miércoles, 6 de marzo de 2013

¿Al final de la crisis?

Estaba esperando a conocer las cifras del déficit público de España en 2012 para analizar la situación económica. Ya disponemos del dato y éste ha supuesto una enorme satisfacción para el Gobierno y para la Comisión Europea. Se daba por descontado que España superaría el 7% de déficit público –sin contar el rescate bancario-, así que el 6,74% es un éxito que ha servido para que Rajoy, sin triunfalismos, sostuviera en el debate sobre el Estado de la Nación que se han sentado las bases de la recuperación. Además del control del déficit, el Gobierno funda sus esperanzas en el superávit de la balanza por cuenta corriente, en el saneamiento del sector bancario, en la reforma laboral, y en la mejora de la competitividad provocada por el proceso de devaluación interna de los salarios en el sector público y privado. Con todo ello se podría decir, en opinión del Gobierno y de bastantes expertos, que seguimos inmersos en la crisis, pero podemos empezar a ver el final del túnel. ¿Es eso cierto?

De todos los análisis que he leído estoy de acuerdo con Jordi Sevilla en que de momento estamos cambiando déficit por deuda. En efecto, rebajar el déficit más de dos puntos con una recesión del 1,4% del PIB es, como bien dice Alberto Recarte, espectacular. Este esfuerzo nos permite alejar el fantasma del rescate y rebajar la prima de riesgo. Ahora bien, que uno se sacrifique no significa que va a pagar. Seguimos teniendo déficit y, por tanto, nuestra deuda pública sigue aumentando, afortunadamente, pues ello significa que nos siguen prestando y por eso dice Sevilla que cambiamos déficit por deuda. La salud de nuestra economía ha mejorado con la disminución del déficit y el equilibrio en la balanza por cuenta corriente, pero el verdadero reto es empezar a empezar a crecer, y por eso se habla tanto de presionar a Merkel para impulsar políticas de crecimiento. Ahora se trata de remontar, de crear riqueza que haga crecer la economía, reducir el desempleo, sanear mucho más las cuentas públicas y recuperar cierto grado de bienestar. Mientras no crezcamos seguiremos cambiando déficit por deuda, algo que no puede ser así indefinidamente.

¿Y hay motivos para pensar que vamos a crecer? Es cierto que se han adoptado medidas encaminadas a lograr dicho objetivo, tales como la reforma del sector financiero y la laboral, que se han presentado como los dos grandes pilares para una nueva etapa de crecimiento. Respecto a la primera, resulta fundamental, aunque como ciudadano me parezca escandaloso que haya que haber llegado a este punto por la nefasta e inmoral gestión de muchos banqueros. De la segunda ya dije en su día que, aunque tenía aspectos positivos, era un instrumento para despedir más fácil y barato. Creo que ha beneficiado a muchos empresarios (algunos con escasos escrúpulos), y ahora empieza a verse su coste social. Rajoy ha anunciado nuevas medidas para favorecer el crecimiento, como, por ejemplo, la ley de la unidad de mercado y una importante línea de crédito para emprendedores. ¿Es suficiente?

Creo que la situación debe estabilizarse y mejorar por la propia dinámica interna de todo proceso de ajuste, pero hay tres dificultades que no veo fácil superar. En primer lugar, los logros obtenidos en la reducción del déficit se han basado en buena medida en importantes subidas de impuestos y en bajadas de sueldo a empleados públicos. Esto unido a la subida de la energía (luz, gas, gasolinas, etc.) ha hecho que el consumo se desplome (lo cual justifica en buena medida la mejora de la balanza de pagos por cuenta corriente) y no veo que tenga visos de cambiar a medio plazo. En segundo lugar, nuestro crecimiento ya no va a recibir el impulso de la construcción, sino que tiene que basarse, además de en el turismo, en potenciar actividades económicas que primen la calidad, lo cual exige una apuesta por la formación y el I+D. ¿Va a ser posible recolocar a muchos parados de escasa cualificación? Lo veo bastante difícil. Algunos de los más cualificados han optado por marcharse y otros esperan su oportunidad o se lanzan a emprender (nuestra gran esperanza), pero sustituir el motor de la construcción es una tarea larga y difícil, aunque imprescindible. En tercer y último lugar, sigo viendo el envejecimiento de la población como un problema al que urge dar respuesta. En poco tiempo van a aumentar notablemente las clases pasivas y las cuentas de la Seguridad Social generarán déficits cada vez más inasumibles. Aquí hacen falta cambios muy importantes, comenzando por políticas que favorezcan la familia y la natalidad, pero esto es muy complicado por muchas razones (recomiendo la lectura de mis posts sobre la soltería y la natalidad).

