El batacazo de Podemos ha sido
espectacular, imagino que insufrible para el descomunal ego de Pablo Iglesias.
Su resultado ha sido peor que el cosechado por Iniciativa per Catalunya en las
pasadas autonómicas catalanas. Podemos no sólo no ha servido para
captar nuevos votantes para esta formación, sino que ha perdido apoyos. Que
tomen buena nota en Valencia aquellos de Compromís que estaban convencidos de
que acudir con ellos a las generales era la mejor opción. El análisis que ha
hecho Iglesias de los resultados me parece muy desacertado en un punto
esencial: a su juicio el descenso de PP y PSC supone el fracaso del régimen del
78. Vuelve nuevamente con el consabido mantra, pero olvida que Ciudadanos, que
ha obtenido un apoyo electoral de más de 700.000 votos, es un partido no sólo
leal a la Constitución, sino galvanizador de los valores que la inspiran.
Podemos yerra en este tema, pero su descenso se debe en mi opinión, y con ello me centro en el conjunto de España, a que ha
perdido la frescura con la que era percibido (parecen unos más de la Casta, con
nepotismo incluido), a haberse mantenido firme en apuestas políticas indefendibles,
como el apoyo a Tsipras en Grecia o la tibieza con el régimen venezolano, y a
la arrogancia de un líder que se autopresentaba como jefe de la oposición con
el único aval de las encuestas. Las últimas autonómicas y las catalanas parecen dejar claro que no va a
superar al PSOE en las generales y habrá que ver si obtiene mejor resultado que Ciudadanos.
El PSOE se está manteniendo a
flote y realizando ímprobos esfuerzos por reubicarse en el mapa político. Por
fin parecen haberse dado cuenta de que deben dejar de coquetear con partidos
independentistas y volcarse en ser percibidos como un partido nacional. El
rescate de la bandera nacional en sus apariciones públicas por parte de Pedro
Sánchez es una excelente noticia. Es cierto que su indefinición con
relación a la reforma constitucional es decepcionante, pero da
la impresión, sobre todo por la renuncia explícita del PSC al derecho a
decidir, de que no van a cometer el error de reeditar nuevos experimentos como
el pacto del Tinell. En las catalanas han pagado muy caro los errores cometidos
en el pasado y el resultado ha sido que buena parte de sus votantes ha apostado
por Ciudadanos. El gran objetivo de Pedro Sánchez va a ser ganar las elecciones
por delante del PP para gobernar con el apoyo de Ciudadanos, al igual que en Andalucía. Creo que tiene posibilidades de lograrlo a la vista de la descomposición del PP.
El hundimiento del PP en Cataluña
es increíble para un partido que gobierna España con mayoría absoluta. Este resultado unido a las derrotas cosechadas en las últimas elecciones
autonómicas y en otras citas electorales, deja patente, al margen de su catastrófica estrategia política y nulo liderazgo, que Rajoy sólo puede
conservar la Moncloa si pacta con Ciudadanos en el caso de que supere en
escaños al PSOE, que todavía está por ver. Su discurso después de las
elecciones catalanas no puede ser más desesperante: el PP representa el voto
útil, nos recuerda un Rajoy que ha seguido fielmente el consejo de fiarlo todo a la economía y a dejar que los ciudadanos se asusten con los gobiernos de izquierda y populistas. Con ello pretende que el votante tradicional del PP permanezca fiel y no
entregue su voto a Ciudadanos si no quiere que los socialistas puedan gobernar con el apoyo de Podemos o de Ciudadanos. Lo de Podemos podía tener sentido hasta hace bien poco a la vista de los resultados que les auguraban las encuestas, pero ahora mismo parece que la llave de gobierno la va a tener Ciudadanos, y al votante del PP Ciudadanos no le provoca miedo alguno. La estrategia de Ciudadanos en la gestión de
los resultados obtenidos en las pasadas autonómicas ha sido excelente, hasta el
punto de destrozar el argumento del PP. Ciudadanos ha seguido una estrategia
muy parecida al “programa, programa, programa” que popularizó en su día Julio
Anguita. Han apoyado en Andalucía a Susana Díaz y en Madrid a Cristina
Cifuentes, y lo han hecho dejando claras sus líneas rojas y estableciendo
claramente sus condiciones para apoyar esos gobiernos. El votante puede percibir que este partido es la mejor garantía de que los
valores constitucionales van a ser respetados, y también de que no se van a
hacer concesiones a los independentistas gane el PP o el PSOE, es decir, que lo más útil es votar a Ciudadanos. Que la gobernabilidad dependa de un partido como Ciudadanos y no de partidos como CiU o el PNV permite vislumbrar el futuro con optimismo.
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