miércoles, 30 de noviembre de 2011

Y un poco más todavía sobre el euro...

Aunque resulte reiterativo, no puedo dejar de indignarme cada vez que repaso algunos de los acontecimientos económicos que se han producido a partir de la entrada en circulación del euro. Es evidente que la burbuja inmobiliaria que hemos padecido en España ha provocado que la crisis esté teniendo efectos dramáticos en nuestro país, sobre todo por el número de parados que se ha cobrado. Zapatero se lamentaba en el último debate sobre el estado de la nación –si mal no recuerdo- de no haber acabado con esa burbuja de nefastas consecuencias. Quizá se podrían haber tomado diversas medidas para lograrlo, pero, al margen de ello, también podemos preguntarnos por qué razón hemos vivido años con unos tipos de interés tan bajos. Esa política de tipos bajos, casi rasantes, propició la burbuja inmobiliaria al tiempo que la inflación, pese a no alcanzar las cotas de décadas pasadas, era superior a la del resto de países de la zona euro. ¿Por qué pasó todo eso? Pues porque carecíamos de mecanismos para regular los tipos de interés, y el Banco Central Europeo prestó atención a los intereses de Alemania. En los primeros años de siglo, la economía alemana estaba estancada y necesitaba esos tipos de interés bajos para intentar salir de esa situación de estancamiento que le llevó a incumplir el Pacto de Estabilidad, al igual que sucedió con Francia. Ellos necesitaban estímulo, mientras a nosotros nos hubiera venido bien un enfriamiento. Por eso sostengo que el euro y la política del BCE ha estado al servicio de los alemanes y de los franceses, y me parece indignante que Alemania se presente como la gran víctima de los desmanes cometidos por los países periféricos, sin negar ni dejar de criticar esas políticas irresponsables llevadas a cabo por Grecia fundamentalmente.

Si la política del BCE benefició sobre todo a Alemania, por qué razón un gobierno económico europeo va a ser bueno para toda la zona euro. Tengo la impresión de que se está produciendo una peligrosa mistificación: se está dando a entender que la globalización financiera demanda una respuesta unitaria de los países de la zona euro que pasa por “globalizar” las decisiones de política económica y, sobre todo, presupuestaria. Con otras palabras, la globalización requiere coordinación y la mejor coordinación es la que proporciona un mando único. El problema es que el mando único puede pensar en la zona euro globalmente y ello no siempre te va a beneficiar, tal y como ha sucedido con la política de tipos de interés seguida por el BCE. Yo diría que la globalización económica y financiera, y la necesidad de coordinar políticas en ese escenario, aconseja más bien todo lo contrario, es decir, no renunciar a los principales mecanismos de decisión que afectan a la política económica y financiera de un país, tal y como han hecho el Reino Unido o Suecia. Pero, ya sabemos, parece que no es posible la vuelta atrás, y eso me inquieta profundamente. ¿De verdad no es posible una ruptura ordenada de la zona euro? 

martes, 29 de noviembre de 2011

Cumpliremos con el objetivo del déficit público

En una entrada publicada el 28 de octubre destaqué que había pasado desapercibido el buen dato del déficit público del Estado registrado hasta el mes de septiembre. Hoy hemos conocido una excelente noticia en esa misma línea: en los primeros diez meses del año el déficit del Estado ha sido del 3,70% del PIB, es decir, hay un margen bastante amplio para cumplir con el objetivo del 4,8% para todo el año. Este dato unido a la moderación del déficit de las Comunidades Autónomas que conocimos ayer me reafirma en la convicción de que se va a cumplir con el objetivo de no superar el déficit conjunto del 6% y, si se sobrepasa, el exceso será pequeño. No entiendo por qué una buena noticia como esta se difumina en algunos medios –lo de Libertad Digital me parece de escándalo, parece que sólo son noticia las malas noticias- al tiempo que se destaca de forma exagerada un informe de la OCDE conocido hace pocos días que pronosticaba un paro del 23% en los próximos años. Este dato de déficit no significa que no se deban llevar a cabo reformas estructurales urgentes, así como perseverar en la austeridad, pues el año que viene hay que seguir reduciendo el déficit, pero hay que insistir en que urge buscar fórmulas para estimular el crecimiento y no poner el énfasis únicamente en la necesidad de recortar gastos, y sobre todo en crear una psicosis con relación a este tema que está lastrando la puesta en marcha de iniciativas económicas.

