domingo, 8 de mayo de 2011

Me paso al lector electrónico (ereader)

Hay escritores que desdeñan los nuevos lectores electrónicos (ereaders) para leer libros digitales (ebooks). Creen que no pueden compararse con el placer que proporciona leer sobre el papel, poder tocar una página y guardar el libro en la biblioteca disfrutando de su cálida y arropadora presencia en el salón de la casa o en el estudio. Todo ello es más importante que la ventaja evidente de soportar menos peso entre las manos o de poder llevar en ese dispositivo cientos o miles de libros. Puedo entenderlo hasta cierto punto, porque es verdad que la visión de una biblioteca es algo verdaderamente bonito, sobre todo cuando es obra de una persona y revela sus lecturas. Por eso me parecen más interesantes las bibliotecas que almacenan lecturas reales que aquellas que adquieren proporciones elefantiásicas, e incluyen ejemplares que nunca han tenido la fortuna de hallar un lector. Recuerdo, por ejemplo, que cuando visité la casa de Thomas Mann en Lübeck me llamó la atención el armario que albergaba sus libros. Estaba repleto, pero tratándose de un armario es obvio que incluía una cantidad limitada de ejemplares, aquellos libros que más influyeron en el gran escritor alemán.

Cuando hablamos de libros y de lectura para mí lo más importante es poder leer a gusto un libro. Su presencia física es secundaria. Por ello me sorprende –sobre todo en los escritores- esa obsesión por “el físico” en una actividad absolutamente espiritual. Me interesé por los lectores electrónicos por dos motivos: por una parte, mi dedicación a la investigación hace que viaje cargado de libros, lo cual es siempre incómodo. Además, hay libros de derecho –sobre todo hispanoamericanos- que es más fácil adquirir en formato digital que en papel. En segundo lugar, al margen de la investigación, quería saber si leer un texto en tinta electrónica podía resultar cómodo (nada de Ipad o tablets con pantalla retroiluminada que cansa la vista y consume más batería). Así que me puse a indagar sobre el tema y llegué a la conclusión de que me convenía adquirir uno de estos lectores que me permitiera realizar anotaciones sobre el texto. Quería uno que tuviera una pantalla de 9 pulgadas porque pensé que me resultaría más cómodo, pero finalmente opté por uno de 6, el Samsung E65. Me compré algunas novelas digitales (ebooks) y empecé a leerlas en el formato Epub. Pues bien, confieso que estoy disfrutando leyendo en este formato Epub y tamaño de letra segundo empezando por la izquierda. ¡Un auténtico placer! Una de las novelas que me compré fue “Los pilares de la tierra”, de Ken Follet, que tan buenas críticas ha recibido. Curiosamente mi mujer me lo regaló en papel –no sabía que lo tenía en digital-, así que tengo la posibilidad de leer la novela con el ereader o en papel. Pues me resulta muchísimo más cómodo leerla en el ereader. Así que yo desde luego lo tengo claro: me paso al ereader, porque a mí lo que me gusta es leer.

sábado, 7 de mayo de 2011

¿Qué más da ya que el Tribunal Constitucional tenga razón?

Es totalmente comprensible la indignación ciudadana al saber que los etarras van a poder presentarse a las elecciones. Supongo que, salvo algún tonto como yo, poca gente se habrá leído la sentencia del Tribunal Constitucional que estima su recurso de amparo. ¿Y para qué? El Tribunal Constitucional ha dejado su prestigio en el camino tras el bochornoso espectáculo ofrecido con los prolegómenos y la sentencia del Estatuto de Cataluña. Como advertí en su momento, si ya entonces estaba bajo sospecha, debido principalmente a la evidencia de que no ha permanecido ajeno a las influencias de la lucha partidista, con la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña se jugaba definitivamente, más que su prestigio, su credibilidad.

