Esta semana hemos tenido una excelente ocasión para comprobar la independencia y ausencia de complejos de los franceses. Nada menos que le han dicho a Bernie Ecclestone que se meta su idea de construir un circuito de Fórmula 1 por Disneyland París por donde le quepa, y que si se quedan sin Gran Premio de Fórmula 1 en Francia, pues muy bien, no pasa nada. ¿Se imaginan semejante respuesta en España? Aquí hemos perdido el culo por darle a Ecclestone el dichoso circuito de Fórmula 1 en Valencia. Nuestros políticos, incapaces de diferenciar el impacto de los grandes eventos, no se dan cuenta de la diferencia cualitativa que existe entre la Copa América, que se establece en la ciudad durante años sin alterar la vida ciudadana y atrayendo muchísima atención mediática de forma sostenida en el tiempo, y un Gran Premio de Fórmula 1, que dura tres días al año y genera muchos más costes económicos y molestias para los ciudadanos que beneficios económicos. El despilfarro estúpido –máxime teniendo un circuito en Cheste- de la Fórmula 1 en Valencia me duele en el alma, sobre todo cuando al mismo tiempo se tiene a las Universidades valencianas al borde de la quiebra.
domingo, 23 de noviembre de 2008
martes, 18 de noviembre de 2008
Una opinión de Stanley Payne en "España, una historia única"
Estoy investigando a fondo todo este complejo movimiento de recuperación de la “memoria histórica”. Su complejidad radica en que mezcla, frecuentemente de manera indebida cuando no claramente torticera, cosas muy heterogéneas. Hay adalides de la memoria histórica que se centran en abrir las fosas para enterrar a sus antepasados; otros también se apuntan a llevar adelante políticas de memoria, entre las que se incluiría la rehabilitación moral de la II República y de los combatientes contra el franquismo; finalmente hay quien además aprovecha todo esto para reinterpretar la Transición críticamente y, con unas tesis delirantes, como sucede con el juez Garzón, criminalizar a los dirigentes franquistas negando la validez de las leyes de amnistía y sobre todo el espíritu que las inspiró.
La bibliografía que está generando la “memoria histórica” es muy abundante y es necesario seleccionar. En esta labor de investigación acabo de adquirir la última obra del prestigioso hispanista Stanley G. Payne titulada “España, una historia única”. El libro pretende aclarar diversas cuestiones de la historia de España que aparecen teñidas de polémica. Sólo he podido leer unos pocos capítulos de este libro –es la primera obra de este autor que estudio-, y lo primero que me ha llamado la atención es la profunda sensación de veracidad que genera en el lector el rigor en el estudio y la razonable interpretación de los hechos que realiza Payne. Es admirable, por ejemplo, la manera en que examina la responsabilidad del desencadenamiento de la Guerra Civil.
Pero mi objetivo principal al adquirir este libro se centraba en el último capítulo, aquel en el que Payne examina controversias de la España actual, y valora lo relativo a la memoria histórica. Sabía que era crítico con este movimiento por artículos de prensa, pero al leer el capítulo del libro, además de ver reflejada mi propia opinión sobre el tema, me ha sorprendido que Payne asuma una teoría que, pese a que no dudo de que puede ser cierta, resulta complicada de justificar y de momento pienso que cabría considerarla como una hipótesis. Me refiero a enmarcar las iniciativas de recuperación de la memoria histórica llevadas a cabo por los socialistas en el nuevo paradigma ideológico de la izquierda, el llamado “buenismo”. Veamos lo que dice Payne:
“El tercer factor [del incremento de la agitación relativa a la memoria histórica] fue el cambio ideológico operado en la izquierda. Su doctrina se transformó con rapidez a finales del siglo XX, pasando de las diversas clases de radicalismo de las décadas de 1960 y 1970 a la socialdemocracia y el “eurocomunismo” adoptados a finales de esta última. La nueva orientación se prolongó durante prácticamente dos décadas, pero llegados los años noventa, estaba dando paso a la nueva ideología común de la izquierda occidental, la única gran ideología contemporánea que carece de un nombre generalmente aceptado. Su denominación más técnica es corrección política, pero en España se le ha llamado, con mayor frecuencia, simplemente “buenismo” o incluso “pensamiento dominante”. Al igual que todas las doctrinas izquierdistas radicales de la época contemporánea, la corrección política rechaza de plano el pasado, pero convierte en un fetiche singular la revolución cultural y el rechazo del legado de la civilización occidental, algo en lo que en ciertos aspectos se aparta categóricamente del marxismo clásico. La crítica y el rechazo del pasado son capitales para la corrección política, y también lo es la insistencia en las víctimas y la victimización, así como la búsqueda de grupos especiales de personas a los que defender y estigmatizar en ese sentido. El “victimismo” es especialmente importante para esta ideología contemporánea, ya que, al igual que sus antecesores inmediatos, tiende a convertirse en un credo laico o en un sucedáneo de religión, por lo que debe encontrar formas de abordar la cuestión fundamental de la culpa”.
