La lucha contra la corrupción es absolutamente imprescindible en una sociedad democrática. Ningún servidor público puede estar exento de dar explicaciones de su trayectoria. Por consiguiente, si hay indicios de corrupción, hay que denunciarlos donde corresponda y no andarse con componendas. Ya se verá en qué queda lo de los contratos del hermano de Isabel Díaz Ayuso, pero resulta claro que Casado y Egea han querido hundir políticamente a Díaz Ayuso arguyendo la corrupción, y eso es lo que no comprende nadie en el PP. La presidenta de Madrid vivió una campaña de absoluto acoso por parte de la izquierda y salió victoriosa, no solo frente a Sánchez, sino que tumbó políticamente a Pablo Iglesias, un logro descomunal. Esa victoria aupó a Pablo Casado en las encuestas, pero aún así desconfió de Díaz Ayuso. ¿Por qué? Sencillamente porque Casado no es un líder. Ese es el problema de fondo que ahora ha estallado. El PP eligió a un chico de agradable presencia y buena retórica para zanjar la guerra interna entre Soraya y Cospedal. De ahí a ser un líder media un abismo. El líder emerge como una figura capaz de generar adhesiones y de marcar el rumbo. Debe estar dispuesto a servir en lugar de aferrarse al cargo utilizando todo tipo de presiones y estratagemas. Cuando tu liderazgo es cuestionado por barones, figuras del partido y las propias bases, la dimisión es imperativa si no deseas ser un obstáculo para tu organización. Eso es lo que hizo Sánchez: dimitió y luego tuvo el coraje de vencer a la candidata del "aparato". Pero primero dimitió, Casado, primero dimitió.
Por fin Núñez Feijóo da el paso y se postula como líder del
PP. Creo que en El Mundo leí algo así como que se trataba de un “liderazgo
natural”. Es una expresión afortunada, porque, en efecto, el líder emerge
naturalmente por sus cualidades. Se le reconoce no solo en lo que dice, sino en
cómo lo dice, en la cadencia de su voz, en sus gestos, en el dominio de sí
mismo. Recuerdo que en los “Episodios Nacionales” Galdós se refiere a figuras
políticas utilizando la expresión “serenísimo”. Feijóo emana serenidad y
firmeza sin necesidad de gritar. Si uno observa con atención, los andares de
Casado y su tendencia a tocarse la punta de los dedos delatan su impostura.
Estoy muy satisfecho con la llegada de Feijóo como líder del
PP. Además de ser un líder “natural”, como dije en anteriores entradas, creo que garantiza una forma moderada de gobierno capaz de llegar a acuerdos
con el PSOE por el bien de España. Pero Feijóo representa un acontecimiento
imprevisto: asumirá el liderazgo una persona veinte años mayor que Casado,
alguien de la generación de Sánchez, aunque doce años más mayor que él, rozando
la pertenencia a la generación de Rajoy. Una figura generacionalmente ambigua
que, si llega al poder, exigirá pensar si esto se debe a una reacción ante el
ascenso al poder de políticos excesivamente jóvenes e inexpertos. En la vida acumular
experiencia es muy importante. De ahí que Miguel Ángel Rodríguez haya sido muy
listo al frenar cualquier intento de Díaz Ayuso por postularse como líder del
PP. Tiene tiempo por delante para convertirse, quizá, en la primera mujer que
preside el Gobierno de España.
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