En la polémica sobre la ilegalización de Bildu el Tribunal Constitucional tiene razón. Léanse los fundamentos 9 y 10 de la sentencia, en los que se recuerda la doctrina constitucional respecto a los requisitos que deben darse para ilegalizar un partido o, como es el caso, una agrupación de electores, y luego observen la impecable aplicación de dicha doctrina al caso concreto en el fundamento jurídico 11, con citas literales de la sentencia del Tribunal Supremo que sorprenderían a más de uno. Pero lo verdaderamente grave es que ya da igual que el Tribunal Constitucional tenga razón. Nadie confía, ni se preocupa por la argumentación jurídica de la sentencia. Los etarras creen que no han sido sus argumentos jurídicos los que han propiciado la estimación de su recurso, sino que están convencidos de que ha sido una decisión política, porque en España, dicen, no hay separación de poderes. El problema es que el resto de los españoles pensemos lo mismo. Provoca escalofríos escribir algo así, porque estoy reconociendo que la política, o, mejor dicho, la lucha partidista, ha sepultado al Derecho, y naturalmente si en un Estado de Derecho el Derecho carece de importancia difícilmente se puede seguir diciendo que vivimos en un Estado de Derecho.

martes, 3 de mayo de 2011

Las municipales son clave para un posible adelanto electoral

La decisión del PNV de romper con el gobierno de Zapatero otorga a las elecciones municipales y autonómicas de este mes de mayo una importancia todavía mayor a la que ya de por sí tienen. Un varapalo electoral del PSOE reforzaría la necesidad de convocar elecciones anticipadas para otoño. Si Zapatero pretendiera ignorar la debacle y se empecinara en agotar la legislatura, Rajoy debería plantear una moción de censura. Es posible que no la ganara, pero con tal acción demostraría respeto por el electorado –al tomar medidas para derrocar a un gobierno que genera un evidente rechazo-, y exigiría al resto de partidos que se posicionaran. A ver quién es el guapo que permite con sus votos o su abstención que Zetapé siga al frente de la nave. 

viernes, 29 de abril de 2011

Paro en máximos históricos y estanflación

El paro en máximos históricos, los precios subiendo y la economía que apenas crece. Los halagos de la prensa internacional a la política económica que ha seguido en los últimos dos años Zapatero no deben confundirnos. Aplauden un ajuste que hace pensar que podremos pagar nuestras deudas, lo cual sin duda es importante, pero en economía de lo que se trata es de trabajar y generar riqueza para vivir lo mejor posible. Y, como cualquiera puede apreciar, en esto no levantamos cabeza. La situación es desesperada. Fíjense que a los casi cinco millones de parados se tienen que sumar los que va a arrojar la reestructuración del sector bancario. Y a ello añadan la subida del euribor, el precio de la electricidad y el gas, y el de la gasolina. Como bien sabe usted, querido lector, somos mucho más pobres que hace cuatro años.

¿Cuál es la solución? En otros post me he referido a reformas estructurales imprescindibles para mejorar nuestra economía, pero ahora hay que incidir en lo urgente.

1. Lo primero es correr un riesgo que sólo un nuevo gobierno puede asumir: bajar los impuestos que gravan la iniciativa económica. Ante la necesidad de reducir el déficit los socialistas, al margen de recortar gastos –el tijeretazo o ajuste-, nos han freído a impuestos. Ahogar a las economías domésticas no es el camino para salir de la crisis, sino para demorarla, con lo cual, al final, el ajuste todavía será mayor porque habrá que afrontar nuevos gastos sin nuevos ingresos. El riesgo que el nuevo gobierno debe correr consiste en confiar en la iniciativa individual y colectiva para poner en marcha la economía. En principio puede pensarse que se recaudará menos, pero ello debe ser compensado con el presumible crecimiento de la economía. Urge, pues reducir impuestos, reducir trámites para la creación de empresas, modificar días festivos y estimular a los sectores productivos que más crecimiento pueden generar, fundamentalmente turismo y sector exterior.

