El análisis de la situación
política actual no es excesivamente complejo. En Cataluña todo sigue igual. El
independentismo ha fracasado, pero seguirá haciendo daño, principalmente a los
catalanes, pero también al conjunto de España. Saben que la ruptura unilateral
no puede tener éxito y confían que los grandes países de la Unión Europea
fuercen a España a ofrecer una salida política que pase por un referéndum pactado.
Es un camino que los españoles no podemos aceptar sin una previa reforma
constitucional que es muy difícil que tenga éxito. Confío en que paulatinamente
la realidad muestre a los catalanes que no hay alternativa al autonomismo, y
que si persisten en apoyar las opciones rupturistas la decadencia económica de
Cataluña se agravará.
La política nacional viene
marcada por la descomposición del PP y el ascenso de Ciudadanos como primera
fuerza política nacional. Esperemos que Rivera esté a la altura del desafío que
tiene por delante. Un político de una generación que no vivió en la Transición
está destinado a galvanizar su obra, a aglutinar en torno a su partido un
movimiento de regeneración democrática que sea fiel a ese gran proyecto
nacional que se gestó tras la muerte de Franco. Su acierto depende, en buena
medida, de que sepa incorporar a personas de suficiente valía, quizá el
principal problema de la política española. La decepción que ha supuesto
comprobar que Cristina Cifuentes no era más que una política capaz de mentir para
atribuirse un Master de mierda, y con muchos trapos ocultos que ocultar, refleja
el bajísimo nivel de los políticos. Urge que lleguen a la vida pública personas
con talento y honradez. Me parece muy bien el ofrecimiento a Valls que ha
realizado Rivera, y su mensaje instando a sus bases a entender que las
responsabilidades a las que se va a enfrentar Ciudadanos exigen que amplíe sus
equipos con personas bien preparadas.
Por lo demás, la situación
económica es estable debido a diversos factores. Por una parte, la economía ha
experimentado una reestructuración centrada en un modelo productivo más sano en
el que destaca el sector exterior, el desarrollo de las empresas tecnológicas y
la apuesta por un turismo de mayor calidad. Por otra parte, la política de
tipos de interés bajos o negativos del BCE y su programa de compra de bonos ha
ayudado a que se cumplan los objetivos macroeconómicos y fluya el crédito, con
la consiguiente reactivación del sector de la construcción, aunque con mucha
mayor cautela que hace quince años. Como consecuencia de todo ello el paro está
bajando y podría pensarse que todo invita al optimismo y a desechar las negras
previsiones que –yo también fui uno de ellos- se hicieron sobre el futuro de
España. Sin embargo, no estoy tranquilo. Las clases pasivas aumentan y
condicionan gravemente los equilibrios presupuestarios. Nos encaminamos hacia
un invierno demográfico que tendrá gravísimas consecuencias sociales, políticas
y económicas. Es un problema que sigue sin querer afrontarse, al igual que
otros muchos que preocupan a la sociedad, pero que siguen ausentes de la agenda
política. De ello me ocuparé en próximas entradas.