En la tarde de ayer fui a visitar la exposición “Moriscos del sud valencià. Memoria d´un poble oblidat” que estos meses acoge el Museo de Arqueología e Historia de Elche. La exposición presenta el acontecimiento histórico de la expulsión de los moriscos de una manera tendenciosa. La misma referencia a la “memoria de un pueblo olvidado” es un claro indicio de la finalidad que subyace a la exposición: trasladar al visitante la idea de que la expulsión de los moriscos fue una gran injusticia. ¿Acaso no lo fue? ¿Acaso puede justificarse que gentes que llevaban viviendo en el Reyno de Valencia siglos e incluso eran población autóctona islamizada fueran expoliados y expulsados? Me parece que aquí topamos con un problema propio de los Museos de Historia y de las exposiciones históricas en general. La gente corriente suele juzgar los acontecimientos históricos desde los valores y creencias con los que vive en el presente. Así, muy pocos dudarán en afirmar que la expulsión de los moriscos sólo puede calificarse de bárbara injusticia. Sin embargo, la ciencia histórica no tiene como objetivo condenar o alabar los acontencimientos del pasado, sino primeramente comprenderlos. Para ello es imprescindible contextualizar, algo que no siempre resulta fácil, pero cuya falta puede ser fatal en una exposición histórica. La exposición de ayer a mi juicio adolecía de una adecuada contextualización. Incidía en el hecho en sí y en las consecuencias de toda índole que supuso la expulsión. El visitante puede llegar a pensar que se trató de una decisión absolutamente caprichosa porque no se muestra con la debida claridad cuál era la situación social de principios del siglo XVII. En esa época eran frecuentísimas las incursiones de piratas berberiscos en las costas valencianas con actos de rapiña, secuestro, etc. También fueron muy conocidas las revueltas moriscas en diversos puntos del Reyno de Valencia. No es necesario que me extienda, lo cierto es que la convivencia distaba de ser idílica y los moriscos podían verse justificadamente como una amenaza potencial que había que eliminar a tenor de la situación de la época. Creo que los museos de historia deberían evitar caer en la fácil tentación de troquelar la opinión del visitante y esforzarse fundamentalmente por presentar hechos, contextualizar y, si acaso, presentar hipótesis explicativas.
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