miércoles, 3 de septiembre de 2008

El informe de Alberto Recarte

Anoche, antes de acostarme, estuve leyendo el informe de Alberto Recarte sobre la crisis financiera internacional y el crack económico español. Bastante interesante el análisis de las causas y consecuencias de la crisis que padecemos, bien expuesto y claramente expresado. No dice Recarte nada que no conozca nadie medianamente formado en macroeconomía. Las entidades financieras españolas han financiado exageradamente operaciones ligadas a promoción, adquisición y rehabilitación de viviendas. Dicha financiación ha sido posible porque existían recursos en el extranjero de los que han dispuesto nuestras entidades, lo cual supuso un progresivo nivel de endeudamento de empresas constructoras y de las familias, y un riesgo evidente para quienes financiaron todas esas operaciones. La subida del Euribor y del IPC, debido en buena medida al encarecimiento de materias primas, y la carencia de liquidez en el mercado financiero internacional (en buena medida por la crisis de los EE.UU) ha hecho que la adquisición de viviendas se paré y los precios estén sufriendo un ajuste brusco. Eso supone que el valor de dichos bienes que sirven de garantía para el prestamista son menores que lo prestado por las entidades financieras, que carecen de suficientes recursos (sobre todo las pequeñas) para soportar las suspensiones de pagos de las empresas inmobiliarias y de la morosidad de las familias.

Esto es, en resumen, lo que, según Recarte, está sucediendo. Y creo que tiene razón. Pero lo que más me ha llamado la atención es que el proceso de aumento del crédito y endeudamiento se agudiza vertiginosamente a partir de 2004. Observen los cuadros del informe y lo comprobarán. Todos los españoles hemos visto como el gobierno socialista ha asistido complaciente al espectáculo de ver cómo se suicidan muchos bancos y cajas, empresas promotoras y constructoras, y miles de familias, es decir, la sociedad española. Ahora vemos claramente las consecuencias de cuatro años de brazos cruzados. Pero, ¿pudo hacer algo el gobierno socialista? Sin duda algo pudo hacer, pero también es cierto que se encontró con un problema interesantísimo que destaca Recarte con acierto. ¿Acaso las entidades financieras estaban borrachas financiando con tan altísimo riesgo? Cierto que, como señala Recarte, confiaban en el hecho de estar en la zona Euro, pero, sobre todo, se encontraban en una situación de altísima competencia en la que o se arriesgaban a prestar o podían perder cuota de mercado. Para mí esto es la madre del cordero. ¿Es posible que un gobierno actúe sin restringir la libre competencia para impedir una espiral suicida de liquidez que condena sobre todo a las pequeñas entidades financieras y afecta a todo el sistema? Tendré que estudiarlo porque aquí está el tema. Por lo que he leído a Recarte, entiendo que sí es posible y el gobierno y, sobre todo, el Banco de España, podía haber actuado, pero reconozco que en este tema patino. Les animo a que investiguen el asunto y, si son tan amables, me ilustren sobre el particular.

martes, 2 de septiembre de 2008

La razón para votar a UPyD

Sí. Es la única fuerza política que merece ser votada. ¿Por qué? Porque propone sin ambages reformar el Estado para disminuir el papel de las autonomías y reforzar el de la administración central. Esto es vital. El PP, al tener poder autonómico, no está dispuesto a acometer este tarea. El título VIII de la Constitución ha demostrado ser nefasto.

Es la hora del regeneracionismo

Desgraciadamente, no me equivoqué en el pronóstico: estamos inmersos en una tremenda crisis económica. Circulan algunos documentos explicando las causas de la crisis y las posibles recetas para superarlas. He imprimido el de Alberto Recarte para leerlo con calma. ¿Y que creen que pasará? Algunos creen que es un fenómeno cíclico que se superará, como en otras ocasiones. Yo creo que dentro de poco vamos a ver, sí, sí, lo veremos, a mucha más gente pidiendo por la calle. También padeceremos un aumento de la delincuencia, y veremos que los más preparados harán las maletas. Fíjense que digo los más preparados, pues pese a que algunos inmigrantes volverán a sus países, muchos se las apañarán para malvivir en España. No creo que suceda así con aquellos que tienen posibilidades laborales en el extranjero. ¿Un médico seguir cobrando miserias cuando tiene muchas mejores posibilidades en otro país europeo? ¿Un ingeniero? La gente preparada y con una mediana lucidez vital pondrá pies en polvorosa, como es lógico.