Les tengo que decir que a mí no me sorprende que estemos en el camino adecuado para cumplir los objetivos de déficit. Es más, estaba convencido de que así sería, y no precisamente por la labor del gobierno, aunque hay que reconocer que en este terreno ha actuado con rigor. Mi convencimiento se basaba en una razón mucho más prosaica: el carácter genuinamente borreguil de la grey hispánica. En España se reflexiona poco y se actúa al impulso de modas basadas en determinadas creencias que arraigan. Cuando a los españoles se nos mete una idea en la cabeza que nos mueve a actuar somos capaces hasta de conquistar y evangelizar un continente (al final tendrá razón Ortega cuando insistía en que España es una nación de masas, cuestión que bien merece una entrada específica). En este último año y medio hemos decidido –forzados o no, esto poco importa- que hay que reducir el déficit. Las administraciones se han lanzado a una formidable carrera de recortes y estoy convencido de que lo vamos a lograr, como casi todo lo que verdaderamente nos proponemos. Lástima que en su día apostáramos por un europeismo irreflexivo y decidiéramos prescindir de la peseta. Imagino que otro tanto pensarán los finlandeses al ver que la pertenencia al euro ha aumentado el coste de su deuda soberana en comparación con la de sus vecinos suecos que conservan su corona.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Harto del cupo-chollo vasco

Leyendo una entrevista a Alberto Recarte, veo que le preguntan por el cupo vasco y contesta lo que ya sabíamos: En el País Vasco, excepto el Impuesto de Sociedades y las cotizaciones sociales, todos los demás impuestos los recauda la administración fiscal vasca. Existe un acuerdo entre el País Vasco y España. Se deja que todo lo que recaude se lo quede el País Vasco excepto aquella parte de los gastos nacionales a los que tiene que contribuir (justicia, defensa, seguridad, etc...) Se hace ese cálculo y el País Vasco tiene que pagar a la Hacienda española una cantidad. Los acuerdos tienen que renovarse cada 3 ó 4 años. Las cantidades son muy ridículas. En la práctica, el País Vasco es independiente fiscalmente. No contribuye a la solidaridad del resto de España. Es de lo que se quejan los catalanes. Es un privilegio. Y además, lo que dicen los expertos es que se ha calculado mal los porcentajes de los gastos nacionales que ellos tienen que afrontar”. Tiene razón Recarte, y si desean más datos: http://eprints.ucm.es/7945/1/58.pdf .

Cuando uno se pone a pensar detenidamente en el asunto del cupo vasco no entiende que los nacionalistas vascos lleven más de treinta años dando la matraca con la autodeterminación y nadie –por fin un partido, UPyD, lo lleva en su programa- haya tenido la iniciativa de querer acabar con esta situación. Supongo que por un sentido de lealtad constitucional –la Constitución ampara los derechos históricos de los territorios forales- un tanto estúpido a la vista de la reiterada deslealtad del nacionalismo vasco. Me parece que hay que revisar urgentemente este privilegio incompatible con el espíritu e incluso la letra de la Constitución española, pues ya me dirán ustedes, por ejemplo, cómo casa el cupo vasco y el concierto Navarro con el art. 138.2 de la Constitución: “Las diferencias entre los Estatutos de las distintas Comunidades Autónomas no podrán implicar, en ningún caso, privilegios económicos o sociales”. Mientras esto se mantenga no es que desee que se independicen, sino que soy yo el que se declara independentista.


