Yo fui uno de esos niños que crecimos disfrutando con los payasos de la tele, esos niños que, hoy convertidos en padres, solemos cantar algunas de sus bonitas y pegadizas canciones a nuestros hijos, y que nos afanamos en ir a comprar los dvds con sus actuaciones. Todos eran talentosos, ninguno desentonaba en su papel. Gabi, Fofó, Miliki y Fofito (y también Milikito, más conocido por Emilio Aragón) fueron los payasos de la alegría más que del humor. Eso es lo que los convirtió en inolvidables, en míticos, porque hemos olvidado las tramas de sus historietas, pero nunca olvidaremos que Miliki y su familia nos llenaron el corazón de alegría, que, si lo pensamos detenidamente, es lo más importante de la vida, porque no es posible la felicidad sin alegría, y ninguna moral parece admisible si sus normas tiñen la vida de tristeza y pesadumbre. De todo corazón, gracias Miliki por haberme ayudado a disfrutar de una niñez alegre y feliz.
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