Stanley G. Payne, España, una história única, Madrid, Ed. Temas de hoy, 2008, págs. 406-407.
Personalmente comparto la opinión de Payne, pero no cabe duda de que es una tesis arriesgada. Celebro la honradez y el compromiso intelectual de Payne, que asume el reto de interpretar el tiempo presente. Además del texto que acabo de transcribir, Payne también alude a que el triunfo del PP en 1996 y 2000 hizo que la izquierda necesitara nuevos argumentos para la agitación política. Es posible que sea cierto, pero creo que la guerra de Iraq otorgaba suficientes motivos de agitación, por lo que si una vez alcanzado el poder el PSOE ha impulsado el movimiento de recuperación de la memoria histórica, creo que ello se debe a otras razones, quizá las citadas en el párrafo trascrito. No obstante, hay que aclarar la relación entre “buenismo” y “memoria histórica”. Todo un reto.
La bibliografía que está generando la “memoria histórica” es muy abundante y es necesario seleccionar. En esta labor de investigación acabo de adquirir la última obra del prestigioso hispanista Stanley G. Payne titulada “España, una historia única”. El libro pretende aclarar diversas cuestiones de la historia de España que aparecen teñidas de polémica. Sólo he podido leer unos pocos capítulos de este libro –es la primera obra de este autor que estudio-, y lo primero que me ha llamado la atención es la profunda sensación de veracidad que genera en el lector el rigor en el estudio y la razonable interpretación de los hechos que realiza Payne. Es admirable, por ejemplo, la manera en que examina la responsabilidad del desencadenamiento de la Guerra Civil.
Pero mi objetivo principal al adquirir este libro se centraba en el último capítulo, aquel en el que Payne examina controversias de la España actual, y valora lo relativo a la memoria histórica. Sabía que era crítico con este movimiento por artículos de prensa, pero al leer el capítulo del libro, además de ver reflejada mi propia opinión sobre el tema, me ha sorprendido que Payne asuma una teoría que, pese a que no dudo de que puede ser cierta, resulta complicada de justificar y de momento pienso que cabría considerarla como una hipótesis. Me refiero a enmarcar las iniciativas de recuperación de la memoria histórica llevadas a cabo por los socialistas en el nuevo paradigma ideológico de la izquierda, el llamado “buenismo”. Veamos lo que dice Payne:
“El tercer factor [del incremento de la agitación relativa a la memoria histórica] fue el cambio ideológico operado en la izquierda. Su doctrina se transformó con rapidez a finales del siglo XX, pasando de las diversas clases de radicalismo de las décadas de 1960 y 1970 a la socialdemocracia y el “eurocomunismo” adoptados a finales de esta última. La nueva orientación se prolongó durante prácticamente dos décadas, pero llegados los años noventa, estaba dando paso a la nueva ideología común de la izquierda occidental, la única gran ideología contemporánea que carece de un nombre generalmente aceptado. Su denominación más técnica es corrección política, pero en España se le ha llamado, con mayor frecuencia, simplemente “buenismo” o incluso “pensamiento dominante”. Al igual que todas las doctrinas izquierdistas radicales de la época contemporánea, la corrección política rechaza de plano el pasado, pero convierte en un fetiche singular la revolución cultural y el rechazo del legado de la civilización occidental, algo en lo que en ciertos aspectos se aparta categóricamente del marxismo clásico. La crítica y el rechazo del pasado son capitales para la corrección política, y también lo es la insistencia en las víctimas y la victimización, así como la búsqueda de grupos especiales de personas a los que defender y estigmatizar en ese sentido. El “victimismo” es especialmente importante para esta ideología contemporánea, ya que, al igual que sus antecesores inmediatos, tiende a convertirse en un credo laico o en un sucedáneo de religión, por lo que debe encontrar formas de abordar la cuestión fundamental de la culpa”.
Stanley G. Payne, España, una história única, Madrid, Ed. Temas de hoy, 2008, págs. 406-407.
Personalmente comparto la opinión de Payne, pero no cabe duda de que es una tesis arriesgada. Celebro la honradez y el compromiso intelectual de Payne, que asume el reto de interpretar el tiempo presente. Además del texto que acabo de transcribir, Payne también alude a que el triunfo del PP en 1996 y 2000 hizo que la izquierda necesitara nuevos argumentos para la agitación política. Es posible que sea cierto, pero creo que la guerra de Iraq otorgaba suficientes motivos de agitación, por lo que si una vez alcanzado el poder el PSOE ha impulsado el movimiento de recuperación de la memoria histórica, creo que ello se debe a otras razones, quizá las citadas en el párrafo trascrito. No obstante, hay que aclarar la relación entre “buenismo” y “memoria histórica”. Todo un reto.
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Sociedad
lunes, 3 de noviembre de 2008
La estrategia del PP rajoyesco
Sé que hay muchos votantes del PP que no entienden la oposición de terciopelo por la que ha apostado Rajoy. Sin embargo, la estrategia de Rajoy existe y no es difícil de entender. Rajoy considera que ha perdido las elecciones no tanto por no haber obtenido un número suficiente de votos, como porque el PSOE ha recibido votos procedentes de la izquierda radical (IU y ERC) que no debería haber recibido. Cree Rajoy que mucha gente ha votado al PSOE porque por encima de cualquier cosa deseaban que no ganara el PP. La consecuencias práctica que el preclaro líder de la oposición extrae de esto es que para ganar las elecciones hay que evitar a toda costa que el PSOE vuelva a contar con esos votos, y, por tanto, con mantener los propios bastará, pues no en vano el votante del PP se caracteriza por su fidelidad. Las actuales encuestas muestran que el PP no sube, pero el PSOE estaría sufriendo una importante pérdida de votantes, lo cual puede hacerle pensar a Rajoy que su estrategia es correcta. Ante todo, no generar rechazo.
Es posible que si la crisis económica se mantiene hasta el final de la legislatura el PSOE sufra un descalabro electoral que lleve al PP al poder. Sin embargo, creo que esto no sucederá si el PP continua con esta estrategia. En mi opinión, el PP rajoyesco yerra al no saber interpretar el momento político que vive España. El Estado de las autonomías se halla claramente en crisis y ello está haciendo que UPD suba como la espuma. La importancia de este fenómeno, que no me canso de repetir, no debe medirse tanto en términos electorales como políticos. El PP va a tener muy complicado, de seguir con esta estrategia de oposición, mantener sus votantes. Pero, además, creo que el fenómeno del miedo frente al PP se va a repetir por mucho que el PP se esfuerce en que no sea así. IU es imposible que remonte el vuelo. Su electorado es presa fácil de los mensajes zapateriles ante el posible ascenso del PP. Por su parte, nada hay más importante para el votante de ERC que frenar al PP. En definitiva, la estrategia conservadora de Rajoy no genera el entusiasmo necesario para frenar el imparable ascenso de UPD, a costa sobre todo del PP, aunque también del PSOE, y no evita el peligro que Rajoy se propone conjurar. ¿Qué hacer? En primer lugar, evitar la sangría de votos a UPD con un mensaje y un liderazgo sólido que profundice en las ideas de unidad, igualdad y solidaridad entre todos los españoles, paralizando de inmediato todas las disparatadas reformas estatutarias. Con ello no se evitará el más que deseable ascenso de UPD, pero logrará que este se produzca sobre todo a costa del PSOE. Por otra parte, es fundamental que el PP refuerce su equipo económico con figuras de indudable prestigio, y que no renuncie al debate ideológico encarnando la defensa de los valores tradicionales. Si todo ello se presenta a la opinión pública combinando la elegancia y moderación en las formas, con la claridad y contundencia en los mensajes de fondo el éxito está servido. Lógicamente Rajoy no puede llevar adelante semejante tarea, pues sigo pensando que es un cadáver político.
Es posible que si la crisis económica se mantiene hasta el final de la legislatura el PSOE sufra un descalabro electoral que lleve al PP al poder. Sin embargo, creo que esto no sucederá si el PP continua con esta estrategia. En mi opinión, el PP rajoyesco yerra al no saber interpretar el momento político que vive España. El Estado de las autonomías se halla claramente en crisis y ello está haciendo que UPD suba como la espuma. La importancia de este fenómeno, que no me canso de repetir, no debe medirse tanto en términos electorales como políticos. El PP va a tener muy complicado, de seguir con esta estrategia de oposición, mantener sus votantes. Pero, además, creo que el fenómeno del miedo frente al PP se va a repetir por mucho que el PP se esfuerce en que no sea así. IU es imposible que remonte el vuelo. Su electorado es presa fácil de los mensajes zapateriles ante el posible ascenso del PP. Por su parte, nada hay más importante para el votante de ERC que frenar al PP. En definitiva, la estrategia conservadora de Rajoy no genera el entusiasmo necesario para frenar el imparable ascenso de UPD, a costa sobre todo del PP, aunque también del PSOE, y no evita el peligro que Rajoy se propone conjurar. ¿Qué hacer? En primer lugar, evitar la sangría de votos a UPD con un mensaje y un liderazgo sólido que profundice en las ideas de unidad, igualdad y solidaridad entre todos los españoles, paralizando de inmediato todas las disparatadas reformas estatutarias. Con ello no se evitará el más que deseable ascenso de UPD, pero logrará que este se produzca sobre todo a costa del PSOE. Por otra parte, es fundamental que el PP refuerce su equipo económico con figuras de indudable prestigio, y que no renuncie al debate ideológico encarnando la defensa de los valores tradicionales. Si todo ello se presenta a la opinión pública combinando la elegancia y moderación en las formas, con la claridad y contundencia en los mensajes de fondo el éxito está servido. Lógicamente Rajoy no puede llevar adelante semejante tarea, pues sigo pensando que es un cadáver político.
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lunes, 27 de octubre de 2008
Asistir al G-20 perdiendo la dignidad
¿Se imaginan que finalmente Zetapé asiste a la cumbre de marras? No imagino nada peor para nuestra imagen internacional, ya suficientemente dañada, que lograr “como sea” acceder a dicha cumbre. ¡Naturalmente que importa como se llega a los sitios! Todos sabemos la mala impresión que dejan aquellos que se cuelan en todos los saraos a base de triquiñuelas propias de trilero, o trompazos característicos de gente carente de modales. Semejantes individuos no son conocidos por su importancia, sino por su falta de educación y de clase. Evidentemente, sería bueno que España estuviera en la cumbre del G-20 y en cualquier otra reunión de importancia. Pero para lograrlo no es adecuado utilizar medidas de presión desesperadas pocos días antes de que comience el evento. Un político responsable y sensato debe, en primer lugar, dedicarse a mejorar su país y a contribuir con un discurso sensato y constructivo a la solución de los problemas internacionales. Posteriormente, cuando es evidente que se ocupa una posición destacada en indicadores que denotan la influencia de una nación, y cuando se ha ganado el respeto de los líderes internacionales por la capacidad para aportar soluciones y lograr acuerdos internacionales, es el momento para reclamar persuasivamente lo que en justicia corresponde. Zetapé no ha logrado ninguna de las dos cosas, así que es lógico que España no esté en dicha cumbre. Tratar de lograrlo con penalti injusto en el último minuto nos dejará todavía más en evidencia. No sólo no pintamos nada, sino que carecemos de la autoestima necesaria para ser capaces de pensar que ellos se lo pierden. El problema es que no se pierde nada si Zetapé no acude…
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martes, 21 de octubre de 2008
Sarkozy el sobón
Me ha hecho gracia la noticia de la incomodidad de Merkel con el manoseo, toqueteo, palmoteo y besuqueo al que la somete Sarkozy. Se ha producido un choque cultural entre los modos latinos del francés y la correcta distancia que desearía mantener Merkel. Hasta aquí todo perfectamente comprensible. No lo es tanto que la distancia de Merkel llegue hasta el punto de transmitir su malestar a través de la embajada alemana en París. Parece mentira que utilice esa vía en lugar de decirle “Nicolás, las manos quietas y a ver si te pones zapatos normales y no esos tacones que parece que vayas a subir a la mesa y darnos un zapateao”. Esto promete. Habrá que ver la reacción del francés en la próxima visita. Yo la recibiría con guantes y le besaría la mano con cachondeito. Este Sarkozy nos pone Europa patas arriba en menos que canta un gallo.
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Actualidad política
domingo, 19 de octubre de 2008
La tajada del PNV
En línea con lo que publicaba ayer, leo hoy en Libertad Digital una noticia que se hace eco de las declaraciones de Josu Erkoreka, del PNV, que presume orgulloso de que han conseguido para Euskadi una gran tajada a cambio de apoyar los presupuestos. Lo que les decía, estabilidad a base de ignominia y de faccionismo incompatible con un proyecto viable de nación. Este Estado taifeño requiere una profunda reforma. Les transcribo la noticia para que juzguen:
Noticia publicada en Libertad Digital
Erkoreka: "Hemos sacado una tajada excelente para Euskadi"
"Así lo asegura el portavoz del PNV en el Congreso, en una entrevista que publican El Correo y el Diario Vasco (del Grupo Vocento), en la que también afirma que esa contribución a la "estabilidad" es un "gran gesto de responsabilidad solidaria con todos los habitantes del Estado". "Una tajada que además de ser excelente para Euskadi es una aportación que va más allá de los intereses de Euskadi y aporta gran estabilidad económica a todo el Estado".
El dirigente nacionalista -quien ha participado activamente en la negociación de este preacuerdo que implica la transferencia a Euskadi de la competencia en Investigación y que supondrá al Estado un gasto anual de 85 millones de euros- considera que la crisis económica actual ha sido "clave para entender este gesto de responsabilidad".
Asimismo, el portavoz de PNV en el Congreso afirma que la prometida transferencia de ayudas a la innovación, aspecto en el que el Gobierno prometió que se centraría la negociación, para el PNV se centra en una reividicación económica, ya que "el Estado apenas tiene medios dedicados a la investigación en Euskadi". "Por eso lo que nosotros llamamos transferencia es un ajuste financiero. Y ahí se ha centrado la negociación. El estado arrancó con un enfoque alternativo, no era partidario de ese ajuste financiero, sino de intensificar los mecanismos de cooperación, nada más".Además, reconoce que "es muy probable que nuestra actitud hacia los Presupuestos hubiera sido distinta en un contexto diferente", añade Erkoreka, quien matiza que el preacuerdo tiene "el alcance que tiene" y no "disipa otras diferencias con el PSOE de tipo estratégico e ideológico". "Que primero se dé a cada uno lo suyo y a partid de ahí puedan estudiarse actuaciones públicas, o bien mediante ayudas individuales o con mecanismos de cooperación" ha sido siempre la postura de su partido.Preguntado si este principio de acuerdo, que debe plasmarse en los próximos días, supone cuestionar las afirmaciones de la ministra de Innovación, Cristina Garmendia, quien no era partidaria de transferir la citada competencia, el diputado nacionalista dice que las tesis de la ministra "salen cuestionadas" aunque insiste en que no quiere "hacer sangre en un momento que puede ser delicado para ella".Erkoreka finalmente destaca la labor "decisiva" tanto del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en el proceso negociador y asegura que las "gestiones y consultas han sido muchas".
El dirigente nacionalista -quien ha participado activamente en la negociación de este preacuerdo que implica la transferencia a Euskadi de la competencia en Investigación y que supondrá al Estado un gasto anual de 85 millones de euros- considera que la crisis económica actual ha sido "clave para entender este gesto de responsabilidad".
Asimismo, el portavoz de PNV en el Congreso afirma que la prometida transferencia de ayudas a la innovación, aspecto en el que el Gobierno prometió que se centraría la negociación, para el PNV se centra en una reividicación económica, ya que "el Estado apenas tiene medios dedicados a la investigación en Euskadi". "Por eso lo que nosotros llamamos transferencia es un ajuste financiero. Y ahí se ha centrado la negociación. El estado arrancó con un enfoque alternativo, no era partidario de ese ajuste financiero, sino de intensificar los mecanismos de cooperación, nada más".Además, reconoce que "es muy probable que nuestra actitud hacia los Presupuestos hubiera sido distinta en un contexto diferente", añade Erkoreka, quien matiza que el preacuerdo tiene "el alcance que tiene" y no "disipa otras diferencias con el PSOE de tipo estratégico e ideológico". "Que primero se dé a cada uno lo suyo y a partid de ahí puedan estudiarse actuaciones públicas, o bien mediante ayudas individuales o con mecanismos de cooperación" ha sido siempre la postura de su partido.Preguntado si este principio de acuerdo, que debe plasmarse en los próximos días, supone cuestionar las afirmaciones de la ministra de Innovación, Cristina Garmendia, quien no era partidaria de transferir la citada competencia, el diputado nacionalista dice que las tesis de la ministra "salen cuestionadas" aunque insiste en que no quiere "hacer sangre en un momento que puede ser delicado para ella".Erkoreka finalmente destaca la labor "decisiva" tanto del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, como del presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en el proceso negociador y asegura que las "gestiones y consultas han sido muchas".
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Actualidad política
sábado, 18 de octubre de 2008
El sistema electoral español, la estabilidad y el bien común
Parecía que en esta legislatura se iba a discutir la conveniencia de modificar la ley electoral, principalmente con el fin de evitar la sobrerrepresentación de los grandes partidos –PP y PSOE- y de los partidos nacionalistas frente a los pequeños partidos de ámbito nacional (IU y UPyD). De momento no parece que haya demasiado interés en entrar a fondo sobre este asunto y plantear alternativas a la situación actual. Al menos el asunto brilla por su ausencia en los medios de comunicación, oscurecido por la crisis que padecemos y por otros asuntos más actuales como el auto de Garzón (por cierto, ya he leído la mitad del mismo). No obstante, alguna contribución al debate ha existido y he podido tener acceso a ella. Me permitirán, no obstante, que guarde el anonimato respecto al autor del trabajo y al título y lugar de publicación del mismo.
El autor parte de dos premisas inobjetables. El sistema electoral debe contribuir a facilitar la formación de gobiernos estables y a que la composición del parlamento refleje lo más fielmente posible la voluntad expresada por los ciudadanos a través de su voto. Esto último hace referencia a la búsqueda de una fórmula adecuada para lograr que cada partido tenga un número de representantes proporcional al número de apoyos con los que cuenta por parte del electorado. Es evidente que en este punto nuestro sistema hace aguas. Nadie puede negarlo, y se trata de buscar la mejor manera de remediarlo. Pero el autor del estudio al que me estoy refiriendo comienza afirmando que hay que reconocer que nuestro sistema electoral ha tenido la virtud de proporcionar gobiernos estables.
Me parece que no es posible dejar pasar esta afirmación sin someterla a severa crítica, y más a la luz de lo que acabamos de ver que ayer sucedió en el congreso de los diputados. Si se entiende que un gobierno es estable porque agota la legislatura, habrá que decir que ciertamente el sistema electoral español proporciona gobiernos estables porque desde 1982 casi siempre se han agotado las legislaturas debido a que los partidos que ganaron sin obtener mayoría absoluta han tenido un apoyo parlamentario suficiente. Esto es exactamente lo que el autor destaca y valora positivamente. Pero, ¿cuál ha sido el precio de esa estabilidad? La estabilidad se ha logrado con el apoyo de partidos nacionalistas que han condicionado dicho apoyo al logro de ventajas para sus comunidades autónomas. Sin ir más lejos, ayer el PSOE logró sacar adelante sus los presupuestos generales del Estado con el apoyo del PNV y del BNG. ¿Cuál fue el precio que se ha pagado por esa estabilidad? El PNV se ha apresurado a destacar que tendrán competencias en investigación, y el BNG se jacta de que estos presupuestos contemplan la mayor inversión del Estado en Galicia de toda la historia. Queridos lectores, así no vamos a ninguna parte. La estabilidad de un gobierno basada en el chantaje y, por tanto, en la desigualdad entre regiones no contribuye al bien común. Y si no se gobierna buscando el bien común tarde o temprano la sociedad termina desestabilizándose. Con otras palabras, la estabilidad del gobierno no puede lograrse a base de desestabilizar los fundamentos en los que se basa la cohesión nacional.
El sistema electoral debe permitir la formación de gobiernos estables capaces de ejercer su tarea buscando alcanzar el bien común. En la medida en que los grandes partidos dependen de los nacionalistas para formar gobierno no podemos dar por buena dicha estabilidad y pensar que la única tarea pendiente es mejorar la proporcionalidad de la representación que obtienen los partidos. Entonces, se me dirá, ¿qué hacemos borramos del mapa a los partidos nacionalistas? ¡Cómo respeta usted la democracia! Creo que hay que arbitrar un sistema en el que al congreso de los diputados sólo tengan acceso los partidos de implantación nacional, de tal forma que el gobierno sólo esté condicionado por acuerdos sobre programas de gobierno, es decir, sobre cuestiones de carácter ideológico, y no sobre ventajas de determinadas regiones. Los partidos de ámbito territorial siempre tienen la posibilidad de presentarse a las elecciones autonómicas y municipales, y además podría estudiarse la transformación del senado para hacer de ella una cámara de representación territorial, aunque habría que precisar sus funciones. En definitiva, al parlamento nacional sólo deberían acceder partidos con implantación real a nivel nacional. ¿Cómo se puede lograr que esto sea así? Quizá exigiendo una barrera electoral consistente en haber obtenido diputados en provincias de al menos cuatro comunidades autónomas diferentes.
El autor parte de dos premisas inobjetables. El sistema electoral debe contribuir a facilitar la formación de gobiernos estables y a que la composición del parlamento refleje lo más fielmente posible la voluntad expresada por los ciudadanos a través de su voto. Esto último hace referencia a la búsqueda de una fórmula adecuada para lograr que cada partido tenga un número de representantes proporcional al número de apoyos con los que cuenta por parte del electorado. Es evidente que en este punto nuestro sistema hace aguas. Nadie puede negarlo, y se trata de buscar la mejor manera de remediarlo. Pero el autor del estudio al que me estoy refiriendo comienza afirmando que hay que reconocer que nuestro sistema electoral ha tenido la virtud de proporcionar gobiernos estables.
Me parece que no es posible dejar pasar esta afirmación sin someterla a severa crítica, y más a la luz de lo que acabamos de ver que ayer sucedió en el congreso de los diputados. Si se entiende que un gobierno es estable porque agota la legislatura, habrá que decir que ciertamente el sistema electoral español proporciona gobiernos estables porque desde 1982 casi siempre se han agotado las legislaturas debido a que los partidos que ganaron sin obtener mayoría absoluta han tenido un apoyo parlamentario suficiente. Esto es exactamente lo que el autor destaca y valora positivamente. Pero, ¿cuál ha sido el precio de esa estabilidad? La estabilidad se ha logrado con el apoyo de partidos nacionalistas que han condicionado dicho apoyo al logro de ventajas para sus comunidades autónomas. Sin ir más lejos, ayer el PSOE logró sacar adelante sus los presupuestos generales del Estado con el apoyo del PNV y del BNG. ¿Cuál fue el precio que se ha pagado por esa estabilidad? El PNV se ha apresurado a destacar que tendrán competencias en investigación, y el BNG se jacta de que estos presupuestos contemplan la mayor inversión del Estado en Galicia de toda la historia. Queridos lectores, así no vamos a ninguna parte. La estabilidad de un gobierno basada en el chantaje y, por tanto, en la desigualdad entre regiones no contribuye al bien común. Y si no se gobierna buscando el bien común tarde o temprano la sociedad termina desestabilizándose. Con otras palabras, la estabilidad del gobierno no puede lograrse a base de desestabilizar los fundamentos en los que se basa la cohesión nacional.
El sistema electoral debe permitir la formación de gobiernos estables capaces de ejercer su tarea buscando alcanzar el bien común. En la medida en que los grandes partidos dependen de los nacionalistas para formar gobierno no podemos dar por buena dicha estabilidad y pensar que la única tarea pendiente es mejorar la proporcionalidad de la representación que obtienen los partidos. Entonces, se me dirá, ¿qué hacemos borramos del mapa a los partidos nacionalistas? ¡Cómo respeta usted la democracia! Creo que hay que arbitrar un sistema en el que al congreso de los diputados sólo tengan acceso los partidos de implantación nacional, de tal forma que el gobierno sólo esté condicionado por acuerdos sobre programas de gobierno, es decir, sobre cuestiones de carácter ideológico, y no sobre ventajas de determinadas regiones. Los partidos de ámbito territorial siempre tienen la posibilidad de presentarse a las elecciones autonómicas y municipales, y además podría estudiarse la transformación del senado para hacer de ella una cámara de representación territorial, aunque habría que precisar sus funciones. En definitiva, al parlamento nacional sólo deberían acceder partidos con implantación real a nivel nacional. ¿Cómo se puede lograr que esto sea así? Quizá exigiendo una barrera electoral consistente en haber obtenido diputados en provincias de al menos cuatro comunidades autónomas diferentes.
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