Hace unos años, pese a sus errores, Aznar nos puso a la cabeza del mundo occidental en el terreno de las relaciones internacionales, y también nos aproximamos, al menos, eso nos creíamos, a las economías desarrolladas. Parece como si los españoles hubiéramos sentido vértigo y deseáramos frenar tanta ambición. Quizá esté demasiado influido por el contraste con Holanda, país que dejé la semana pasada, pero veo un país sin futuro. Hemos erradicado el analfabetismo, pero sembrando la juventud de mediocridad educativa y desorientación moral. Los españoles hemos roto con lo mejor de nuestra tradición para conservar lo más vulgar y zafio. No hay confianza en el prójimo, ni simpatía, ni buenos modales. Lo zafio y vulgar carcome todas las instituciones, hasta el punto de que uno llega a preguntarse si vale la pena ser un profesor universitario en España o mejor sería tener un modesto empleo en Holanda.

Queridos lectores, sé que mi estado de ánimo está teñido de la tristeza que me produce la comparación con una sociedad con la que, según algún memo, estamos cada vez más cerca de converger en niveles de desarrollo. Pero ese estado no me impide juzgar objetivamente a nuestra, pese a todo, querida España. Los vicios espirituales que no erradicamos hacen imposible que España pueda ser un país en el que merezca la pena vivir. Es la hora del regeneracionismo, ¡más de un siglo después y en la Unión Europea! En lugar de seguir la receta de Zapatero, el orate monclovita, y engañarnos creyendo que somos lo que no somos, más nos valdría asumir que la entrada en la Unión Europea no es un remedio para todos los males sin necesidad de hacer nada. Debemos regenerar nuestras costumbres, nuestro espíritu. Debemos recuperar valores que han sido sustituidos por el dinero, la apariencia y la zafiedad. Eso es el regeneracionismo.

jueves, 14 de agosto de 2008

De cómo confundir producir riqueza y obtener ingresos

Una de las valiosas reflexiones que realiza Victor Hugo en Los miserables está dedicada al problema económico. Hugo formula dos sencillas preguntas cuya respuesta da el nivel de una nación. Se trata de 1) cómo producir la riqueza y 2) cómo repartirla. Según Victor Hugo, la primera pregunta nos sitúa ante el problema del trabajo, mientras que la segunda nos aproxima al salario. Yo creo que ambas van mucho más allá, especialmente la segunda. En cualquier caso, quisiera compartir con ustedes, con la brevedad y el esquematismo propio del blog, el pensamiento que me provocó la lectura de estas páginas. Debo decirles que les escribo desde Holanda donde me hallo disfrutando de mis vacaciones de agosto. Pues bien, lo primero que pensé es que Holanda es un país admirable porque ha logrado producir riqueza y repartirla equitativamente con maestría superior a la mayor parte de las naciones desarrolladas. Mucho habría que decir sobre el ingenio, la laboriosidad y la sensibilidad social de los holandeses, pero lo dejaré aquí. Inmediatamente pensé en España. Muchos españoles han sido engañados o se han dejado engañar con el espejismo del crecimiento económico. En efecto, obtener ingresos no es producir riqueza, y en España hemos obtenido muchos ingresos, que nos han permitido crecer económicamente, sin producir riqueza. Estoy pensando en el turismo. Recuerdo una conversación que mantuve con mi amigo Óscar –fiel lector de este blog, y a quien aprovecho para enviar un fuerte abrazo-, en el que le decía que el desarrollo turístico no debe se un objetivo de nuestro modolo económico. España debe crear riqueza, progresar moralmente en la calidad de su vida colectiva y hacer de su pais un lugar que merezca ser visitado. Si la gente viene, fenomenal, pero el turismo debería ser considerado un efecto colateral del hecho de ser un pais admirable. Sin embargo, los españoles hemos visto que con poco o nulo esfuerzo –más bien hemos afeado nuestro pais en su belleza natural, y la antipatía del camarero/a español ya comienza a ser proverbial- el turismo era una fuente de ingresos, y entre el turismo y la construcción, buena parte de ella ligada a él, nos hemos olvidado de que el pan hay que ganarlo con el sudor de la frente, es decir, de que hay que ingeniárselas para producir riqueza (agricultura, industria y servicios de calidad superior). Y lo de la repartición de la riqueza lo dejaremos para otra ocasión.

