Desde la perspectiva del
observador ajeno a los navajeos propios de la política, parece difícil no estar
de acuerdo con Sosa Wagner en que la fusión o coalición de UPyD y Ciudadanos es
más que lógica y conveniente para ambos partidos. Claro está que hay que
aplicar el “programa, programa, programa” con que nos machacó sensatamente
Julio Anguita en su día antes de dar forma al matrimonio político. Pero tal y
como está el panorama es una insensatez que estos partidos desperdicien
esfuerzos yendo por separado. UPyD podría pensar que ellos ya tienen grupo
parlamentario propio y los de Ciudadanos van a capitalizar su esfuerzo y,
quizá, su infraestructura organizativa. En cierta medida es cierto, pero no se
puede negar que Ciudadanos también ha recorrido un camino en solitario con gran
éxito en Cataluña y la unión permitiría acabar con uno de los principales
lastres de UPyD, por no decir el principal: su identificación casi total con la
figura de Rosa Díez. Albert Rivera pertenece a la generación de Pablo Iglesias
y si suma esfuerzos junto a Rosa Díez podríamos estar ante una ilusionante
alternativa al bipartidismo anclada en torno a la defensa de la nación y del
Estado constitucional en la que se articula. Si no aprovechan la ocasión corren
el riesgo de ser barridos o quedar reducidos a una representación testimonial.
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