martes, 10 de abril de 2012

Al borde del abismo

Ni los presupuestos de 2012, que Montoro ha calificado como los más austeros de la democracia, ni el anuncio del pasado fin de semana de un ajuste de 10.000 millones de euros en sanidad y educación han hecho que la prima de riesgo española deje de subir. Estamos al borde de la quiebra y, por tanto, de ser rescatados en unas condiciones que garantizan un grave estallido social y una crisis política sin precedentes. ¿Por qué? La causa próxima, a mi juicio, se halla en el tremendo error del gobierno de retrasar la aprobación de los presupuestos por razones partidistas. Con ello se ha perdido tiempo y, sobre todo, credibilidad. De ir marcando la iniciativa se ha pasado a ir a remolque, ofreciendo nuevas razones para que se confíe en la solvencia de España. Ahora tenemos reforma de la sanidad en dos semanas. ¿Se acuerdan de lo que les decía del copago (o como lo quieran llamar) que viene? Estaba cantado, porque sólo así, es decir, reduciendo la base del Estado social se podía cumplir con el objetivo de déficit de las Comunidades Autónomas.

Pero la causa última de esta crisis es otra, y llevo refiriéndome a ello desde hace tiempo. Claro que hacen falta reformas en España. Naturalmente que sí. Algunas de ellas son previas a “tocar” sanidad y educación, como la supresión de las diputaciones, la fusión de ayuntamientos, la reducción de empresas públicas, etc. Mucho se debe reformar en España, empezando por la mentalidad y los valores cívicos que predominan en nuestra sociedad. Leí que los mercados, conocido el presupuesto, esperaban todavía más reformas y que ello explicaba el aumento de la prima de riesgo. Tratar de conocer las razones de los mercados no es cosa fácil. Sólo hay una razón que sin duda les mueve: conseguir la más alta rentabilidad posible, lo cual pasa, naturalmente, porque les devolvamos lo prestado con los correspondientes intereses. Pero dejemos en paz a los mercados. ¿Creen que a Alemania, a Francia, a nuestros “socios” europeos les preocupa la situación de la sanidad o de la educación española? Lo que desean es que no quebremos para que no dejemos de pagar las deudas que con ellos tenemos contraídas, así como para que compremos los productos que nos venden. Son rigurosamente “socios”, se mueven por interés propio. Igual de socios son los mercados que nos prestan, que los países que nos van a rescatar. Unos y otros actúan movidos por interés.  

La crisis internacional que estamos viviendo tiene muchas razones, pero en el caso de España a una pésima gestión del gobierno socialista se ha unido el corsé letal que para nuestra economía está representando el euro y la interpretación que de la unión monetaria está haciendo Alemania. El euro es imposible, está condenado al fracaso porque es la moneda de naciones que miran básicamente por sus propios intereses, y cuyas economías divergen en exceso. ¿Qué hacer? ¿Hay alternativa a la vía ortodoxa que reclama que sigamos recortando y reformando para evitar la quiebra y luego comenzar a crecer? La cosa está difícil, pero quizá España tiene el tamaño suficiente para plantear un órdago. Pienso en voz alta: Los ajustes y reformas están bien hasta cierto punto, pero no se nos puede pedir algo que no es razonable porque compromete las bases de nuestro Estado social y las del crecimiento económico. Ante eso hay que plantarse, lo cual puede suponer la quiebra y el rescate. ¿Podemos pactar las condiciones del rescate? Se dice que no. Que los “socios” nos exigirían un ajuste infinitamente más duro que el que tendríamos que hacer para satisfacer a los mercados. Esto es cierto a no ser que España acuda a esa cita con un gobierno de unidad nacional dispuesto a regresar a la peseta y a transitar la vía Argentina si las condiciones del rescate no son asumibles. ¿Sería posible ese gran acuerdo nacional? Yo creo que sí. Ni siquiera a los partidos nacionalistas les interesa el escenario de un rescate leonino. Por eso digo que España quizá debe empezar a plantearse si la solución exige un órdago, porque si España cae yo creo que euro está muerto. Naturalmente, todo sería más fácil si los mercados dieran tregua y pudiéramos evitar el rescate, pero soy de los que piensa que el euro es un lastre no sólo para superar esta crisis de deuda, sino para favorecer el crecimiento de nuestra economía. Ojalá se empiece a tomar en serio la ruptura ordenada de la zona euro. La economía y la democracia saldrían ganando.

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