viernes, 25 de noviembre de 2011

Poesía contra el Alzheimer

Así se titula uno de los blogs que sigo, cuyo autor es mi amigo José María Sancho-Tello. Hace relativamente poco tiempo que ha retomado su vena poética y ha empezado a regalarnos unos poemas de conmovedora belleza que ofrecen una aproximación diferente a la enfermedad de Alzheimer, y en general a las demencias seniles. Buen conocedor de ese proceso que conduce al olvido total, Pepe penetra en el alma del enfermo y a través de sus poemas logra que sintamos su sufrimiento. Pepe, no dejes de escribir. Gracias.

jueves, 24 de noviembre de 2011

Gesto de Izquierda Unida hacia UPyD

Me parece digno de alabanza que Izquierda Unida se haya posicionado públicamente a favor de que UPyD tenga grupo parlamentario propio, y que incluso estén dispuestos a cederles un diputado temporalmente si ello es necesario para lograrlo. Hubiera sido bonito que los dos grandes partidos, sobre todo el PP, que después de Amaiur probablemente es el partido al que menos le cuesta en términos electorales obtener un diputado, se hubieran anticipado a Izquierda Unida en este ofrecimiento. 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

¿Te acuerdas, Pepe?

A mediados de los años ochenta, mi amigo Pepe y yo andábamos fascinados con las baladas heavys (lo que quizá el no sabía –hoy se va a enterar- es que a mí también me gustaban las que no eran baladas). ¿Te acuerdas de esos años, Pepe? Me pasó el disco de Skorpions “Gold ballads” que contiene canciones clásicas como “Still loving you” (http://www.youtube.com/watch?v=3uNyPefjS88) o “When the smoke is going down”. Pero de todo el album me quedo con “Lady Starlight” (http://www.youtube.com/watch?v=Z4_QTgX-fSE). El solo de guitarra a partir del minuto 3:41 es espectacular. Además de Skorpions, seguro que Pepe también recuerda a Whitesnake y su famosa “Is this love”(http://www.youtube.com/watch?v=lA42J5xSwCk ), o a Europe con “Carrie” (http://www.youtube.com/watch?v=bZoSGL96CzQ) que protagonizaron nuestra estancia en Eastbourne en el verano de 1987.

En España, durante los años de la movida, también aparecieron grupos de rock heavy metal de extraordinaria calidad, pero quizá quedaron en un injusto segundo plano. Debo confesar que a mí me gustaba muchísimo uno de esos grupos, Barón Rojo. En “Volumen brutal” hay una canción que se puede considerar un clásico, “Resistiré” (
http://www.youtube.com/watch?v=qJA3Nl09kak&feature=fvst ). Tras el album “En un lugar de la marcha”, sencillamente magistral, perdieron fuerza, pero sin duda “Barón Rojo” merece pasar a la historia de la música española de los ochenta. 

martes, 22 de noviembre de 2011

"Las confesiones" de Rousseau

La obra de Rousseau, sobre todo su concepto de “voluntad general”, me parece imprescindible para entender la filosofía política contemporánea. Pero de Rousseau me fascina sobre todo el personaje que se nos revela en sus magníficos volúmenes de “Las Confesiones”. Como les comentaba a mis alumnos esta tarde hablando de este autor, en pocos libros autobiográficos he sentido tal impresión de veracidad, pues llega al punto de ofrecer detalles muy íntimos con una calidad literaria excepcional. Así sucede, por ejemplo, con su orientación sadomasoquista propiciada por las palizas de la Srta. Lambercier:

“Mlle. Lambercier, dándose cuenta, sin duda por alguna demostración, que este castigo no daba el resultado apetecido, declaró que renunciaba a él porque le fatigaba demasiado. Hasta entonces habíamos dormido en su cuarto, e incluso, en invierno, algunas veces en su cama. Dos días después nos traladaron a otra habitación, y en adelante tuve el honor, sin el que me hubiese pasado muy bien, de que me tratara como a un adolescente. ¿Quién creería que este castigo de chiquillos, recibido a la edad de ocho años por mano de una mujer de treinta, fue lo que decidió mis gustos, mis deseos y pasiones para el resto de mi vida, y precisamente en sentido contrario del que debería naturalmente seguirse?”