2. Lo segundo es reducir gastos públicos que no sean básicos. Los urgentes para mí son: eliminar o privatizar empresas públicas, en especial las televisiones autonómicas; suprimir subvenciones que no vayan destinadas a proyectos encaminados a satisfacer necesidades básicas; institucionalizar la austeridad con planes de ahorro energético en edificios y ciudades (por ejemplo, en lugar de una farola cada 50 metros, cada 100); eliminar instituciones carentes de sentido como los síndicos de agravios de las comunidades autónomas. En aquellas comunidades que tengan dos idiomas oficiales, aconsejaría prescindir del idioma regional en todos los trámites burocráticos eliminando traducciones y todo lo relacionado con los servicios lingüísticos. Sé que es una medida inviable, pero esto de las dos lenguas oficiales me parece que es para ricos.

sábado, 16 de abril de 2011

"También la lluvia"

Ayer fui a ver la película de Iciar Bollaín “También la lluvia” en los cines Odeón de Elche. Lo único que sabía de ella es que había sido nominada para varios premios Goya. Excelente elección. La historia se desarrolla en Cochabamba (Bolivia), y gira en torno a la realización de una película por un grupo de cineastas españoles sobre los primeros años de la colonización de América, con personajes como Colón o Fray Bartolomé de las Casas. Pese a que han pasado más de quinientos años los indígenas que colaboran en la película como extras se dan cuenta –sin decirlo explícitamente, gran acierto de Bollaín- de que siguen padeciendo injusticias. Tan pronto como acaban de rodar se exponen a ser masacrados simplemente por tratar de lograr agua para satisfacer sus necesidades básicas. Impresiona y emociona ver como los diálogos de la película sobre la colonización adquieren sentido en el contexto de la Bolivia actual. También es emocionante ver la transformación que el contacto con la injusticia y con la dignidad de Daniel –el líder popular de la revuelta en defensa del derecho al agua que además desempeña un papel estelar como extra en la película- opera en Costa, el productor: de estar únicamente interesado en acabar la película y ganar dinero pasa a jugarse la vida para salvar a la hija de Daniel. En el abrazo final entre Daniel y Costa casi me saltan las lágrimas. Se la recomiendo.

jueves, 14 de abril de 2011

A la memoria de Amadeo Bellver Mas

Nunca he sabido exactamente por qué esa carta estaba en mi casa. De pequeño la leí y me emocionó. Le pregunté a mi padre qué pasó y me contó una historia de injusticia. Mi tío Amadeo fue encarcelado, torturado y ejecutado injustamente. Parece ser que a los pocos días sus hermanas (una de ellas era mi abuela) llegaban a la prisión con el indulto de Franco. Demasiado tarde. El tío Amadeo había sido fusilado. Quizá el destino me reservaba esa carta para que la publicara en homenaje a su lección de serenidad y perdón generoso que los españoles no deberíamos olvidar.

Transcribo la carta de mi tío Amadeo Bellver Mas porque no se lee bien el documento original:

“Cárcel de Liria, mayo 1939

Lola, ayer domingo fue un día de prueba para mí, día amargo, día triste, día de dolor pero día de fiesta pues por encima de la tristeza y el dolor estaba el placer experimentado al ver y besar a mis hijitas, a ti y a mi madre que es la tuya, a mis hermanas, mis seres queridos, mi único recuerdo en la vida y todo esto en trance tan difícil, en estos momentos de desesperación: Lola mía, cuán injusto lo que se cometa conmigo yo que nunca fui capaz de hacerle mal a nadie y ahora que se me acuse de tantas barbaridades, todo sin una prueba que justifique ni uno sola de las cosas. Buscad personas que pidan la revisión de mi proceso y lo pongan en claro, no ya por mí, sino por la tranquilidad vuestra. Esto sería hacer justicia. [Palabra ininteligible] lo firmé todo, ¿ah?, pero es que había interés de que fuese alguien el culpable, y en nombre de un Dios que fue todo bondad fui apaleado cruelmente hasta el extremo de perder la vista y el oído. Comprenderás Lola mía que en estas condiciones se hace responsable cualquiera más cuando la dieron conmigo. No sé quién tendrá interés en que sea yo la víctima (tanto bien que he hecho, y esto lo pueden decir las religiosas que habían conmigo). Lola mía, cuida mucho a nuestras hijitas, enséñales a que sean buenas como su padre haciendo bien a todos sin rencores ni malas pasiones, y ojalá sean tratadas con todo el cariño que Dios enseñó a los hombres. Vuestro, Amadeo”.




