El título de esta novela de Dickens
refleja el ánimo con el que me embarqué en su lectura. En su día me decepcionó “Historia
de dos ciudades”, aunque he de reconocer la maestría de Dickens al mostrar
magistralmente cómo sacrificar la vida por amor puede dar sentido a una vida
desaprovechada. En estos casos la muerte es un gran triunfo. De “Grandes
esperanzas” esperaba una novela entretenida, con personajes sólidos, pero me he
encontrado con una narración desesperadamente parsimoniosa que no es compensada
por la profundidad psicológica que esperaba hallar. Claramente inferior a
Tolstoi o a Pérez Galdós, por ejemplo. Quizá la disposición a pedir y a aceptar
el perdón sea lo que más destacaría de esta novela que, siendo buena, no
deslumbra.
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