La noche del sábado me fui con mi amigo Óscar a tomar unas bravas nocturnas en "Los malagueños", uno de los clásicos de la zona Xúquer de Valencia, y más tarde acabamos en el “Café Latino”. En el trayecto pasamos por delante de dos de esos cajeros
automáticos que se ubican en el interior de los bancos. En uno de ellos ya
había una mujer pertrechada de mantas y cartones dispuesta a pasar la
noche. Cuando regresábamos volvimos a pasar por delante de los cajeros
y en el otro cajero vimos a tres hombres (indigentes) que charlaban sentados. El que estaba en el centro, medio desnudo, se masturbaba mientras conversaban, ante
la indiferencia de los otros dos. Lo hacía mecánicamente, sin excesiva
violencia y sin dar muestras de placer. No le importaba lo más mínimo que le
vieran todos los que pasábamos por allí, pero tampoco parecía exhibirse. Supongo que este hombre daba por descontado que el pudor es un lujo que él no se podía permitir. La escena, que sólo contemplamos por décimas de segundo, tristísima,
impactante, se me quedó grabada como una fotografía.
1 comentario:
Tú lo has dicho, tristísimo, también impactante.
Publicar un comentario