domingo, 24 de octubre de 2010

Un gobierno para crispar

Hay tantos motivos para estar harto de Zetapé que intentar jerarquizarlos puede parecer una bobada. No obstante, yo destacaría la frase que le oímos “off the record” en la entrevista con el amigacho Gabilondo en la campaña electoral de 2008. Gravísima en el fondo y a su vez absolutamente reveladora de la catadura moral del personaje. “Nos conviene que haya crispación”, dijo Zetapé. Lógicamente con esa crispación quería mantener bien activo a su electorado para que llegado el momento fuera a votar contra el PP.

A nadie puede sorprender, pues, que ahora que las encuestas reflejan que ha entrado en barrena y que muchos le van a dar la espalda, salvo Concha Velasco y alguno de esos cretinos que votan a los partidos políticos por costumbre o siglas, cambie de gobierno y le dé el mando a Rubalcaba, meta a la Pajín y Jaúregui, y refuerce a Blanco. Se ha repetido mucho eso de que es un gobierno con un perfil marcadamente político. Eso significa en el mundillo de la lucha partidista por el poder sencillamente una especial habilidad para ensalzar tus virtudes y demonizar al adversario por la razón más peregrina. En definitiva, Zetapé apuesta por crispar el ambiente porque sabe que tiene que asustar a sus posibles votantes con el “que vienen los carcas, fachas y retrógrados del PP”. La vieja estrategia que desde el 93 ha utilizado el PSOE. Como aperitivo, ya ven que matraca hemos tenido que aguantar esta semana con los “morritos” de Leire Pajín. Se ha hablado más de los morritos que de que la mami de la flamante Ministra de Sanidad –toda una demostración del subterráneo nivel de muchos de estos políticos de alcantarilla- y sus comilitones socialistas de Benidorm se han pasado el pacto antitransfugismo por el arco de triunfo.

El desastre del gobierno socialista ha sido tan monumental que veo imposible que remonten y ganen las elecciones, pero irán a por todas sin reparar en nada. Ya han visto que han ido a negociar con el PNV desnudos de cintura para abajo. De ahora en adelante, con Rubalcaba de timonel, podemos ver cualquier cosa.

domingo, 17 de octubre de 2010

Las declaraciones de Merkel sobre el fracaso de la sociedad multicultural

La prensa de hoy recoge las declaraciones de Angela Merkel sobre el fracaso de la sociedad multicultural en Alemania. Conviene citar algunas de las frases literales que se le atribuyen: “A principios de los años sesenta nuestro país convocaba a los trabajadores extranjeros para venir a trabajar a Alemania y ahora viven en nuestro país (...) Nos hemos engañado a nosotros mismos. Dijimos: 'No se van a quedar, en algún momento se irán'. Pero esto no es así". “Y, por supuesto, esta perspectiva de una [sociedad] multicultural, de vivir juntos y disfrutar del otro (...) ha fracasado, fracasado totalmente”. Finalmente, Merkel aludió al escaso interés de los inmigrantes por integrarse sentenciando que “quien no aprenda inmediatamente alemán, no es bienvenido”.

Cuando leí el titular esperaba hallar una reflexión seria y profunda sobre un problema de tal calibre, pero la verdad es que lo dicho por Merkel es un cúmulo de contradicciones. Es evidente que el problema al que se refiere Merkel radica en la falta de integración de los extranjeros -fundamentalmente los musulmanes turcos-, pues siguen viviendo según sus costumbres y al margen de los alemanes. Vamos, más o menos lo que hacen los ingleses en la costa del sol. Por ello resulta curioso que Merkel hable del fracaso de la sociedad multicultural y aluda a la resistencia a integrarse de los inmigrantes, ya que una sociedad multicultural es aquella que permite la convivencia de varias culturas en el marco del respeto a unos valores comunes. Si los turcos –o los ingleses en Marbella y Benidorm- respetando la libertad de los demás desean seguir viviendo como musulmanes turcos no se puede decir que la multiculturalidad haya fracasado.

El verdadero problema no es el fracaso de la sociedad multicultural en Alemania, sino el temor a que la sociedad multicultural haga que Alemania pierda su identidad. Y lo mismo temen muchos franceses, holandeses, etc. Por consiguiente, la cuestión es cuánto liberalismo estamos dispuestos a admitir. Hay muchas personas que proclaman su liberalismo a los cuatro vientos, pero cuando esa libertad sirve para que cada vez se construyan más mezquitas en Europa –más de uno se estremecería al conocer el número de mezquitas de Rótterdam, ciudad con alcalde marroquí- se echan a temblar y critican que los musulmanes no se integren. No sé si será el caso de Merkel, pero es el momento de hablar claro y de llamar a las cosas por su nombre. El fundamento de las naciones europeas es mucho más complejo que unos valores democráticos y liberales que actúan como un mínimo común. Muchos se opusieron a que se citaran las raíces cristianas de Europa en el proyecto de Constitución europea, pero lo que es evidente es que no podemos construir nuestra convivencia sobre la base de un respeto a todas las identidades y sensibilidades que respeten ese mínimo común, y más tarde quejarnos de que quizá se pierda nuestra identidad. ¿En qué quedamos? ¿Las naciones europeas tienen o no tienen identidad? Y si la tienen, ¿en qué se funda dicha identidad? Quizá Merkel no se atreva a decirlo, pero lo cierto es muchos alemanes lamentan no sólo ver que los turcos u otros inmigrantes no se esfuerzan por aprender alemán, sino que les preocupa que gente de piel oscura y aspecto extraño colonice los barrios de sus ciudades hasta hacerles pensar que no están en Alemania.

