Hay lugares como Orihuela en los que uno se siente bien sin saber
exactamente por qué. Son muchas cosas y ninguna en particular. El sabor a
pueblo de algunas calles se combina con la monumentalidad del centro. La huerta
de la vega baja regada por el Segura, que me recuerda a la huerta valenciana,
sobre todo a la comarca del Camp de Túria, hace de Orihuela una ciudad muy
distinta al resto de las de la provincia de Alicante. También esas montañas que
la rodean y que invitan a pararse a contemplarlas cuando el sol las viste de
diferentes colores acentúan la originalidad de Orihuela. El otro día, al salir
del edificio de la Universidad (Las Salesas), comenzaba a anochecer y me sentí
tan a gusto respirando el aire puro oriolano que miré al cielo y tomé una foto
de la iglesia ubicada en la plaza contigua a la Universidad.
1 comentario:
Lugares y personas, eso suele suceder, a veces uno tiene la sensación de estar por fin en casa, como si la búsqueda hubiese finalizado, sin una explicación lógica, porque si, sin más, sin necesidad de forzar ese placer que proporciona esa luz mortecina que embellece una vieja iglesia, al igual que esa mirada que nos descubre sin palabras. Bonita foto Don Tomás.
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