jueves, 7 de febrero de 2013

Reflexiones sobre cómo combatir el paro

Hace unas semanas, la EPA nos estremeció con los seis millones de parados. El dato monopolizó las tertulias y protagonizó el debate político (el PSOE, por ejemplo, propuso el "pacto por el empleo" que todavía no sé -no me he informado al respecto- en qué consiste). Regresando a Elche desde Valencia sintonicé radio nou y escuché una entrevista de José Luis Torró al catedrático de la complutense Francisco Parra Luna centrada en la crisis y el paro. Algunas de sus respuestas fueron sugerentemente heterodoxas. Parra sostuvo que es un gravísimo error que las estrategias para combatir la crisis se centren en reducir el déficit y en evitar en lo posible el incremento de la deuda pública. A su juicio, el gran problema es el paro, que es la causa del déficit y la deuda, y en él habría que centrar los esfuerzos. Sin duda es una opinión heterodoxa. La tesis dominante es que no se puede combatir directamente el paro, sino que lo importante es crear las condiciones que permitan la generación de empleo por parte de quienes están llamados a crearlo, los empresarios. 

Estoy de acuerdo con que el protagonismo en la economía debe corresponder al sector privado, y en que hay que facilitar la iniciativa privada con medidas de todo tipo, pero ¿es incompatible esta tesis con lo dicho por Parra Luna? ¿Acaso una tasa de paro de más del veinte por cien no es una situación de emergencia nacional que exige combatir el paro con medidas de acción directa? ¿Y cuáles serían este tipo de medidas?

Empezaré por el último de los interogantes planteados. Para combatir el paro y reactivar la economía desde luego no son adecuados programas de gasto público al estilo del plan E zapateril, pues se trata de un gasto  improductivo porque provoca una demanda coyuntural que no responde a necesidades reales. Obviamente, tampoco es solución engordar el sector público cuando ello no responde a la necesidad de prestar servicios públicos esenciales y además no hay recursos suficientes para financiarlo. Entonces, ¿a qué tipo de medidas se puede estar refiriendo Parra Luna? Él no entró en este terreno, pero me parece que las únicas medidas de acción directa contra el paro son la puesta en marcha de iniciativas públicas que empleen recursos humanos improductivos, es decir, gente que esté en el paro, con el fin de crear riqueza a través de empresas públicas. Quizá les parecerán curiosos los derroteros a los que me está llevando está reflexión, pues es sabido que hoy en día se reclama a las admistraciones que cierren empresas públicas -muchas calificadas como chiringuitos de los partidos políticos-, y parece que vaya a sugerir que se pongan en marcha. Examinemos la cuestión más detenidamente.

Recuerdo muy bien que Julio Anguita, cuando lideraba Izquierda Unida, reclamaba el cumplimiento íntegro de la Constitución, y concretamente solía recordar algunos preceptos constitucionales que ya entonces parecían olvidados y hoy siguen sin tener ninguna operatividad. Uno de ellos era el art. 128.2, que reconoce la iniciativa pública en la actividad económica. Tampoco tiene desperdicio el art. 130, que establece que "los poderes públicos atenderán a la modernización y desarrollo de todos los sectores económicos y, en particular, de la agrcultura, de la ganadería, de la pesca y de la artesanía, a fin de equiparar el nivel de vida de todos los españoles". Finalmente, cabe recordar que el art 131.1 permite que el Estado planifique la actividad económica para atender a las necesidades colectivas con el fin de equilibrar y armonizar el desarrollo regional y estimular el crecimiento de la renta y de la riqueza y su más justa distribución. Estos preceptos ponen de relieve la posibilidad de que los poderes públicos adopten iniciativas económicas encaminadas directamente a combatir el paro. Como antes he dicho, conviene que sea la iniciativa privada la que tenga el protagonismo de la vida económica, pues coincido con los postulados liberales que destacan su mayor eficiencia, y también porque garantiza una irrenunciable esfera de libertad. Ahora bien, y con esto abordo la segunda cuestión que había quedado planteada, creo que una situación de paro tan elevado exige valorar la conveniencia de políticas públicas de acción directa en la economía con la puesta en marcha de empresas de diverso tipo que contribuyan a satisfacer demandas del mercado, a crear riqueza movilizando todo ese capital humano que hoy permanece inactivo y que con suerte se beneficia de alguna prestación social. Durante el franquismo el INI (Instituto Nacional de Industria) desempeñó un papel importante en la industrialización de España. Hoy hay regiones de España que necesitan reconstruir su tejido productivo; ¿es un disparate plantearse si, ante la debilidad del sector privado, la iniciativa pública puede contribuir a poner en marcha actividades económicas? No veo por qué no se puede plantear este debate, que podría además constituir una referencia real y no meramente retórica para un pacto por el empleo y por la economía productiva. 

Se me objetará que nos arriesgamos a que si dichas iniciativas fracasan nos hallaremos ante una nueva fuente de gastos que acentuarán el déficit. Cierto, así será si se fracasa, pero la política no es una ciencia exacta, hay riesgos, y hay que estudiar bien las posibilidades para procurar no equivocarse o hacerlo lo menos posible. Otra objeción obvia consiste en la desconfianza hacia toda iniciativa pública. Inmediatamente se dirá que las empresas que surjan de la iniciativa pública servirán para enchufar a los amiguetes y para que algunos se enriquezcan ilicitamente. La desmoralización que en la ciudadanía provoca la corrupción hace que el escepticismo respecto a la política y hacia una de sus principales manifestaciones, la iniciativa pública, se generalice, pero la solución no es la inacción, sino la lucha decidida contra la corrupción que en el caso de los ciudadanos nos exige negar nuestro voto a los partidos implicados en escándalos de corrupción. El ciudadano debe luchar por la democracia, sobre todo votando responsablemente y expresando libremente su opinión. 

En definitiva, las principales objeciones están basadas en el escepticismo y admiten réplica. Tomarse en serio el problema del paro exige no descartar ninguna solución, y, en este sentido, yo creo que la exhortación a combatirlo directamente merece ser estudiada con detenimiento, y por eso me alegro de haber escuchado esa entrevista al profesor Parra Luna.

No hay comentarios: