martes, 18 de noviembre de 2008

Una opinión de Stanley Payne en "España, una historia única"

Estoy investigando a fondo todo este complejo movimiento de recuperación de la “memoria histórica”. Su complejidad radica en que mezcla, frecuentemente de manera indebida cuando no claramente torticera, cosas muy heterogéneas. Hay adalides de la memoria histórica que se centran en abrir las fosas para enterrar a sus antepasados; otros también se apuntan a llevar adelante políticas de memoria, entre las que se incluiría la rehabilitación moral de la II República y de los combatientes contra el franquismo; finalmente hay quien además aprovecha todo esto para reinterpretar la Transición críticamente y, con unas tesis delirantes, como sucede con el juez Garzón, criminalizar a los dirigentes franquistas negando la validez de las leyes de amnistía y sobre todo el espíritu que las inspiró.

La bibliografía que está generando la “memoria histórica” es muy abundante y es necesario seleccionar. En esta labor de investigación acabo de adquirir la última obra del prestigioso hispanista Stanley G. Payne titulada “España, una historia única”. El libro pretende aclarar diversas cuestiones de la historia de España que aparecen teñidas de polémica. Sólo he podido leer unos pocos capítulos de este libro –es la primera obra de este autor que estudio-, y lo primero que me ha llamado la atención es la profunda sensación de veracidad que genera en el lector el rigor en el estudio y la razonable interpretación de los hechos que realiza Payne. Es admirable, por ejemplo, la manera en que examina la responsabilidad del desencadenamiento de la Guerra Civil.

Pero mi objetivo principal al adquirir este libro se centraba en el último capítulo, aquel en el que Payne examina controversias de la España actual, y valora lo relativo a la memoria histórica. Sabía que era crítico con este movimiento por artículos de prensa, pero al leer el capítulo del libro, además de ver reflejada mi propia opinión sobre el tema, me ha sorprendido que Payne asuma una teoría que, pese a que no dudo de que puede ser cierta, resulta complicada de justificar y de momento pienso que cabría considerarla como una hipótesis. Me refiero a enmarcar las iniciativas de recuperación de la memoria histórica llevadas a cabo por los socialistas en el nuevo paradigma ideológico de la izquierda, el llamado “buenismo”. Veamos lo que dice Payne:

“El tercer factor [del incremento de la agitación relativa a la memoria histórica] fue el cambio ideológico operado en la izquierda. Su doctrina se transformó con rapidez a finales del siglo XX, pasando de las diversas clases de radicalismo de las décadas de 1960 y 1970 a la socialdemocracia y el “eurocomunismo” adoptados a finales de esta última. La nueva orientación se prolongó durante prácticamente dos décadas, pero llegados los años noventa, estaba dando paso a la nueva ideología común de la izquierda occidental, la única gran ideología contemporánea que carece de un nombre generalmente aceptado. Su denominación más técnica es corrección política, pero en España se le ha llamado, con mayor frecuencia, simplemente “buenismo” o incluso “pensamiento dominante”. Al igual que todas las doctrinas izquierdistas radicales de la época contemporánea, la corrección política rechaza de plano el pasado, pero convierte en un fetiche singular la revolución cultural y el rechazo del legado de la civilización occidental, algo en lo que en ciertos aspectos se aparta categóricamente del marxismo clásico. La crítica y el rechazo del pasado son capitales para la corrección política, y también lo es la insistencia en las víctimas y la victimización, así como la búsqueda de grupos especiales de personas a los que defender y estigmatizar en ese sentido. El “victimismo” es especialmente importante para esta ideología contemporánea, ya que, al igual que sus antecesores inmediatos, tiende a convertirse en un credo laico o en un sucedáneo de religión, por lo que debe encontrar formas de abordar la cuestión fundamental de la culpa”.
Stanley G. Payne, España, una história única, Madrid, Ed. Temas de hoy, 2008, págs. 406-407.

Personalmente comparto la opinión de Payne, pero no cabe duda de que es una tesis arriesgada. Celebro la honradez y el compromiso intelectual de Payne, que asume el reto de interpretar el tiempo presente. Además del texto que acabo de transcribir, Payne también alude a que el triunfo del PP en 1996 y 2000 hizo que la izquierda necesitara nuevos argumentos para la agitación política. Es posible que sea cierto, pero creo que la guerra de Iraq otorgaba suficientes motivos de agitación, por lo que si una vez alcanzado el poder el PSOE ha impulsado el movimiento de recuperación de la memoria histórica, creo que ello se debe a otras razones, quizá las citadas en el párrafo trascrito. No obstante, hay que aclarar la relación entre “buenismo” y “memoria histórica”. Todo un reto.

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