miércoles, 13 de agosto de 2008

Los miserables

Anoche terminé de leer Los miserables, la extraordinaria novela de Victor Hugo. Emocionado, me fue imposible contener las lágrimas al concluir la lectura. Esta obra es de las que dejan en el espíritu una huella imborrable. La prosa de Hugo alcanza momentos de extraordinaria belleza, pero esta novela es mucho más que la obra de un gran escritor de cuya pluma surge la belleza sin embeleco. Hugo se refleja en esta novela como historiador, poeta, patriota, ciudadano sensible a la miseria y comprometido socialmente, y, sobre todo, como un gran conocedor del alma humana. Hugo narra fantásticamente la lucha interior que se desarrolla en la conciencia de ciertos individuos en la búsqueda del deber y de la acción correcta. En esta novela el personaje imprescindible y sobre el que gira toda la historia es Jean Valjean, el presidiario que es víctima de leyes injustas y, sobre todo, ciegas. Valjean es un hombre humilde con una conciencia que, quizá aletargada, es vívamente impresionada por la absoluta bondad que recibe de un hombre santo, un obispo que ejerce verdaderamente de discípulo de Cristo. El encuentro con el bien transforma el destino de Valjean no sin dificultad.

Los miserables, como declara Victor Hugo en la propia novela, es la lucha del bien por abrirse camino, el bien que busca el individuo, y el bien, presentado como progreso (un progreso, la ilustración, que Hugo hace compatible con la religión), que busca la nación protagonista de la novela, Francia. Quien quiera entender el fondo que nutre los motines e insurrecciones francesas desde finales del siglo XVIII hasta 1848, debe leer esta novela. Las digresiones de Hugo pueden cansar al lector poco formado y/o al que busca en la lectura un mero entretenimiento, pero una vez concluida la lectura las considero muy enriquecedoras. Hugo es el narrador omniscente que no solo quiere narrar una historia, sino hacerse sentir con sus opiniones. Algunos discursos puestos en boca de los personajes son bellísimos y tremendamente ricos en matices.

En definitiva, novela imprescindible. Les animo a leerla. Eso sí, son dos volúmenes que sumados superan las 1200 páginas.

viernes, 27 de junio de 2008

Cuando no consumir se interpreta como ahorro

Miguel Sebastián, Ministro de Industria, justifica la subida de la tarifa eléctrica afirmando que servirá para fomentar el ahorro, y que, además, al emitir menos CO2, será una medida beneficiosa para el planeta. Supongo que algo tenía que decir, pero es un poco cansino que nos tomen por gilipollas. Si hay que subirla, díganlo con claridad y expliquen las verdaderas razones. Pero no nos hagan comulgar con ruedas de molino. ¿Es admisible esta equiparación del no-consumo con el ahorro? El ahorrar implica una decisión voluntaria y meditada de no consumir y reservarse el dinero para hacer frente a necesidades futuras. Ante el coste de la electricidad muchos españoles no podrán permitirse conectar, por ejemplo, el aire acondicionado y tendrán que asarse sudando la gota gorda este verano. Eso, señor Sebastián, no es ahorrar, sino padecer las consecuencias de no tener dinero para pagar algo. Y cuando uno no tiene dinero para pagar es cuando empieza a sentir que es pobre, lo cual es muy digno, pero a nadie le gusta. No se mofen de nosotros. Los españoles somos más pobres cada día. Díganlo abiertamente y no nos tomen por idiotas.

miércoles, 18 de junio de 2008

La crisis de las pensiones

¡Por supuesto que el sistema de pensiones no tiene futuro! Es de las pocas cosas que se pueden afirmar con rotundidad porque es una verdad matemática. Si la gente cada vez vive más años y se sigue jubilando a los 65, y a ello añadimos que cada vez nacen menos niños, pues la cosa está clara: o llenamos el país de inmigrantes y confiamos en un crecimiento económico sostenido alto a lo largo de los años, o retrasamos la edad de jubilación. Hay que mentalizarse de que no hay otra alternativa. Mientras el sistema no varíe, ya tardan en ir a contratarse un plan de pensiones.