Agradezco el comentario, Alfredo. Permítame unas observaciones:
1. Su referencia a la ausencia de incidentes institucionales en mi opinión es un argumento bastante débil, cuya debilidad radica en ponerse a la defensiva frente a la acusación y señalar que no ha habido incidentes institucionales. No se trata de eso, Alfredo, sino de abrazar las señas de identidad valencianas, que no es lo mismo. No tengo por qué dudar ni dudo de que el PSPV haya cumplido escrupulosamente con la ley de banderas, pero no es a ese cumplimiento formal de la ley al que me refiero. Hay una diferencia cualitativa entre “acatar” una ley y “abrazarla” gozosamente. El PSPV naturalmente puede hacer cuanto guste en este terreno. Si desea seguir adoptando la denominación Pais Valencià para la Comunidad Valenciana es muy libre de hacerlo, y si desea poblar de banderitas cuatribarradas las calles de un pueblo en fiestas donde gobierna –ello no incumple la ley de banderas-, también. La cuestión que estoy planteando en el post es si ello le aleja del sentir mayoritario de los valencianos o no, y a mí me parece que lo aleja, aunque naturalmente puedo estar equivocado porque es una impresión absolutamente personal.
2. En el tema del valenciano comprendo que no acabe de entender el reproche porque no he estado demasiado afortunado a la hora de dejar claro en qué creo que se ha equivocado el PSPV. Mi crítica gira en torno a dos cuestiones.
A) La primera, que no comento en el post, es que el PSPV ha errado gravemente al haber estado siempre al servicio de las tesis pancatalanistas en defensa de la unidad de la lengua, por mucho que esa tesis cuente con un respaldo académico. Fue una estrategia que considero equivocada y absolutamente innecesaria. Desde mi punto de vista el PSPV tenía que haber defendido a ultranza la denominación “valenciano”, al margen de la cuestión de la unidad de la lengua (por eso digo que era innecearia). Prueba de que ello nunca fue así es que los estatutos de la Universitat de València incorporaron la denominación “catalán” merced al apoyo de un claustro universitario mayoritariamente dominado por profesores que militaban en el PSPV (soy testigo directo de lo que ha pasado en la Universitat desde finales de los 80). Pienso que los socialistas debían haber hecho exactamente lo mismo que el PP: defender la denominación “valenciano”, lo cual conlleva exigir su respeto en todas las instituciones valencianas, y dejar al margen las cuestiones filológicas. Al no hacerlo así, volvieron a dar una imagen que muchos valencianos nunca han entendido.
B) La segunda, que sí comento en el post, aunque negligentemente, es la apuesta por la inmersión lingüística en la educación tratando de imitar la política seguida en comunidades como Cataluña, Galicia y el País Vasco, y que me parece nefasta. Esta política de potenciación del valenciano ha sido seguida por el PP y desde luego yo soy muy crítico con ella. Por consiguiente, mi reproche se dirigiría a ambos partidos, no sólo al PSPV –lo cual no he dejado claro en el post, y aprovecho esta respuesta para hacerlo-. Estoy completamente en contra de lo que usted sostiene. No creo que las llamadas “injusticias históricas” se solucionen con injusticias reales que recaen sobre personas concretas. Hay que dejar libertad a los padres para que escolaricen a sus hijos en la lengua que deseen, y si la gente desea dejar el valenciano reducido a un reducto folclórico, pues habrá que asumirlo, igual que se asumió que el latín dejara de ser una lengua de uso vehicular y fuera sustituida por las lenguas que de él nacieron. Por cierto, ¿creerá usted que algún alumno me ha pedido poder redactar su examen en valenciano porque no sabía hacerlo en castellano? Le dije que no había problema, pero es absolutamente letal para el futuro profesional de alguien en España no saber escribir correctamente en español, ¿no le parece? A eso nos está llevando esta enseñanza pública en la que se confunde lo importante con lo secundario.
3. ¿Se pone en duda la españolidad de los socialistas valencianos? Por supuesto que sí. Naturalmente que sí. Ya ve que no sólo me paso de frenada, sino que me lanzo a la piscina como Ian Thorpe. Primeramente porque se cuestiona la españolidad del propio partido socialista desde el momento en que, al margen de que crean en una España plural –por cierto, simplemente basta con creer en España, que es plural- este partido ha erosionado gravísimamente los pilares sobre los que se sostiene cualquier comunidad política nacional (para no alargarme, le remito a mi post “cómo se rompe una nación”, así como a otros muchos post en los que he abordado este tema, entre ellos los referidos al Estatuto catalán). Además de la propia política seguida por el felón Zapatero, el gran problema del PSPV es que nunca se ha despojado de su vínculo con el pancatalanismo que, como es sabido, cree en una gran Cataluña independiente de la que formaría parte el País Valencià. ¿Cuál es ese vínculo? La denominación del partido, naturalmente, lo cual unido a la posición mantenida con relación a la lengua, o la postura de “acatamiento” oficial de los símbolos termina por dar una imagen a la ciudadanía, que es la que considero que el PSPV debe tratar de modificar.
Finalmente, respecto a las glorias a España que ofrece el PP, pues simplemente le remito a los post que he dedicado a la cuestión. Por ejemplo, “la difícil papeleta del votante valenciano”, o mis opiniones sobre el caso Gürtel y sobre cómo debería haber actuado Camps.
Bienvenido al blog, Alfredo, y gracias otras vez por sus comentarios.