domingo, 3 de abril de 2011

Adiós a Zapatero

Como era previsible, tan pronto como Zapatero ha anunciado que no se volverá a presentar poco ha faltado para que algunos medios soliciten su canonización como santo laico. Podríamos pensar que está sucediendo lo habitual cuando se habla de alguien que ha fallecido y está de cuerpo presente: o era un dechado de virtudes o se le trata con una indulgencia que conociendo su ejecutoria provoca alipori. No creo, sin embargo, que las loas a Zapatero sean sólo debidas a su condición de cadáver político con funeral a un año vista. Algunos de los que alaban su trayectoria piensan sinceramente que hizo cosas buenas y que pasará a la historia como un buen presidente. La clave para entender que un gobernante desastroso reciba elogios creo que se halla en la pérdida de los criterios elementales que deben considerarse a la hora de valorar la acción de un político.

Aunque parezca una exageración, estoy convencido de que muy pocas personas sabrían decir en qué consiste la política. Y si no se tiene claridad sobre esta cuestión es imposible realizar un análisis político adecuado. La dificultad en buena medida se debe a que la política es un realidad compleja, presenta diversas dimensiones, y no suele acertarse a la hora de articularlas y establecer una jerarquía entre ellas. Sintetizando a nivel de blog, diría que la política es una actividad dirigida a cohesionar y mejorar todas las dimensiones de la comunidad política con el fin de orientarla hacia el logro del bien común, esto es, de una situación en la que todos podamos alcanzar los bienes más elevados que podemos pretender lograr colectivamente. Cohesionar y mejorar el nosotros en que consiste toda comunidad política no implica una postura paternalista. Hay que conciliar el esfuerzo por mejorar el cuerpo social con la indispensable libertad individual que puede convertir en estériles estos esfuerzos. Los grandes políticos son aquellos que son capaces que fomentar la cohesión social y de crear las condiciones para el progreso moral y material de los ciudadanos, lo cual se traduce en mejorar básicamente la educación y la capacidad de generar riqueza con el fin de poder lograr bienes de todo tipo hasta incluso hacer posible el estado del bienestar.

Zapatero ha llevado la división a la sociedad española, tanto por su insensato impulso al falseamiento de la historia en que consisten buena parte de las iniciativas respaldadas por los defensores de la llamada “memoria histórica”, como por su apuesta por la reforma del Estatuto catalán sin contar con el PP. Zapatero no sólo no ha tomado ninguna iniciativa capaz de mejorar nuestro sistema educativo, sino que además ha interpretado el Espacio Europeo de Educación Superior de una forma que empeora notablemente la Universidad española. En el terreno económico, por mucho que presuma ahora de que está tomando las medidas que necesita la nación, lo cierto es que se pasó años sin enterarse de la película y diciendo que éramos los mejores y los más guapos; luego que todos exageraban y que no era para tanto; más tarde que teníamos margen para gastar –plan E y sucedáneos-; y finalmente, cuando le fuerzan a volver al redil, se la envaina y donde dije digo digo Diego. Absolutamente impresentable que esa rectificación forzada no incluyera su dimisión. Todos sabemos que hoy somos bastante más pobres, y no sólo por la crisis internacional, sino porque los gobiernos de Zapatero se han pasado el tiempo aplicando políticas erráticas. Pero no olvidemos que cuando la capacidad de generar riqueza se deteriora el estado del bienestar es imposible. De ahí que Zetapé suprimiera el cheque bebé o que la ley de dependencia sea muy bonita sobre el papel, pero difícilmente aplicable ante la magra situación de los fondos públicos. Zapatero cifra sus éxitos en medidas de distribución, de gasto. En ese terreno es fácil ser popular, pero ese no es el territorio del gran político, sino del demagogo o del ingeniero social. A ambas cosas se ha dedicado con notable éxito el difunto Zepaté.