Cuando se habla de la movida, de
los grupos de los 80, tengo la impresión que se deja en un injusto segundo
plano a Mecano, quizá porque no fueran tan transgresores e irreverentes. Pero
Mecano fue un grupo colosal y un referente de la música española de los ochenta.
Los expertos suelen destacar como su mejor álbum “Entre el cielo y el suelo”,
que es estupendo, como casi todos, pero a mí me cautiva la sencillez de su
primer disco, “Mécano”. Al igual que en la película “El crack”, de José Luis
Garci, te deleitas con esas imágenes del Madrid de los ochenta, que son la
traslación al cine de los paisajes urbanos de Antonio López, las canciones de
Mecano en ese álbum dan cuenta de los problemas de aquellos años desde la
perspectiva fresca de la juventud. Las canciones, en su mayoría de Nacho Cano,
son auténticas, como lo han sido siempre los hermanos Cano, cada cual con su personalidad. Ritmos sencillos y letras que rezuman vida. Nos hablan de
la angustia del adolescente en “Perdido en mi habitación”, “Me voy de casa” o “No
aguanto más”, del consumismo que empezada a abrirse paso en “Busco algo barato”,
de la guerra fría con “No pintamos nada”, de la trepidante vida urbana en “Quiero
vivir en la ciudad”, y luego está la canción que les hizo famosos “Hoy no me
puedo levantar”. En este álbum está Mecano en estado puro: Ana Torroja todavía
no había aprendido a cantar y los teclados de Nacho Cano eran la seña de
identidad del grupo.
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