El anuncio de Draghi sobre la disposición del Banco Central
Europeo a adquirir ilimitadamente bonos en el mercado secundario ha desatado la
euforia en los mercados, pero los alemanes están que trinan con el italiano. La
actitud de Alemania en la crisis que estamos viviendo está sirviendo para que
mucha gente empiece a conocer ese defecto alemán que Ortega denominaba “furor
teutonicus”. Se trata de profesar una fe inquebrantable en determinadas ideas
por mucho que la tozuda realidad les mande señales claras de que deberían
reconsiderarlas. Una obstinación incompatible con la prudencia, que es el corazón
y la esencia de la política. Aunque no debería sorprenderme, de verdad que no
salgo de mi asombro con la reacción que hoy ha habido en Alemania contra
Draghi.
Pero dejemos a los alemanes a un lado y examinemos la
situación en la que ahora mismo estamos. La maniobra de Draghi, que llega con
retraso, es la única salida para evitar la quiebra de España y la consiguiente
ruptura del euro. El mero anuncio de la existencia de la posibilidad de una
intervención del BCE ha relajado enormemente la prima de riesgo, aunque no
sabemos si será suficiente y los especuladores forzarán la petición efectiva de
un rescate que aparece ligado a “estrictas condiciones”. ¿Qué debemos hacer? Es
difícil responder a esta pregunta sin conocer con detalle los datos que maneja
Hacienda. Vamos a suponer lo más probable, que estamos con el agua al cuello y
necesitamos financiación barata urgentemente. Es evidente que esas “estrictas
condiciones” exigirán profundizar en los recortes, lo cual a mi juicio es
incompatible con la recuperación económica y nos pondría en el camino de
Portugal o Irlanda. Por consiguiente, en la negociación que ahora mismo está
desarrollándose España debe poner pie en pared y hacer valer las medidas que ha
tomado hasta el momento como aval para ese rescate. De lo contrario, hay que
evitar a toda costa el rescate. Creo que es preferible la salida del euro
antes que acabar como Portugal o Irlanda, sencillamente porque el “furor
teutonicus” está condenando al euro y con esa actitud es cuestión de tiempo el
regreso de las monedas nacionales. Mejor que esto se produzca ahora y no después
de haber destrozado nuestra economía. Insisto en que España puede y debe
plantear un órdago, sobre todo después de todos los sacrificios que estamos
realizando los españoles.
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