Sí, el multiculturalismo aspiraba a que la pertenencia a una comunidad no tuviera una base étnica, pero lo cierto es que a la gente común esto no le resulta tan sencillo como a intelectuales como Habermas. Pero entérese la señora Merkel y todo el mundo: ya no importa si a los inmigrantes que han llegado a Europa les cuesta integrarse o no. Tampoco tiene sentido reivindicar una identidad de orden étnico. No. Mientras Europa permanezca impasible ante su suicidio demográfico todo esto son discusiones baldías, porque constituye una certeza matemática que necesitaremos inmigrantes. Y países como Alemania no tienen fácil elegir.

martes, 12 de octubre de 2010

"Açó es educació i es per a tu"

Así reza uno de los eslóganes de la campaña de publicidad institucional de la Generalitat Valenciana. El que titula el post lo vi en un colegio recién inaugurado en Elche. En un ambulatorio colgaba otro que decía “Açó es atenció i es per a tu”. Al verlos volví una vez más a reflexionar sobre la idea que expuse en la entrada titulada “la interpretación de lo común” que publiqué hace pocos meses. Es tremendamente significativo que para “vender” obras o servicios públicos se apele al beneficio individual. Muy probablemente el responsable de la campaña publicitaria se da cuenta de que en España la gente percibe mucho más claramente el valor de algo que le afecta individualmente, particularmente, antes que algo de lo que se puede beneficiar por ser común. Dado que para la mayoría lo común se interpreta como una prolongación de lo privado, el publicista acierta –desde el punto de vista del marketing- al mostrar al ciudadano que ese servicio o ese colegio le va a beneficiar personalmente. Ahora bien, no nos engañemos, cuando nos quejamos de que en España muchos servicios y prestaciones públicas distan bastante del nivel de los países más desarrollados, deberíamos darnos cuenta de que, al margen de la mejora de la situación económica, el primer paso es revalorizar el significado de lo común.  

miércoles, 6 de octubre de 2010

Sobre la huelga general

Me pide el amigo Lanzas un comentario de la huelga general del pasado 29 de septiembre desde la perspectiva de los derechos fundamentales. Adelante, pues, con el comentario, pero no satisfaré sus deseos completamente, pues prefiero centrarme en la vertiente política que en la jurídica, ya que es evidente que el derecho a la huelga no ampara la coacción, y por consiguiente todas las acciones de este tipo llevadas a cabo por piquetes son inadmisibles.

El pasado viernes Juan Manuel de Prada dedicó su programa “Lágrimas en la lluvia”, que se emite en Intereconomía los viernes a las 22.00, a los sindicatos. La película que sirvió para introducir el tema de debate fue “Las uvas de la ira”, de John Ford, un auténtico peliculón dicho sea de paso. De Prada introdujo el tema de manera correctísima (le aconsejaría que vigilara el tono y los gestos, que resulta un tanto pedante, así como el excesivo recurso a cambiar la cámara que le enfoca), y comparto plenamente sus puntos de vista. Hizo hincapié en la dimensión social del ser humano, que en las relaciones laborales se manifiesta en la agrupación profesional para preservar el correcto desempeño de la profesión y en la defensa de sus intereses, siempre subordinados al bien común. Cuando los sindicatos responden a esos fines y no se ponen al servicio de los partidos políticos, su labor no sólo es lícita, sino absolutamente necesaria. El problema es que en España UGT y CC.OO están absolutamente desprestigiados porque han sido tolerantes hasta la nausea con un gobierno que ha machacado a los trabajadores generando unas cifras de paro que nos han devuelto a los peores tiempos del felipismo. Por ello, cuando han convocado la huelga general mucha gente les ha dado la espalda. “A buenas horas”, ha pensado la mayoría. No obstante, políticamente la huelga ha hecho daño a Zapatero. Hasta hace pocos meses todavía era visto con simpatía por una parte del electorado de izquierdas, pero con el tijeretazo y la reforma laboral Zapatero se ha suicidado políticamente.

Lo importante no es la huelga, sino la reforma laboral que la ha provocado. En su día, cuando apareció el primer borrador de la reforma, publiqué un post indicando por dónde iban los tiros. Es evidente, aunque se quiera camuflar, que la reforma laboral abarata el despido, al extender los supuestos de despido objetivo, y judicializa todavía más las relaciones laborales. En el blog he escrito sobre las medidas estructurales que necesita España para superar la crisis. Entre ellas incluía una reforma laboral, pero ni mucho menos pienso que lo más importante sea el abaratamiento del despido a través de la extensión de las causas de despido objetivo. Es curioso, pero hace dos años Zapatero defendió su ley de economía sostenible afirmando en el Congreso de los Diputados que mucho más importante que una reforma de la legislación laboral es cambiar el tipo de trabajo que se realiza en España. Probablemente le habría escrito el discurso el asesor de turno y había acertado de pleno sin saberlo. En efecto, es prioritario cambiar cuestiones que afectan decisivamente al trabajo sin recortar los derechos de los trabajadores. Además de fomentar una economía que potencie determinados sectores productivos, a mi juicio urge replantear todo lo relativo a fiestas, horario laboral y horario de las vacaciones escolares. Asimismo, es fundamental facilitar el trabajo a tiempo parcial, y otras medidas que podríamos importar de Alemania, como alternativa al despido. En definitiva, era posible y deseable una reforma que beneficiara al empresario sin perjudicar al trabajador. Sin embargo, Zapatero con esta reforma ha abierto la veda a los despidos por causas supuestamente objetivas –que se ventilarán ante el juez-, y en consecuencia ha recortado los derechos de los trabajadores. Ayer mismo el telediario informaba de que una empresa vasca se va a acoger a la reforma laboral para despedir a prácticamente todos sus trabajadores. Ahí lo tienen. La huelga no estaba justificada, estaba justificadísima, pero los sindicatos con su pasividad hasta la fecha perdieron toda credibilidad.