En definitiva, estoy contento porque es verdad que se ha evitado el desastre, pero creo que nos queda todavía un buen trecho para salir de esta crisis. ¿Significa esto que la política de austeridad era la correcta? La austeridad era necesaria en aquellas políticas que se han llevado a cabo con manifiesto despilfarro e incompetencia, pero jamás en educación y sanidad. Todo hubiera sido más sencillo, y se hubieran obtenido mejores resultados, si el Banco Central Europeo hubiera respaldado a España comprando bonos, en lugar de mirar demasiado tiempo hacia otro lado mientras se centraba casi exclusivamente en el control de la inflación. Hemos y estamos sufriendo más de lo necesario, y los culpables del sufrimiento –todos identificables- han gozado de absoluta impunidad. Pero dicho esto, formando parte de la unión monetaria España no disponía de excesivo margen para otras políticas, aunque siempre queda el recurso de romper la baraja si se te imponen condiciones inaceptables (y ha habido momentos en que se imponía la ruptura, menos mal que Draghi rectificó), de ahí que muchas de mis críticas se hayan dirigido contra Merkel y la política que ha impulsado. Y voy a concluir reiterando una idea de la que estoy plenamente convencido: el euro es un error, aunque se supere esta crisis. Y deberíamos darnos cuenta de que dar marcha atrás no significa acabar con la Unión Europea, tal como muchos parecen querer hacernos creer con esa insistencia en proclamar que el euro es un proyecto “irreversible”. El objetivo de España debería ser superar esta crisis logrando sanear sus cuentas públicas y abandonar este club en el otros tomarán las decisiones en función de sus intereses. Confío en España, cada vez veo más virtudes nacionales que antes me pasaban desapercibidas, y creo que haríamos bien en recuperar las riendas de nuestra política monetaria, demasiado importante como para dejarla en manos de Bruselas.

7 comentarios:

Álvaro dijo...

Las virtudes las tienen las personas. Hablar de "virtudes nacionales" es horroroso y muy lamentable.

Un saludo.

Álvaro G.

Tomás de Domingo dijo...

Hilamos muy fino, Álvaro. Lógicamente se trata de virtudes presentes en muchos españoles, lo que las convierte en "virtudes nacionales". ¿Así mejor? Un saludo.

P.D. Si apostamos por un nominalismo extremo se acaban los chistes de ingleses, franceses y españoles y pasamos a hablar de John, Jean Marie y Pepe.

Álvaro dijo...

Mucho mejor. Los chistes son eso.. chistes.

Por cierto, le recomiendo que lea a María Zambrano, si no lo ha hecho ya. Le gustarán sus libros: "Pensamiento y poesía en la vida española", "España, sueño y verdad" y "Los intelectuales en el drama de España" . Esta filósofa del exilio español acude constantemente a la literatura, la poesía y el arte español pero para reflexionar sobre el hombre, sobre la persona.

Un saludo!.

Álvaro G.

Tomás de Domingo dijo...

Álvaro, ¿podría escribirme o pasarse por mi despacho? Me gustaría saber qué tal le va. Por cierto, ¿está seguro de que los chistes son solo eso, chistes? Hum, habría que pensarlo, ¿no le parece? Un chiste pretende contar algo que un buen número de personas considerarán gracioso. Y la gracia del chiste, el sentido del humor, nos puede decir bastante de una sociedad. Ojo, un orteguiano no debe olvidar que Ortega escribía para franceses, alemanes, ingleses y, sobre todo, para españoles.

Gracias por las sugerencias.

Álvaro dijo...

Si a ver si un día nos vemos! Creo que María Zambrano le acabará gustando más que Ortega y Marías.

Un abrazo!.

Posdata.

Ortega escribía para españoles, franceses, europeos, pero con él también aprendemos que lo importante es lo que nos une a los españoles y a los europeos. Hay que tener en cuenta las diferencias pero no las exaltemos...

Lanzas dijo...

Estimado Tomás.

Puedo pecar de prudente en exceso, pero no veo razonable que el BCE compre bonos a cambio de euros recién salidos de la imprenta. El envilecimiento del euro no es una consecuencia baladí de esa política. Ya sé que a Merkel le da pánico la inflación, pero es que a mi también.

Si eres el BCE, cargar tu activo con activos poco valorados (bonos griegos o españoles) cuando tu pasivo son los euros que emites ex nihilo, me resulta una carrera hacia el abismo.

Un saludo.

Tomás de Domingo dijo...

Esa política de compra de bonos no es la deseable, pero cuando la deuda soberana es objeto de especuladores que ponen a algún país al borde del abismo, como ha sido nuestro caso, el BCE debe actuar, debía haberlo hecho mucho antes.

Por cierto, significativos los datos de desconfianza ciudadana en la UE, ¿no le parece?