lunes, 11 de febrero de 2013

La renuncia del papa

Se leen artículos elogiando la renuncia del papa como un gesto de extraordinaria humildad, y no lo dudo, pero reconozcamos que no es normal ni en principio deseable que un papa renuncie. Muy poderosas, y sin duda justificadas, deben de ser las razones de Benedicto XVI para adoptar una decisión tan difícil y, quizá, arriesgada, por la desorientación que puede provocar en un buen número de fieles que un papa renuncie a su condición de "padre", y porque se alarga en veinte días el proceso de elección del nuevo papa, con todo lo que cabe imaginar que ello conlleva. Alega motivos de salud, lo cual no sorprende dada su edad, pero desgraciadamente la filtración de documentos que desvelan luchas de poder en el Vaticano hace que su renuncia invite a especular con que el papa se hallaba en una situación de extrema dificultad para desempeñar su misión, y su decisión también debe interpretarse como una jugada maestra para acabar con la ambición de más de uno. Al margen de estas cuestiones, yo tengo la impresión de que a la Iglesia puede venirle bien el impulso de un nuevo papa cargado de energía e ilusión, y me parece que pueden tener razón aquellos que sugieren que sea un papa asiático capaz de impulsar el cristianismo en el continente que va a liderar el mundo en las próximas décadas. Y se habla incluso más de un papa latinoamericano. Falta saber si hay algún cardenal por allí capaz de asumir semejante tarea.

4 comentarios:

Lanzas dijo...

Buenos días D. Tomás.

Me gustaría conocer su postura sobre la posibilidad de definirse liberal (en el sentido casi anarquista de Rothbard) y a la vez católico.

Un saludo.

Tomás de Domingo dijo...

Lanzas, usted dispara con bala. No estaría mal que Miñón, visitante habitual del blog, recogiera ese guante. A la espera de la miñonil respuesta, yo pensaré también en el asunto y veré si me pronuncio en el blog. Eso sí, en principio veo difícil cohonestar la doctrina católica con un liberalismo extremo, es decir, con las posturas libertarias.

Miñón dijo...

La renuncia del Papa es algo excepcional en la Iglesia. Me parece que Benedicto XVI ha tomado esa postura porque ve que es lo mejor para la Iglesia. Creo que sus palabras son sinceras. Sin embargo creo que entre los católicos a los que pertenezco puede crea cierto desasosiego. Espero que el próximo Papa nos confirme a todos en la fe.

Miñón dijo...

Voy a contestar a lo que pregunta Lanzas. La respuesta es sí. Brevemente quiero justificarme. El liberalismo como ideología es refractario a la fe cristiana como toda ideología que se precie. De hecho la historia del liberalismo es una lucha contra la Iglesia y un intento por domeñarla. Esto es claro en la España del XIX.
Además, el pensamiento liberal debe mucho al empirismo que está creado a la metafísica. La Iglesia considera que la razón humana está abierta a la trascendencia, y esto denota un optimismo muy claro.
Por todo esto parece que el liberalismo, como se decía antiguamente, es pecado.
Me parece que esto es un reduccionismo.
El liberalismo es defensa de la libertad individual y de la persona, y creo que esto no va en contra de la fe. También el liberalismo es libertad de culto y esto es algo aceptado después del Vaticano II. Añorar los Estados confesionales es un disparate mayúsculo.
El liberalismo es un tipo de cooperación social basado en la iniciativa personal, privada, mucho más creativo y solidario que la cooperación, gremial, corporativa o socialdemócrata. Y esto es tan cristiano como cualquier otra cosa.
Puedo seguir pero me reservo para las críticas.