martes, 17 de julio de 2012

Algo que la Iglesia no debería olvidar

Un amigo me dijo que la Iglesia Católica aporta un porcentaje muy escaso al presupuesto de Cáritas. Me sorprendió, ya que pensaba que esta organización dependía íntegramente de la Iglesia en todos los aspectos. Comprobé que, para mi sorpresa y decepción, mi amigo estaba en lo cierto. No obstante, estoy convencido de que la labor de la Iglesia en ayuda de los pobres es admirable, aunque creo que puede y debe mejorar. Cuando acudo a misa muy pocas veces la homilía se centra en alguna de las siete obras de misericordia corporal. ¿Cuáles son? Allá van:

  1. Visitar y cuidar a los enfermos.
  2. Dar de comer al hambriento.
  3. Dar de beber al sediento.
  4. Dar posada al peregrino.
  5. Vestir al desnudo.
  6. Redimir al cautivo.
  7. Enterrar a los muertos.
 En ocasiones escucho y leo que la religión musulmana obliga a dar de comer a quien te lo pide, pero se olvida que en el cristianismo existe la misma obligación de misericordia, y que hubo un tiempo en que en la cristiandad, es decir, en Europa estas obras de misericordia estaban plenamente instaladas en la vida de la gente hasta que poco a poco fueron perdiendo vigor. Ojalá la jerarquía eclesiástica volviera a recordar a los fieles la importancia de cumplir con estas obligaciones. Y, por cierto, ya que estamos, aquí tienen las siete obras de misericordia espiritual:

  1. Enseñar al que no sabe.
  2. Dar buen consejo al que lo necesita.
  3. Corregir al que yerra.
  4. Perdonar las injurias.
  5. Consolar al triste.
  6. Sufrir con paciencia los defectos del prójimo.
  7. Rogar a Dios por vivos y difuntos.
 ¿Se imaginan una sociedad en la que se pusieran en práctica todas estas obras? ¿Se les ocurre un mejor programa para superar la crisis?

2 comentarios:

Miñón dijo...

Lo cierto es que no he entendido el mensaje.
Cáritas es la Iglesia católica, que se abastece de donativos de los fieles (periódicos o extraordinarios, donaciones, herencias, etc.), de la aportaciones que hace la Administración (Estado, CC. AA., Apuntamientos), de donativos de empresas, y de todo el mundo que por allí se llega. También el clero, la Conferencia Episcopal, da dinero. Junto a todo esto debemos contabilizar la inmensa tarea de los voluntarios, que es corazón de Cáritas.
Otra cuestión es si los programas sociales que financia la Administración y que ciertas organizaciones llevan a cabo son útiles o no, de si debe ser la Administración o los particulares quienes lo gestionen, etc. Esto es otra cuestión que hoy está zanjada por la efectividad de Cáritas en la gestión de esos recursos.
Nuestra sociedad no es propiamente cristiana, ¿se puede hablar propiamente de sociedad cristiana? La experiencia como católico es que son muchos fieles los que están comprometidos con las obras de misericordia. La red de parroquias llevadas por humildes fieles y sacerdotes abnegados son una fuente de buenos ejemplos. No todos los ciudadanos van a misa y colaboran en las tareas propias de la Iglesia y una de ellas es la caridad, como la predicación del evangelio y la administración de los sacramentos (esto es tarea de los curas). Podía seguir hablando pero creo que lo que quería decir ya ha sido dicho: la Iglesia es minoritaria, pero está viva.

Tomás de Domingo dijo...

Sí, Antonio. Lo que dices de la implicación de la Iglesia en las tareas de caridad es cierto, pero en las misas yo echo de menos la mención explicita y la reflexión sobre estas obligaciones.

Por lo que respecta a Caritas, yo creía que el dinero provenía exclusivamente de la Iglesia.