jueves, 27 de febrero de 2014

Orihuela

Hay lugares como Orihuela en los que uno se siente bien sin saber exactamente por qué. Son muchas cosas y ninguna en particular. El sabor a pueblo de algunas calles se combina con la monumentalidad del centro. La huerta de la vega baja regada por el Segura, que me recuerda a la huerta valenciana, sobre todo a la comarca del Camp de Túria, hace de Orihuela una ciudad muy distinta al resto de las de la provincia de Alicante. También esas montañas que la rodean y que invitan a pararse a contemplarlas cuando el sol las viste de diferentes colores acentúan la originalidad de Orihuela. El otro día, al salir del edificio de la Universidad (Las Salesas), comenzaba a anochecer y me sentí tan a gusto respirando el aire puro oriolano que miré al cielo y tomé una foto de la iglesia ubicada en la plaza contigua a la Universidad. 


1 comentario:

Anónimo dijo...

Lugares y personas, eso suele suceder, a veces uno tiene la sensación de estar por fin en casa, como si la búsqueda hubiese finalizado, sin una explicación lógica, porque si, sin más, sin necesidad de forzar ese placer que proporciona esa luz mortecina que embellece una vieja iglesia, al igual que esa mirada que nos descubre sin palabras. Bonita foto Don Tomás.