jueves, 8 de junio de 2023

Una escena de "Días de vino y rosas"

Esta semana mi mujer y yo vimos de nuevo la película “Días de vino y rosas”, de Blake Edwards, protagonizada por Jack Lemmon y Lee Remick. Es una película muy dura, impactante incluso, que invita a la reflexión sobre los estragos que causa el alcoholismo y, especialmente, sobre los caminos que pueden conducir a ese abismo en el que se pierde la voluntad. La vi hace mucho tiempo y la recomiendo sin ninguna duda. No recordaba la mayoría de las escenas. Hubo una que me llamó especialmente la atención y que no está relacionada con el tema principal de la película. Los protagonistas, una pareja de jóvenes enamorados recién casados, van a casa del padre de la novia para que este conozca a su yerno. El suegro pregunta al yerno (Joe, interpretado por Jack Lemmon) por su profesión y él le explica que es relaciones públicas, comercial, de una empresa. Como eso no le aclara mucho, Joe le explica que se encarga de mostrar a los clientes los beneficios de productos y servicios de su empresa. El suegro, muy serio, le pregunta que qué sucede si el producto que vende no es bueno. A Joe le sorprende esta pregunta, que no esperaba, y con una risa nerviosa le dice con poca convicción que normalmente los productos son buenos, pero el suegro le vuelve a interpelar –casi le interrumpe- preguntándole que qué pasa si no es así. La hija se ve obligada a terciar para sacar a su marido del apuro, pero no es posible porque su padre ha comprendido perfectamente a qué se dedica y sentencia que “no entiende ese tipo de trabajo”, una enmienda a la totalidad.

Ganarse la vida como vendedor puede ser muy duro, no solo por el trabajo en sí mismo, sino sobre todo porque puede que a uno le exijan mentir deliberadamente, o que, sin llegar a ese extremo, el propio vendedor opte por recurrir al engaño para alcanzar los objetivos, sin ser plenamente consciente de la gravedad de esta acción. Es muy importante reflexionar serenamente sobre cuáles son los medios lícitos que un vendedor debe emplear, porque de lo contrario se puede ver envuelto en numerosos problemas. La tentación del engaño debe ser rápidamente atajada para no convertirse en un mercachifle. Es verdad que los engaños y triquiñuelas para vender y ganar más dinero están a la orden del día, lo sé, y precisamente por ello hay que advertir de que son una inmoralidad y, además, un grave error, porque un vendedor con un sólido compromiso ético con toda probabilidad venderá más, será un comerciante bien valorado en su profesión y, sobre todo, podrá llevar una vida más feliz al conducirse honradamente.

El buen vendedor debe tener un conocimiento exhaustivo de su producto o servicio y del de la competencia, así como tener una sólida formación moral. El comercio en la economía de mercado implica competir y para competir debes destacar tus fortalezas para mostrar que compensan tus debilidades y/o las fortalezas y debilidades de los competidores. ¿Qué hacer cuando lo que vendes es una auténtica “castaña”? Lo principal es no engañar y tratar de contribuir a la mejora de tu producto o servicio para poder atribuirle alguna fortaleza que aconseje su adquisición desde algún punto de vista. Si se conocen bien las fortalezas será posible dirigirse al tipo de cliente que mejor las pueda comprender. Si no es así, lo más adecuado es buscar otro empleo, nunca recurrir al engaño que es la raíz de la mentira.

Hay muchas personas que no ponen en duda su manera de ganarse la vida, como Joe cuando va a conocer a su suegro sin sospechar que pueda no gustarle su profesión, pero a veces una pregunta directa que nos cuestiona sobre la verdad de lo que hacemos puede provocarnos un brusco despertar. Ese es el mérito de esta impactante escena.

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