cada día a mi trabajo. Hay varios trayectos por los que puedo optar, y últimamente elijo calles transitadas del barrio obrero de Altabix para tomarle el pulso a la calle, como suele decirse. Observo las ropas y los rostros de la gente al comenzar el día. Veo sus gestos, escucho sus conversaciones, me fijo en los comercios que cierran, en los que ofrecen rebajas agresivas, en los nuevos y arriesgados negocios que apuestan por servicios “low cost”, en el precio irrisorio de algunos pisos que figura en los escaparates de las inmobiliarias, en los coches que llevan un papel de “se vende” en la ventanilla con un precio y el teléfono móvil, en el cartel pegado en la farola animando a sumarse a una “cacerolada” contra los recortes en sanidad, en los folios con números de teléfonos en los que se ofrece señora para cuidar mayores o niños, pintor, albañil o cualquier otro servicio. Esta es la imagen real de la crisis. Veo tristeza y cansancio de buena mañana. Escucho que se habla de dinero. La gente se queja de abusos, de que no llega a fin de mes. Hoy, en el supermercado, dos mujeres comparaban precios, buscaban ofertas, y se referían a otros supermercados. Detrás de los datos macroeconómicos, especialmente dramáticos en la Comunidad Valenciana, hay una sociedad que se desliza hacia una pobreza cada vez más agobiante. 

1 comentario:

Óscar Hdez Mañas dijo...

Hoy miércoles 1 de febrero una joven mujer rompía a llorar mientras conversaba con un amigo sobre la crisis y sobre como estaba azotando a su familia, también hoy otra joven chica me comentaba que ya no se podía permitir ninguna de sus alternativas de ocio y hace unos días otra persona comentaba que había notado una disminución del tráfico en la ciudad. En general, las conversaciones que se pueden seguir en el autobús giran entorno a la crisis.