El sensato, inteligente e incisivo periodista Carlos Alsina opina que convocar elecciones por parte del presidente para evitar así que el parlamento te presente una moción de censura es un uso incorrecto de esta prerrogativa. A su vez argumenta que, una vez que se adopta esa decisión, intentar impedirla presentando una moción de censura es una utilización fraudulenta -no recuerdo si ha utilizado ese término- de este instrumento. Es decir, que según Alsina todos han actuado mal.
La crítica de Alsina a la convocatoria de elecciones refleja
una valoración excesivamente formal del funcionamiento de la política. Es
verdad que el parlamento es el que otorga o retira la confianza al presidente.
Por consiguiente, si el presidente respetara escrupulosamente las atribuciones
del parlamento no debería convocar unas elecciones por la simple razón de que
el parlamento desea cesarle e investir a otro presidente. Lo adecuado, según
Alsina, sería asumir esa situación con gallardía y dejar el poder. En
definitiva, seguir la estela de Rajoy y dejar que gobernara Sánchez. Ahora
bien, cualquiera sabe -y me sorprende que Alsina no tenga esto presente- que
las mociones de censura suelen responder a intereses partidistas, a estrategias
para hacerse con el poder. Eso es lo que ha sucedido en Murcia. El escándalo de
la vacunación del Consejero es un mero pretexto habida cuenta de que el propio
Consejero dimitió. Es evidente que Ciudadanos ha realizado un movimiento táctico
que por cierto ha resultado ser una chapuza.
Si una moción de censura no se plantea como una operación
que responde a la crítica a una mala gestión, carece de la legitimidad que en
abstracto le otorga Alsina con su argumento, y, por esta razón, si Ayuso
preveía que en Madrid había riesgo de que sucediera lo mismo que en Murcia la
decisión de ir a elecciones está bastante bien justificada si el riesgo es
razonable (y qué duda cabe de que lo era), porque es preferible que los ciudadanos decidan con su voto a que estratagemas de fontaneros de rapiña decidan quién gobierna. Así, una vez Ayuso toma esa decisión, la
presentación de una moción de censura pocas horas más tarde debe interpretarse
como un fraude de ley porque no respeta la competencia del presidente de
decidir si adelanta las elecciones. En conclusión: la decisión de Ayuso es razonable
a la vista del comportamiento de Ciudadanos en colaboración con la izquierda, mientras
que la presentación posterior de la moción de censura por los socialistas y Mas
Madrid es una argucia impresentable. Discrepo, Alsina. Ayuso tiene razón,
además de haber sido muy hábil, y los otros no la tienen.
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