Después de escuchar que Mas no planteará ninguna consulta a los catalanes en 2014 si el gobierno no lo autoriza, y que en ese caso convertirá en plebiscitarias las elecciones autonómicas catalanas de 2016, puede decirse que CiU ha rectificado sustancialmente su postura con relación a la consulta soberanista. Las elecciones de 2012 ya fueron plebiscitarias, pues se convocaron con el explícito propósito de impulsar la autodetermincación tras la multitudinaria manifestación de la diada. Creo que esta estrategia, aunque pueda parecer más sensata, ahondará en el desgaste electoral de CiU en beneficio de ERC. El votante soberanista de CiU volará a ERC y no creo que los convergentes recuperen el voto de aquellos que desconfían de las aventuras separatistas. Al mismo tiempo, la postura de Mas pone en serio riesgo el acuerdo de gobierno entre estas dos formaciones, pues es comprensible que ERC interprete el giro de Mas como una tomadura de pelo.
De todas formas, la cuestión catalana sigue pendiente y a estas alturas parece claro que no es posible limitarse a esgrimir la Constitución para afrontar las ansias independentistas. Creo que Rajoy y Mas coinciden en dar total prioridad a lo urgente, la crisis económica, y están de acuerdo en otorgar carácter plebiscitario a las elecciones de 2016. Mas ya declaró hace algunos meses que la secesión requería una mayoría muy amplia, y esto es precisamente lo que habrán comentado. Si tras una participación notable hay una amplia mayoría favorable a la autodeterminación, Rajoy, que ya habrá pasado la reválida de las urnas, podría admitir la conveniencia de abrir un diálogo político que contemple una reforma de la Constitución. Supongo que ambos habrán coincidido en poner el listón muy alto antes de dar pasos arriesgados, entre otras cosas porque sospecho que Mas empieza a ver que el independentismo era mejor negocio que la independencia, por lo menos desde la perspectiva de consolidar el poder político de CiU.
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