Otro pasaje escabroso que el ginebrino accede a revelarnos fue el abuso que sufrió por parte de un moro:

“Al día siguiente, muy de mañana, estábamos los dos sentados en la sala de juntas, cuando empezó a reanudar sus caricias, pero con unos movimientos tan violentos que me daba miedo. En fin, quiso pasar gradualmente a las confianzas más indecentes y a forzarme, disponiendo de mi mano a hacer lo mismo…”

Pero, al margen de estos detalles, que cito para que se vea el grado de sinceridad que alcanzan sus confesiones, hay en esta obra un soberbio retrato de un español (vasco de Azcoitia) que me gustaría presentar a los lectores que no conozcan al Rousseau escritor:

“Ignacio Emanuel de Altuna era uno de esos hombres raros que sólo produce España, y demasiado pocos para desdicha de su gloria. No tenía esas violentas pasiones nacionales, comunes en su país. La idea de la venganza no se albergaba en su espíritu más que el deseo de la misma en su corazón. Era demasiado orgulloso para ser vengativo, y a menudo le he oído decir con mucha seriedad que un mortal no podía ofender su alma. Era galante sin ser amoroso. Jugaba con las mujeres como con niños bonitos. Se complacía con las queridas de sus amigos, pero jamás le vi con ninguna, ni el menor deseo de tentarlas. Las llamas de la virtud en las que ardía su corazón no consintieron nunca que nacieran las de sus sentidos. Después de sus viajes, se casó; murió joven, dejó hijos y estoy tan convencido como que existo que su mujer fue la primera y la única que le hizo conocer los placeres del amor. Exteriormente, era devoto como un español, pero en su interior tenía piedad de ángel. Aparte de mí, es el único hombre tolerante que he visto desde que existo. No se informaba nunca de cómo pensaba nadie en materia de religión. Le importaba poco que su amigo fuese judío, protestante, turco, santurrón o ateo, con tal que fuese un hombre honrado. Obstinado y testarudo respecto a opiniones indiferentes, en cuanto se trataba de religión, o incluso de moral, se encogía, se callaba o simplemente decía: “No me preocupo más que de mí”. Es increíble que se pueda asociar tanta elevación de alma con un espíritu analítico llevado hasta la minucia. Repartía y fijaba de antemano el empleo de su jornada por horas, cuartos de horas y minutos, y seguía esta distribución con tal escrupulosidad, que si hubiese sonado la hora mientras leía una frase, hubiese cerrado el libro sin terminarla. De todas estas divisiones del tiempo, las había para tal estudio y para tal otro; las había para la reflexión, para la conversación, para la misa, para Locke, para el rosario, para las visitas, para la música y para la pintura; y no había placer, tentación ni complacencia que pudiese invertir este orden. Sólo lo hubiese podido alterar el cumplimiento de un deber. Cuando me hacía la lista de su distribución del tiempo para que yo me sujetase a ella, comenzaba por reírme y acababa por llorar de admiración. Jamás molestaba a nadie, ni soportaba que le molestasen; trataba con brusquedad a las gentes que, por cortesía, le estorbaban. Se dejaba llevar por el arrebato sin estar enfurruñado. Le he visto a menudo encolerizado, pero nunca le vi enfadado. No había nada más alegre que su humor: sufría las bromas y le gustaba chancearse. Era brillante incluso y tenía el talento del epigrama. Cuando se animaba, su voz estrepitosa y alborotadora se oía desde lejos. Pero mientras gritaba, se le veía sonreír y, en medio de sus arrebatos, se le ocurría algún dicho gracioso que hacía estallar de risa a todo el mundo. (…) Este espíritu de corazón y de entendimiento prudente, bueno conocedor de los hombres, fue mi amigo”.

Al leer este retrato doblé la página y respiré. “Esos hombres raros que sólo produce España, y demasiado pocos para desdicha de su gloria”. Parece que el ginebrino nos conocía bien…